Celos profesionales.

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- ¡Déjala!

Interrumpió una voz ronca y sorprendentemente autoritaria

- ¡Suéltala, Davies!

Roger se sobresaltó al escuchar la voz y abandono su posición rápidamente, aunque con cierto fastidio. Lo que le dio a entender a Aliccie que efectivamente, no veía nada malo en lo que intentaba hacer.

Por otra parte, no sabía sin sentir alivio ante el hombre que los observaba a muy poca distancia, o vergüenza, por haber sido sorprendidos en una situación tan embarazosa.

-No estamos haciendo nada malo, profesor-Defendió Roger

- ¿Estás seguro?-inquirió el docente, con desconfianza - ¿Puedes explicarme entonces por qué, la reacción de tu compañera?

Roger miró a Aliccie y solo entonces advirtió su expresión aterrada y sus ojos aun anegados en lágrimas

-Yo no...no le he hecho nada para se ponga así- se disculpó - no he tenido intenciones de...

No pudo continuar. El hombre se acercó mientras Aliccie mantenía la cabeza gacha, sintiéndose más miserable, si eso era posible.

- ¡Pues, tu conducta deja bastante que desear!-lo increpó- ¡Y no me parece honorable de tu parte que fuerces a alguien a hacer algo que no desea!

Roger bajó la cabeza también, con gesto compungido y entonces, sin poder evitarlo, Aliccie comenzó a sentir lástima de él. Y la misma sensación de culpa que en aquella ocasión en que le pidiera disculpas en el expreso de Hogwarts, luego de besarla en los jardines de la casona.

- ¡Siempre creí que eras un caballero, pero por lo visto he estado engañado todo este tiempo! -Observó el docente mirándolo con desprecio- ¡En verdad, me decepcionas!

Aliccie no pudo contenerse más y rompió a llorar ante la sorpresa de Roger y el profesor, que se le acercó con gesto paternal.

- ¿Te encuentras bien?-preguntó suavizando su tono. Aliccie, con la cara oculta entre sus manos, asintió.

- ¡Le repito que no le he hecho nada malo!- se defendió Roger, sumido ahora en la desesperación- Solo estábamos...

- ¡Cállate!-ordenó el hombre, fulminándolo con la mirada- ¡Vete al gran comedor! ¡Hablaremos después!

- ¡Profesor, le juro que no fue mi intención que reaccionara así!- suplicó el muchacho una última vez.

- ¡Que, te vayas!-rugió el profesor- ¡si no quieres que te reporte ya mismo, con el profesor Flitwick!

- ¡No, por favor!-intervino Aliccie, con voz suplicante - ¡Profesor Lupin, no haga usted eso!

El profesor de DCAO la miró. Miró a Roger que se había quedado petrificado en su lugar al escucharla. Y con un brillo temerario en sus ojos, lo instó a seguir su camino.

Aliccie no sabía si quedarse a solas con Lupin no sería peor que hacerlo con Roger. El fulgor penetrante de sus ojos y su expresión semejante a la de un animal al acecho, la intimidaban también. Y aunque su inconsciente le recordaba que era Remus Lupin, el hombre que la había ayudado a descifrar el enigma de la maldición de su familia; el hombre de expresión humilde y amable que le había hecho sentir gusto por las clases de DCAO; el mismo que esa mañana había reaparecido en el gran comedor con expresión agotada, pero saludando a todos con el mismo cariño de siempre, tampoco sabía a qué atenerse en esas circunstancias.

Había leído y releído todo el trabajo encomendado por el mismo Lupin a mediados del primer trimestre. Y luego de sopesar varias cuestiones y de comparar su calendario personal, con el calendario lunar del libro de tercer año, estaba casi segura, de que el profesor, era un hombre lobo.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora