Elizabeth Parker y la extraña desaparición de Harry Potter

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<Querido diario:

Me sentí muy mal cuando Jeremy anunció, a la hora de la cena, que a mediados de septiembre, dejarán la casona. No puedo evitar sentirme culpable, aunque Cynthia y mamá insistan en que no es por causa mía y que no tiene nada que ver lo que dije. Según mi hermana, ya es tiempo de que vivan solos. Además, están pensando en agrandar la familia.

 Mamá está entusiasmada con la idea de ser abuela, pero papá no se ve muy convencido. Yo sé que tiene miedo de que la maldición alcance a sus nietos y que venga otro squib a la familia.

Al menos por mi parte no tendrá que preocuparse. Yo no pienso casarme, ni tener hijos.

Voy a cuidar a Betsy, porque la abuela continúa con dolor de cabeza y no puede ocuparse de ella. Tampoco Eugene; el embarazo la está tratando muy mal . Y con los preparativos para el cumpleaños de Paula y la rabietas de Juliette, Sabrina no tiene tiempo para nada más. De modo que solo estoy yo, para darle una mano a Alexia.

¿Sabes? Estuve a punto de contarle lo de la pelea entre el señor Weasley y ese mal nacido de Lucius Malfoy, en la librería. Pero me arrepentí.

Espero que al no nombrarlo, acabe por olvidarse de él.>



Desde la ventanilla del tren, Aliccie vio a la señora Weasley correr con la pequeña Ginny de la mano, mientras Fred y George subían su baúl. 

Faltaba solo un minuto para las once de la mañana, cuando Valery (ahora convertida en prefecta) y Oliver Wood, se acomodaron en el asiento frente a ella. Cedric la acompañaba, al igual que la última vez, ya que no la dejaba ni a sol ni a sombra.

 Chuck, ahora provisto con una radio mágica, en vez de su acostumbrado estéreo personal, se contaba también el compartimento; mientras que Williams viajaba en el vagón de los prefectos, y no precisamente acompañando a su aun amigo, Percy,  sino a Suzanne Fawccet, que portaba su insignia por la casa Hufflepuff. 

Su noviazgo marchaba viento en popa, aunque no se habían visto sino un par de veces durante las vacaciones. Pero luego de coincidir en el callejón Diagon días atrás y disfrutar un helado, sentados a solas en una de las mesitas de la tienda del señor Fortescue, habían acordado que viajarían juntos en el tren.

Caso contrario era el de Harry. Su romance con Genevive Feldom, había culminado junto con el año escolar. Y aunque ahora viajaban en el vagón de prefectos uno junto al otro, se hacía evidente que solo perseveraba una amistad entre ellos. Después de todo, aunque pertenecieran a casas distintas, sus nuevas funciones los mantendrían unidos. Y más valía llevarse bien.

Entre tanto, Marie Anne y Roger Davies, compartían asientos aparte, en compañía de otros chicos de Ravenclaw. La idea había sido viajar solos. Pero ante la insistencia de Christian Stebbins y otros condiscípulos, que alegaron no encontrar otros lugares disponibles, no les había quedado más remedio que aceptarlos. Y ahora Marie Anne debía soportar la aburrida e insulsa charla entre los tres muchachos, que no hacían sino hablar de Quidditch y otros temas que a ella no le entusiasmaban para nada ( muy en el fondo, deseaba haber el hecho el viaje con sus compañeros de siempre, así tuviera que seguir soportando los comentarios malintencionados de Harry. Al menos él, siempre tenía temas de conversación con los que ella coincidía. Y hasta las discusiones resultaban divertidas, cuando las analizaba fríamente).

Aliccie entre tanto, charlaba alegremente con sus amigos, escuchando relatar nuevamente la pelea entre el padre de los gemelos Weasley y el de Draco Malfoy, a su amiga Valery.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora