CAPÍTULO 53

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Juliette.

No dejo de morderme las uñas, los medicamentos para la ansiedad poco efecto tienen cuando estoy a punto de ver a mis padres después de todos estos meses. No sé qué les diré, ¿qué se les dice a las personas que más te aman en la vida después de que rechazaste sus visitas una y otra vez? Sí, soy una egoísta y ellos no se merecían eso, pero por primera vez necesitaba pensar en mí y la única forma que encontré para intentar sanar, era haciéndolo sola y a mi manera.

Hoy me saco el pijama por primera vez en semanas porque no quiero que me vean peor de lo que estoy así que intento arreglarme un poco más para recibirlos. Luego de la ducha diaria —por fin la enfermera deja que lo haga sin observarme ya que al parecer ya no hay peligro de que haga una estupidez—, busco en el armario y elijo unos jeans rasgados en las rodillas y una camiseta corta con la imagen de algún festival de música antiguo que no conozco, encima me pongo sweater largo abierto y para terminar mi outfit, saco mis infaltables zapatillas Converse de color blanco.

Me acerco al espejo y busco en el pequeño estuche de maquillaje las cosas que me dejaron conservar porque no ponían en riesgo mi integridad pero nunca he sido de maquillarme demasiado. Me pongo un poco de rímel, rubor sutil en los pómulos y termino con un brillo labial leve. Una vez que termino, me alejo del espejo para observarme de arriba a abajo y para mí sorpresa, me gusta lo que veo. Por primera vez en meses, reconozco levemente a la que era antes de que todo esto pasara, por primera vez siento que estoy comenzando a sanar.

—¡Pero quién es esta preciosura que están viendo mis ojos! —escucho la voz de Katrina desde la puerta abierta.

Sonrío hacia la enfermera que más me agrada del lugar y hago una pose fingida que la hace reír. No debe tener más de veinticinco años y no sé si es porque sea nueva en todo esto pero es demasiado atenta y siempre está pendiente de lo que nos pasa más allá del porqué estamos aquí, sé que es su trabajo pero realmente al verla, yo siento que es algo más... supongo que vocación.

—¿Con quién es la cita?

—Con mis padres.

—Eso es un gran paso, ¿cómo te sientes?

—Nerviosa, no sé qué decirles.

—Ashley te ayudará en eso, no te preocupes.

—Tal vez suene como una estupidez —bajo la mirada un tanto avergonzada—, pero necesito que me vean como era antes. Por eso me vestí y me arreglé un poco. Ya sé que los problemas de aquí —apunto hacia mi cabeza— no se solucionan sacándome el pijama pero por alguna razón, me siento mejor... más yo.

—Eso no suena nada a estupidez, yo creo que quitarte el pijama es un gran paso.

—Gracias, Kat.

Mira hacia todos lados, luego se acerca a mí y deja en mi mano una pequeña barrita de chocolate. Hace meses que no como una y mi estómago suelta un rugido, ella guiña un ojo mientras se aleja.

—A ver si eso ayuda con los nervios, es un secreto. Vengo a buscarte en cinco minutos para tu sesión.

No tardo en desenvolver el chocolate y darle una mordida, ¡Dios! Extrañaba tanto esto, de ser posible creo que a punto estuvo de darme un orgasmo culinario. Lo termino demasiado pronto y me arrepiento de no haberlo aprovechado más, cuando salga de aquí compraré miles y no dejaré de comer hasta salir rodando.

Katrina vuelve a aparecer y me acompaña hasta el despacho de Ashley, le agradezco por el chocolate pero después de eso no hablamos de nada más hasta que golpeo la puerta. Me desea suerte y desaparece por el pasillo.

Cuando llegue tu amor (LCA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora