Ruptura, segunda parte: Club de duelo.

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Pese a su desgracia, resultaba alentador que Harry Potter se encontrara al cuidado de Poppy en el momento en que el pequeño Colin Creevey fue encontrado.

El chico, que llevaba su cámara de fotos entre las manos y un racimo de uvas en sus bolsillos cuando llegó a la enfermería, había sido petrificado, en el mismo lugar en donde Filch montaba guardia todas las tardes, como una forma de homenajear a su insufrible gata.

A partir de ese momento, empezó una histeria colectiva entre casi todos los chicos de la escuela, incluso entre los de sangre pura, que se mostraban preocupados por sus amigos mestizos e hijos de muggles. Los únicos que permanecían indiferentes y hasta parecían disfrutar del asunto, eran los de Slytherin. Todos menos Thomas Feldom, que ahora no se molestaba en disimular el temor que sentía de que Elizabeth Parker fuera la próxima atacada.

-Ella es de Slytherin- le dijo Adrián Pucey, mientras intentaba persuadirlo de que dejara de acosarla -No creo que el dichoso heredero, la considere su enemiga.
-¡Todos los que tienen sangre muggle, aunque sea solo de parte de uno de sus padres, está en peligro!- insistió el rubio de Slytherin.
Aliccie, Marie Anne y una llorosa Valery pasaron por su lado, oyendo la conversación, muy  sorprendidas. Tras ellas, la chica de Slytherin, acompañada de Chuck, llegaron provenientes del aula de DCAO.

 Ambos reían de una broma hecha por Paul Greengras, quien se burlaba del profesor Lockhart y su fallido intento de curar el brazo roto de Harry Potter, pese a que ya había transcurrido más de una semana del partido.

-¡Vaya, veo que el miedo une a los enemigos! -ironizó Feldom
-¿Qué haces aquí? -preguntó Elizabeth, molesta de ver a su compañero -¡Ya te he dicho que no necesito de tu protección!
Y continuó su trayecto afuera del castillo, donde Slytherin y Ravenclaw tenían su clase de Herbolaria.
Feldom, muy a su pesar, la siguió y caminó junto a ella. Su grupo de amigos los secundaban.

-¿Qué te traes con Parker?- preguntó Marie Anne a su compañero, mientras subían al aula de Transformaciones
-¿No me dirás que te estás dejando utilizar para darle celos a Feldom?-comentó Aliccie. Chuck no respondió. Pero dejó entrever con una enigmática sonrisa, que no se equivocaba.

Quien se mostraba preocupado también, por el destino de su novia mestiza era Cedric. Pero de ninguna manera se dejó convencer por los vendedores de amuletos que aparecieron repentinamente por los rincones del castillo y que lo persuadían continuamente de proveerla de colgantes de cebollas y rosas silvestres, para protegerla del Heredero de Slytherin.
-Basta con que la acompañe todas las noches hasta la entrada de la sala común- les respondió. Y era precisamente lo que se disponía a hacer esa misma noche de lunes, cuando Snape apareció en la intersección de las escaleras que conducían hasta la torre oeste.
Era bastante tarde ya. Aliccie y Cedric se habían quedado charlando en el patio hasta que el frío los había obligado a entrar.
Los amigos de ambos, debían encontrarse desde hacía mucho tiempo en sus respectivas salas comunes. Por eso el chico de Hufflepuff subía a su lado cuando escucharon la voz del profesor de Pociones, saliendo de la sala de profesores.
-Ya le he advertido, señor Diggory- dijo, recalcando cada palabra- Que la sala común de Hufflepuff se encuentra detrás de la cocina y no el séptimo piso.
-Solo estoy acompañándola - respondió el muchacho.
-La señorita Zadi no es una niñita y no necesita chaperón -se burló Snape, mientras Aliccie le lanzaba una mirada de reproche.
-Ya lo sé, profesor-insistió Cedric, intentando disimular el temor que el docente le provocaba-Pero no puedo permitir que mi novia sea atacada por quien quiera que sea, esté acechando a los hijos de muggles y mestizos.
-¿Y qué le hace creer que usted mismo no corre peligro?- inquirió Snape, sarcástico -¿Acaso confía en que su linaje será suficiente protección?

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora