La heredera de Slytherin, primera parte

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Querido diario: A pesar de lo mal que me hace sentir el que Cedric me ignore, me da gusto verlo siempre en compañía de alguien. Es como si nuestra ruptura hubiera aumentado su popularidad, y tanto sus compañeras de casa como varias chicas de Ravenclaw (en especial, Cho Chang, y la prima de Alexia y Eugene, Marietta), rara vez se separan de él.

Además siempre se lo ve sonriendo y de buen semblante, aunque ya nunca se vuelva a mirar a la mesa Gryffindor, y no se asome por la biblioteca cuando sabe que estoy allí.

Sé que está dolido conmigo, pero no va a conseguir que me siga sintiendo culpable Y aunque me parezca que su actitud es tonta, al menos estoy tranquila porque no ha dicho nada de lo que pasó en su casa esa noche. Ojalá algún día se le pase el encono porque a veces, solo algunas veces, lo echo de menos.

¿Sabes?, el día que regresé a Hogwarts, el insufrible de Draco Malfoy puso cara de asco cuando vio mi Nimbus 2001. Me decidí a traerla porque, como dice Oliver, esas escobas no le sirvieron de nada al equipo de Slytherin, pues de todas maneras, Gryffindor les pateo el trasero en el partido de Quidditch, con sus escobas súper veloces y todo.

Me voy a desayunar. Hasta pronto.


Después de más de dos años, Aliccie volvió a ser castigada por el profesor Snape.

Estaba en el aula de Pociones, limpiando y lavando cada uno de los calderos usados en esa clase. Y era tanto su enojo que no podía recordar el motivo del castigo ni el nombre de la poción preparada. Tampoco recordaba si la había hecho bien o había resultado un desastre. Se limitaba a lavar los elementos de trabajo para salir de una vez de ese lugar que ese día tenía un aspecto sumamente extraño. Tan extraño que no parecía el salón de clases al que estaba acostumbrada. Pero tampoco importaba. Ni importaba que Snape hubiera vuelto a su anticuado tintero y a su vieja pluma de pavo real.

Snape se levantó de pronto y caminó hacia donde terminaba de limpiar los gusanos de los pupitres (¿en qué momento había abandonado los utensilios y comenzado la limpieza de los bancos sin darse cuenta?), se posicionó tras  ella y comenzó a observarla con enojo. Aliccie permaneció inmóvil, teniendo miedo de provocarse un nuevo castigo sin recordar  la causa del primero, cuando sintió la fría punta de la varita de Snape apoyada en su sien derecha.

-Quédese muy quieta- le advirtió con tono amenazante -La estoy apuntando en el lugar justo y si se mueve solo un ápice, escrutaré su mente.

La voz amenazante de su profesor hizo que su miedo se intensificara. Si descubría lo que pensaba de él, en ese preciso momento, estaría en problemas.

De pronto, el hombre se acercó tanto, que pudo sentir el roce de su cuerpo contra el suyo. Con su mano libre le recogió el cabello que llevaba suelto por alguna razón, ya que ella nunca olvidaba su gorro de punta para la clase de Pociones (y ahora que lo pensaba, tal vez fuera esa lar razón del castigo) lo retiró para dejar su cuello libre y se inclinó sobre él para besarlo.

Aliccie sintió un escalofrío recorriendo su vértebra. El terror la paralizaba nuevamente. Hasta que Snape dejó caer su varita que hizo mucho ruido al golpear el suelo y tras liberar la mano con que  la sostenía, comenzó a bajarla lentamente desde su hombro hasta su brazo, y de allí hasta su seno, que acarició suma con delicadeza.

Sin embargo aquella osada intromisión, lejos de exacerbar su miedo, la llenó de una tranquilidad que no había sentido nunca en su vida. Como si la dominara un fuerte hechizo.

Con la respiración entrecortada, Snape comenzó a hablarle en un susurro, diciéndole palabras incomprensibles, hasta que pudo entender claramente la última frase.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora