CAPÍTULO 4

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Derek

La estoy besando, ¡Dios! ¡La estoy besando! Y ella me está respondiendo el beso, siento que estoy flotando en las nubes, no quiero alejarme nunca de ella. Sus brazos rodean mi cuello y con sus manos juega con mi cabello mientras profundizamos el beso, la pego aún más a mi queriendo tenerla lo más cerca posible y deseando que este momento sea eterno.

Nos separamos un instante para respirar y nos quedamos mirando fijamente a los ojos, justo cuando pienso que todo terminó y que se alejará, vuelve a pegar sus labios a los míos. Me pierdo en sus besos, en su sabor, en lo que siento mientras nuestras lenguas van danzando y conociéndose, esperé tanto por este momento, lo imaginé tantas veces pero todo esto es mucho mejor que en mi mente.

Avanzamos un poco mientras seguimos besándonos hasta que sus piernas chocan con la cama y cae sentada, empujo lentamente su cuerpo hacia atrás y me pongo encima de ella, he hecho esto miles de veces antes y nunca me había sentido tan nervioso. Acaricio su rostro con ambas manos para asegurarme de que todo esto es real y no producto de mi imaginación, y ¡mierda! Esto es lo más real que he tenido en mi toda mi maldita vida.

Sé que no iremos más lejos, sé que serán solo besos y un par de caricias. Yo no quiero nada más, Juliette nunca ha estado con nadie de esa forma y sé que no está preparada para hacerlo aún, no la obligaré a hacer nada que no quiera. Para mí, lo más importante es su bienestar y su felicidad, y podría dar mi vida a cambio de eso.

—¿Derek? —susurra mientras nuestros labios solo se rozan, no me quiero apartar ni un centímetro. Siento como si mis labios pertenecieran a los suyos. Como si fueran un imán, imposible alejarme más.

—¿Sí?

—Te quiero —me paralizo un momento, no es nada que no haya escuchado antes, me lo dijo hace apenas unos minutos pero esta vez se siente distinto. Esta vez, es distinto.

—Yo también te quiero, hermosa —le respondo antes de volver a pegar completamente nuestros labios—. No te imaginas cuánto.

***

Estamos tirados en la cama, yo estoy mirando el techo con un brazo encima de mi cabeza y con mi otra mano entrelazada con la suya mientras ella está de lado apoyando su cabeza en mi pecho. Una escena digna de retratar y que quisiera llevar en mi memoria para siempre.

Han pasado unos minutos desde que dejamos de besarnos y ninguno ha dicho nada, no sé qué decir, no sé si se arrepintió o algo; cuánto pagaría por saber lo que está pasando por su mente ahora mismo, me mata la incertidumbre.

—¿Te arrepientes? —pregunta rompiendo el silencio y moviéndose un poco para mirarme, yo pongo cara de confusión—. ¿T-te arrepientes de haberme besado?

—¿Tú te arrepientes?

—Yo pregunté primero —sonríe pero no llega a sus ojos, está triste y por primera vez no sé cómo animarla.

—Nunca me voy a arrepentir —sus ojos se abren mucho y veo un brillo que juro, hace unos segundos no estaba—, no sabes todo lo que esperé para esto.

—¿Qué? —se aparta de mí sorprendida pero me sigue mirando con esos enormes ojos color miel que nunca me aburriré de observar.

Me arrepiento un momento por haberlo dicho pero ya es demasiado tarde para callarme. A la mierda todo, me lo he guardado por años y estoy cansado de eso, si no lo decía ahora iba a terminar explotando en cualquier momento.

—Lo que escuchaste, llevo años queriendo besarte y nunca me atreví a hacerlo. Ya sé, soy un cobarde.

—Derek Archibald, si es otra de tus bromas no te volveré a hablar en mi vida —amenaza y se ve adorable, la voz le tiembla.

Cuando llegue tu amor (LCA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora