Juliette
—Buenos días —Derek entra a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja mientras yo me estoy riendo de un mal chiste que dijo papá, apenas lo escucho dejo de reír de golpe y aparto la mirada. Esto está mal—, ¿me puedo unir a la celebración?
—Por supuesto —dice mi madre, alegre como siempre—, ¿quieres panqueques?
—Puedo prepararlos yo —se acerca a mi madre pero ella se niega y apunta hacia las sillas.
—Estás loco, siéntate ahí. No quiero que incendies la casa.
Todos sabemos que solo bromea, ya que Derek cocina bastante bien. Estoy sentada frente a mi plato de panqueques jugando con ellos ya que de un momento a otro toda el hambre que tenía desaparece y eso es demasiado extraño en mí. Él mueve el asiento del lado, acercándolo aún más al mío antes de sentarse.
—Hola —dice con una sonrisa mirándome de reojo.
Solo muevo la cabeza porque no me sale la voz, lo mejor va a ser olvidar todo lo de ayer, fue la emoción del momento y solo dijimos las cosas por eso. Definitivamente, Derek no puede sentir lo que dijo y no, no es por inseguridad que lo digo, me siento bien conmigo misma pero he visto a la cantidad de novias y «amigas» que han pasado por aquí y ninguna tiene un mínimo parecido a mí —ni físico ni psicológico—, por lo que resulta absurdo que de la noche a la mañana resultara que yo le guste. Así que sí, lo mejor es olvidar para no sufrir.
Mi madre se da la vuelta para encender la cocina y no tengo ni tiempo de reaccionar cuando Derek se acerca y me da un beso rápido. Lo quedo mirando sorprendida, con los ojos como platos y él solo sonríe inocentemente como si no hubiese hecho nada, igual a como hacía cuando teníamos siete y se comía la última galleta.
—Fue un regalo de cumpleaños —susurra pero mamá también lo escucha y se da la vuelta.
—¿Qué cosa? —pregunta enarcando una ceja.
—Esta flor —responde Derek, y me pasa una rosa que había sacado recién del florero. No puedo evitar largarme a reír, siempre sabe cómo arreglar las situaciones a diferencia de mí que siempre me paralizo.
—Julie me contó que remodelaste el tercer piso para ella.
—Sí, nadie ocupaba el lugar y Julie merecía un lugar para ella.
—Muchas gracias —le responde mi mamá y le entrega su comida—. No sé cómo podré agradecerte todo lo que haces por mi hija.
—No hay nada que agradecer, Maggie. Ustedes son lo mejor que hay en esta casa, las considero a ustedes más familia que a mis padres o a mis hermanas, porque paso la mayor parte del tiempo con ustedes.
—Sabes que tus padres deben trabajar muy duro —lo intenta tranquilizar mamá, ya que sabemos lo solo que se siente a veces y también que piensa que lo que hace nunca es suficiente para nadie.
—Ya sé, Mags —suspira y comienza a jugar con la comida, como estaba haciendo yo hace un rato. Es una cosa que tenemos en común—. Pero no se morirían por llamar de vez en cuando para saber cómo estoy o cómo me fue en el último campeonato y ahora mismo no es que estén trabajando, deben estar pasándolo tan genial en el caribe con mis hermanas que ni siquiera se acuerdan de que tienen un hijo y ni envían un mensaje —mira hacia su plato, y mi corazón se encoje, no me gusta verlo sufrir. Come un poco de sus panqueques y muestra una sonrisa. Se puso la mascara de «no me importa nada» pero a mí no me puede engañar—. En fin, hoy es tu cumpleaños y no dejaremos que nada lo arruine.
—¿Estás bien? —no puedo evitar preguntar aunque sé que suena estúpido, es más que obvio que no lo está.
—Claro, y será mejor que desayunes rápido ya que tengo otro regalo para ti.
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Cuando llegue tu amor (LCA #1)
Teen FictionDerek y Juliette son mejores amigos desde los tres años, comparten todo y no se imaginan la vida separados del otro. A medida que pasan los años, juntos van descubriendo la vida, aprendiendo de sus errores y viviendo experiencias que jamás podrán ol...