Insoportable sabelotodo.

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Querido diario:

Antes de salir para el campo de Quidditch a presenciar el último encuentro del año, veré si puedo hacer algo por arreglar las cosas entre Valery y Marie Anne. Aun no puedo creer que Mary se haya atrevido a decirle algo tan feo a Val, cuando ella fue la primera en recriminarme por hacerla llorar al regreso de las vacaciones.

Hoy es un día muy importante para Gryffindor y no quiero que nada lo empañe. Solo espero que ganemos el encuentro, porque si no, será muy difícil contener al pobre Oliver y evitar las burlas de los idiotas de Slytherin que no han parado de agredir a Harry Potter.

Deséanos suerte y nos vemos más tarde.


Aliccie se negó a cenar ese día domingo y permaneció con su sobrino en brazos hasta que llegó el momento de entrar en la chimenea y trasladarse hasta el Caldero Chorreante.

Había un gran ajetreo en la posada y Tom corría de un lado a otro, atendiendo a los pasajeros y comensales, por lo que no prestó atención a la joven rubia que llegó por la chimenea, vestida con ropa muggle, y que permaneció sentada a una de las mesas, esperando mientras observaba un cartel en especial; uno de los muchos que adornaban los muros de la taberna y que mostraba al asesino más buscado dentro del mundo mágico, aunque para los muggles, había dejado de ser noticia ya.

En los encabezados del Time y los otros periódicos, la noticia relevante continuaba siendo la exclusión de Inglaterra del mundial de fútbol muggle.

Tom reparó por fin en Aliccie y se acercó para tomarle la orden.

— ¿Tiene pastel de calabaza?—preguntó. Por ahora, la selva negra quedaría rezagada. Había comido un gran huevo de chocolate esa mañana y ni siquiera había conseguido acabarlo.

— ¡Claro que sí!— repuso el amable hechicero— .Le traeré una porción, de inmediato.

Se alejó rápidamente para atender otra mesa en donde una familia de cinco hechiceros que vestían túnicas de ceremonia se sentaba mientras charlaban animadamente. Sin pretenderlo, Aliccie escuchó a la única mujer del grupo (una señora de mediana edad), reprender al niño más pequeño, por solicitar un plato dulce en vez de una comida normal.

—Primero la cena, luego el postre— indicó, con voz estricta. Y Aliccie sonriendo, no pudo evitar recordar aquella tarde en las mazmorras mientras preparaba la poción despetrificadora junto a Snape.

Esa magnífica tarde, luego de pasada la tensión y el temor ocasionados por el monstruo que había acechado al colegio, la supuesta muerte de Ginny Weasley y el posible cierre de la escuela, se había convertido en su recuerdo más entrañable. Y repasaba una y otra vez las instancias de ese día; atareada, cansada y hambrienta; sucia y desaliñada, luego de olvidar su túnica de trabajo y estropear su uniforme, y a su profesor sosteniéndola por los hombros, mientras le aconsejaba aprender a controlar sus emociones.

Snape la había reprendido además, por pretender comer un dulce sin haber cenado, cosa que le había hecho mucha gracia.

Luego de ese momento tan íntimo, en donde sus sentimientos se habían confundido un poco y por un instante creyó y deseó que el profesor acariciara su cabello, desordenado después de tantas horas, sin haber podido echar mano de un espejo y un cepillo para acomodarse un poco., su actitud casi paternal le había agradado e incluso se había sentido aliviada al comprobar que para él no era más que una estudiante a la que aleccionaba.

Pero ahora que sus sentimientos habían cambiado, comprender que jamás llegaría a mirarla con otros ojos, la llenaba de una incomprensible tristeza.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora