Primer beso

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Una semana antes de terminar las clases, después de rendir todos los exámenes finales, festejar el triunfo de Hufflepuff en Quidditch y celebrar en absoluto silencio el cumpleaños número trece de Marie Anne, en la sala común, Aliccie probó por primera vez, la poción para el crecimiento del cabello que había preparado con asesoramiento del profesor Snape.

Comprobó con éxito, que la teoría de su madre era cierta:

-Cuando un profesor ve voluntad e interés en sus alumnos, se prepara mejor para dar sus clases.

 Y aunque pareciera increíble, el amargado y cruel profesor de Pociones, no era la excepción.

Aliccie había conseguido polvo de sábila, ortigas secas y lágrimas de colibrí rojo, gracias a Cynthia, quién haciendo un alto en los preparativos para su boda, se acercó al callejón Diagon en busca de los extraños ingredientes que su hermana menor le había solicitado por medio de su lechuza, la cual había dejado de viajar a diario desde su último retorno a Hogwarts.

Junto con el extraño paquete (Aliccie no le había comentado a ninguno de sus amigos, acerca de la poción), Cynthia había adjuntado las invitaciones para su casamiento a Dora Tonks, Katherina Diggory, Stephanie Webber y Clare Rossier, de Hufflepuff, y a Charlie Weasley, el buscador de Gryffindor.

Aliccie sentía un enorme orgullo al comprobar que su hermana no se había olvidado de sus amigos de la escuela. Su fama de buena persona no había sido una exageración.

Cuando el profesor preparaba la poción para su abuelo, Aliccie había sido una mera espectadora. Ahora en cambio, todo quedaba en sus manos.

Siguió atentamente las instrucciones que Snape, amablemente había anotado en el pizarrón. Lo que era mucho decir, porque no solía ser amable con sus alumnos.

Cualquier otro chico en su lugar, habría sentido miedo de estar allí, a solas con el hombre más odiado de Hogwarts, quien corregía los exámenes finales, refunfuñando en voz alta cada vez que encontraba una respuesta desacertada.

A Aliccie, en cambio, su actitud le causaba gracia. Había leído tantas veces el cuento de la Bella y la Bestia, que se divertía imaginando a su profesor, convertido algún día en el príncipe al que había dejado paso el héroe de la historia.

 Intentaba que Snape no la viera reírse, de modo que se concentró en mezclar y revolver los ingredientes cortados y machacados dentro del caldero.

Durante el tiempo que debió esperar hasta que la poción estuviera lista, se sentó en un pupitre observando al profesor. Cuando éste se percató de que la joven no le quitaba los ojos de encima, le dijo en un tono que Aliccie le sorprendió:

-Vigile el caldero señorita Zadi, en un momento estoy con usted- y continuó revisando los pergaminos y colocando las calificaciones.

El resto de la tarde trascurrió como una ensoñación.

Cuando el fuego estuvo apagado, la poción revisada, enfriada y puesta en un frasco, Aliccie salió del salón dando las gracias al profesor, que por una vez la miró y respondió con un lacónico -De nada- y se dirigió al gran comedor. Ya que era la hora de la cena.

-Recuerde que debe beber una vez y de un sorbo-le había dicho el profesor mientras ponía el pequeño frasco en su mano.

Ahora se encontraba en el baño, de pie junto al retrete.

El sabor de la poción era asqueroso y vomitivo, pero había controlado las nauseas. Y ahora solo quedaba esperar. Se suponía que el efecto sería visible en los días sucesivos y menos mal que no debía volver a ingerir esa cosa.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora