La heredera de Slytherin. Segunda parte.

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Querido diario:

Creí que al terminar de leer el diario de mi abuela tendría las cosas más claras, pero es al revés. Ahora estoy más confundida y tengo miedo de que mis amigos averigüen sobre mis antepasados. Ellos saben lo del brujo rumano que fue encarcelado y que dio origen a la maldición de los Zadi, pero lo otro...no sé si me puedan perdonar. Aunque yo no tengo la culpa. Pero ahí tienes a Marie Anne, muchos la ignoran por estar emparentada con mortífagos, y lo mío es mucho peor. Cada día me arrepiento por haber dicho lo que pensaba de Jeremy.. Ahora que no están ni él ni mi hermana la casa se siente muy sola. Y ahora sin la abuela,no sé si podré soportarla cuando tenga que volver en verano.

Mañana estaré de regreso en el colegio después de una semana. Al menos no tendré que soportar el día de San Valentín.

Aun conservo la tarjeta que Cedric me dio el año pasado y la verdad, ni siquiera sé para qué. Creo que mejor se la devolveré junto con el colgante que me regaló en segundo año. Guardar cosas suyas solo me hace sentir peor.

Hasta pronto.


Como miembro del Wizengamot, Albus Dumbledore estaba autorizado a oficiar como abogado en el mundo mágico. Y por esa razón, Wladimir y Rose habían confiado su testamento el cual guardaba según indicación de los ancianos, hasta el deceso de último de ellos dos.

El pergamino fue leído una semana después enfrente de toda la familia, aunque todos conocían su contenido.

Anabel, Emilse, Dolores y sus respectivos esposos habían oficiado como testigos el día que éste se redactó.  Y desde entonces, se habían realizado solo dos modificaciones:

Wladimir había liquidado su sociedad en la cadena de restaurantes que había abierto tras graduarse en la universidad y luego de la muerte de su padre, algunos meses antes de su partida. Eso porque Rose no estaba interesada en la administración de los negocios muggles, y porque Eleazhar, su único hijo varón, se ocupaba de sus propios asuntos.

Había sido muy doloroso para el hombre que había empezado trabajando como mozo en el salón de té de su padre, comprobar que su legado quedaba en manos extrañas. Pero dadas así  las cosas. no habia tenido más remedio que resignarse.
Esa era la segunda modificación en su testamento.
El dinero obtenido por la venta de su parte de la sociedad, que era más de lo que cualquiera habria imaginado y que permanecía en un banco muggle, era la herencia de Cynthia y Aliccie.
El oro de Gringotts, salvo una pequeña cantidad, que debía cubrir los gastos de Aliccie en Hogwarts, era para repartir entre las tres hermanas Zadi y sus respectivas hijas.
Y por último, la casona, con todo lo que contenía, a excepción de algunos retratos y adornos, era para Eleazhar y su esposa.

Esta en principio, debió ser repartida a partes iguales entre los dos hermanos menores, pero tras la muerte de Balthazar se había hecho la modificación correspondiente, conformando la primera de ambas.

Después de terminar el extenso diario de Rose, Aliccie lo cerró con llave y volvió guardarlo en su lugar, acomodando todas las cosas tal y como habían permanecido desde hacía mucho tiempo.

El enorme ropero contenía las reliquias más impensadas: Como los uniformes de Hogwarts, tanto de Rose como el de la madre, la abuela y la bisabuela de Wladimir.  Las insignias de Ravenclaw y Slytherin. Los pergaminos con sus títulos TIMO, MHB y EXTASIS. Y algo que la emocionó enormemente:

Atadas con un finísimo hilo, estaban las cartas de Hogwarts de todas las mujeres de la familia, en donde les comunicaban que habían sido aceptadas para estudiar en el colegio mágico.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora