No es un adiós. Solo un, hasta pronto.

814 45 40
                                    


Querido diario:

No podrías imaginar nunca en donde me encuentro en este preciso momento.

Estoy sentada junto a mamá en la sala de embarque de Heathrow, esperando para subir al avión que nos llevará de regreso a Norteamérica.

Todo fue muy repentino y aún no he podido reaccionar., pero me siento completamente segura de que será lo mejor.

No sé cuánto tiempo permaneceré en California. Lo que sí sé, es que me servirá para no pensar en Severus, y la estúpida confesión que le hice.

Ahora no hay marcha atrás y por primera vez en mi vida tengo miedo de enfrentarlo nuevamente. Solo espero que el tiempo y la distancia me ayuden a olvidarlo, porque no tengo ninguna duda de que este amor que siento por él, con toda su grandeza, es totalmente inútil e imposible.


A Aliccie siempre le había gustado especular, sobre quien la estaría esperando al cruzar el andén nueve y tres cuartos, cada vez que regresaba del colegio. Por ello, se llevó una agradable sorpresa al ver a Alexia, apostada muy cerca del lugar donde Harry Potter avanzaba junto a su tío muggle hacia la salida de la estación, acompañada de una persona inesperada.

—Es un gusto volver a verte— le dijo el doctor Rawson, apretando su mano delicadamente. Su prima, vestida con una falda larga y una blusa de colores chillones, sonreía embobada. Lo que le hizo recordar a su hermana cuando había ido por ella, el año anterior.

Decidió no mirarla directamente a los ojos, para no descubrir algún recuerdo que le provocara perturbación, como la última vez. Sin embargo, la expresión de su prima se debía a algo muy diferente.

La noche anterior, el doctor Rawson había pedido su mano enfrente de toda la familia, por segunda vez.

La primera y frustrada oportunidad, había tenido ocasión en la concurrida y bulliciosa cafetería del hospital, donde Germain Rawson ejercía desde su graduación. Contemplando el hermoso anillo que el doctor le ofrecía, Alexia se había sentido flotar entre nubes, hasta que la realidad la golpeó en el rostro, haciéndole recordar que aquella unión era algo imposible.

Que el hombre le doblara casi la edad, no representaba ningún obstáculo. Como tampoco lo era para él, el que ella cargara con un pasado doloroso y una hija, fruto de una relación indebida.

—Cualquier cosa, cualquier obstáculo, cualquier impedimento que te aleje de mí, siempre y cuando no sea tu falta de amor, lo superaremos juntos— había señalado—. Tu pasado, te pertenece solo a ti . Pero tu futuro, corre por mi cuenta.

Alexia no había podido más que levantarse de la mesa de la cafetería ante la mirada consternada de Rawson, para luego salir corriendo y de esa forma, impedir que el hombre al que había aprendido a amar en poco tiempo, la viera llorar. Luego, en el consultorio de Cecilia, había desahogado sus todos temores, de la misma forma en que solía hacerlo cuando la abuela Rose vivía.

—Puedo asegurarte, por el tiempo que conozco a ese buen hombre, que si ha llegado al punto de pedirte en matrimonio, es porque te ama de verdad— le había dicho su tía política, quien la amaba como si fuera una hija más.

—De eso no tengo dudas— replicó Alexia, entre sollozos desconsolados—.  Pero tengo miedo de cómo pueda reaccionar, cuando sepa que soy una bruja...

—No creo que su reacción sea peor a la mía— señaló Cecilia, con ironía—. Tomando en cuenta que tu tío me confesó su secreto,  quince años después de habernos casado.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora