La maldición de los Zadi, primera parte.

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 Querido diario:   Mañana por fin tendré mi licencia de conducir y el Mercedes de la abuela Rose será legalmente mío.

Por suerte Jeremy abandonó su actitud inmadura de los últimos días, y ya no está de mal humor. Por el contrario,  se muestra muy entusiasmado con la cita del médico muggle y el ultrasonido. Cynthia en cambio parece más ansiosa de lo normal, creo que le preocupa la idea de que el bebé resulte ser un niño. De todos modos, mañana por la tarde nos quitaremos la duda, ya que seré yo quien lleve al hospital a ambos, y también a Alexia que insiste en acompañarnos. 

Al menos la expectativa de conocer un centro de salud no mágico ha conseguido levantar sus ánimos. Me da mucha tristeza ver que a pesar de todo, no consigue quitarse de la cabeza al infeliz de Lucius Malfoy. Ojalá conociera a alguien que lograra hacerla olvidar, pero comprendo que no debe ser nada fácil.

Yo misma no he podido dejar de pensar en Severus, y la verdad es que a pesar de todo, tengo muchas ganas de verlo nuevamente.

Al menos eso me distrae de pensar en lo otro. Y también en lo que sucedió con Valery y Williams. ¡No puedo creer que se atrevieran a tanto!



Aliccie, Valery y Marie Anne, permanecieron despiertas durante horas, y a la mañana siguiente decidieron que querían desayunar en la habitación y de esa forma, continuar con la conversación de la noche anterior.

¿Se lo contarás a tu mamá?quiso saber Marie Anne.

― Algún día tendrá que enterarse― respondió Valery, todavía incrédula de su propio relato― Aunque se bien que no tomará a bien, saber que Williams entró en mi cuarto por la chimenea y que insonorizó la habitación con un hechizo.

Aquella revelación declaración consiguió perturbar  a Aliccie, en cierta manera. Aun cuando no hubiera dado detalles específicos de su primera experiencia sexual, le incomodaba saber que con tan solo dieciséis años, Valery hubiera hecho algo que  le causaba repulsión,si bien no pudo evitar la curiosidad morbosa por saber en qué circunstancias se había dado todo.

―Créanme que el pobre estaba tan asustado como yo ― declaró Valery ― . Fue también su primera vez.

Marie Anne suspiró como si hubiera escuchado el simple relato de un primer beso, entre los protagonistas de una película romántica. Pero Aliccie, un poco alterada, disimuló y evitó increparla y dar a conocer su opinión.


Esa noche, una vez a solas en su cuarto, reflexionó sobre el asunto. 

Resultaba obvio que ninguna de sus amigas había pasado por su terrible experiencia y que vislumbraban al sexo como algo normal y lógico en una pareja que se amaba. Y aunque  ninguna fuera partidaria de la promiscuidad y el exhibicionismo, no consideraban que fuera algo censurable o sucio. Y menos aun, aberrante o repulsivo.

Ambas se habían criado en el seno de familias muy diferentes, con distintos estilos de vida aunque se tratara de familias de magos. Y ambas habían tratado ese tema con sus respectivas madres alguna vez, sin ningún tipo de tapujo.

Según la versión de sus amigas, los padres de Marie Anne se habían preservado para su noche de bodas porque así lo exigía la tradición y la costumbre, más que por una cuestión moral. En cambio los padres de Valery se habían comportado muy diferentes:

En los años que el señor Salk había trabajado como empleado  del chateau, de la familia Larroquette y fuera novio de su madre, había tomado la costumbre de colarse en su habitación y  pernoctar en ella hasta que despuntaba el alba. Hasta que una ocasión fueron descubiertos por una mucama indiscreta, consiguiendo de ese modo adelantar sus planes de boda, para su beneficio.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora