CAPÍTULO 17

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Juliette

No hay mejor forma de subir el ánimo que un desayuno con dos de mis Archibald favoritos, aunque claro que me hubiese gustado también la presencia de Shelley, es probable que esté en su habitación intentando pasar la resaca.

Pasar un buen momento con Derek y Ginny hace que me olvide un poco de lo que escuché esta mañana, aunque no lo suficiente. Sigo preocupada por lo que le pueda estar pasando a mi mamá y soy demasiado cobarde como para preguntarle directamente. Estoy en un dilema, porque quiero saber pero a la vez no, me aterra que me afirmen lo que estoy pensando aunque también me están matando todas las ideas que voy creando en mi mente.

Cuando terminamos de comer, Derek le dice a Ginny que vaya a vestirse. La pequeña como siempre, hace caso a su hermano mayor y nos deja solos. Mi novio me cuenta que les dio el día libre a mis papás para que se relajen un poco y lo abrazo en modo de agradecimiento, no solo por eso, sino que por todo lo que siempre hace por mí. Pero hay algo que no me pasa desapercibido y es que durante el desayuno estuvo un poco distraído.

—¿Qué pasa? Luces un poco triste.

—Es Shelley —lanza un largo suspiro.

—No llegó a dormir otra vez —más que una pregunta es una afirmación, a mí también me preocupa.

—Sí, pero no es eso.

Me cuenta la pequeña discusión que tuvieron en la mañana, todas las cosas que dijo y cómo lloraba desconsolada en sus brazos. Lo acerco a mí, apoya su cabeza entre mis piernas cruzadas y comienzo a acariciar su cabello, sé que eso lo calma.

—Yo sé que todo lo que dijo es verdad —dice con un hilo de voz—, pero no puedo dejar que mi hermana se pierda, ¿quién sabe con qué imbécil se va cada noche? Le pueden hacer cualquier cosa, Julie. Si le pasara algo yo no me lo perdonaría.

—Estás tomando una responsabilidad demasiado grande y eso te está sobrepasando.

—¿Cómo no tomarla si tal como dijo ella, tenemos unos padres de mierda que no se preocupan por sus hijos?

—Ellos hacen lo mejor que pueden —no es lo que pienso pero sí lo que necesita escuchar—. Tal vez no sea la forma pero ellos los aman por sobre todo.

—Darnos regalos caros para justificar su falta no significa que nos quieran.

No digo nada más, en realidad no sé qué decir. No puedo justificar a dos personas a las que no conozco del todo y mucho menos si no comparto la forma que tienen de tratar a sus hijos,

—¿Quieres que hable con ella? Supongo que a una amiga uno le cuenta más cosas que a su hermano —pregunto y cuando él se levanta para mirarme lo apunto con un dedo—. Pero no te contaré ningún detalle de la conversación, ya lo sabes, código de amigas.

—Eso no es justo.

—¿Te gustaría que le contara a tu hermana todos tus secretos?

—No, pero...

—Fin de la discusión, iré a darme una ducha y luego veré a Shelley —le doy un beso rápido y me alejo—. Te quiero, adiós.

Cuando voy por el pasillo escucho un grito que dice «te quiero» así que no puedo evitar dar media vuelta y volver corriendo a darle esta vez un verdadero beso. Al separarnos, noto que tengo las mejillas encendidas pero debo armarme de toda mi fuerza de voluntad para separarme de él. Aún tengo muchas cosas por hacer.

Salgo nuevamente de la habitación y escucho varios «te quiero» más, con la esperanza de que vuelva pero esta vez no lo hago, solo sonrío y me dejo querer. Me doy la ducha más rápida de la vida y una vez lista, voy a la cocina a buscar helado y me dirijo hacia el otro lado de la casa a la habitación de mi amiga. Toco la puerta y recibo un gruñido por respuesta.

Cuando llegue tu amor (LCA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora