Mentiría que me sentía vulnerable sin mis cascos, escondiendo la sociedad ante mis oídos. Aquello de salir sin cascos, ni el móvil, era.. realmente una suicidio. Almenos en mi forma de ser.
El paraguas no apareció por ningún lado. Era un objeto con suerte de poder esconderse.
Salí de casa y bajé las escaleras de dos en dos. No podía adentrarme fuera sin un paraguas, a menos que estubiera dispuesta a empaparme en medio de la tormenta.
Sí. Mientras yo dormía, aprovechando la calma antes de la tormenta. Porque este fin de semana.. sería incapaz de dormir. Temiendo los minutos que pasaba sin voz luego de despertar.
Golpeé la puerta varias veces. Sin oír los pasos y el crujir del viejo suelo. ¿Hana no estaba en casa?
Miré la hora nuevamente. Se hacía tarde y si ella no estaba era una tontería seguir golpeando aquella puerta. Volví sobre mis pasos, dispuesta a abandonar el portal. Como perdiera el bús del instituto, tendría que ir a pie. Con la lluvia que caía cual cascada.
-Eh, Alex ¿no?
Maldito altos reflejos. No pude evitar girar la cabeza en la dirección de la que procedía aquella voz.
Samuel. Con el pelo mojado, del que caían gotas que descendían por su pecho.. perdiéndose en algún punto entre la toalla y lo que había debajo de ella.
Ante aquel panorama, el primero de aquella forma, del que yo era testigo; se me permitía quedarme un poco descolocada, ¿verdad? No acosumbraba hablar con la gente, ni mucho menos verlos de aquella guisa.
-¿Que querías?
Uno. Dos. Tres. Inspiramos. Cuatro. Cinco. Seis. Expiramos. Aquello me sirvió para calmarme. Lo que consiguió divertir a Samuel, por la expresión y el desmesurado tamaño de su sonrisa.
-Un paraguas. He perdido el mio y no me da tiempo a comprar otro.
-¿Lo necesitas para ..?
Aquel proyecto de hombre carecía de sentido común. Sino no me explicaba quién preguntaba por la utilidad de un paraguas. Para-aguas. ¡El inventor no se comió el coco para darle nombre!
-Para no mojarme, ¿sabes? Y- le señalé- podrías vestirte digo yo..
-Te molesta, ¿uh?-esbozó una sonrisa que me invitó a insultarlo. Pero resistí aquella magnífica oportunidad. Seguía siendo el nieto de Hana, y yo alguien que apreciaba a mi vecina como una abuela.- Pasa.
Me quedé estupefacta ante lo que había dicho. Como si un perro me hubiera dicho: «¿Tengo monos en la cara?»
-No me mires asì. Pensé que podría esperar a mas tarde.. pero tienes ante tí, al guía de vuestro campamento por el Parque Natural.
-¿Qué?
-Me visto y te llevo. Pasa antes de que te arrepientas.
Obedecí. Aquel era el nieto de Hana, Samuel. Un camarero que me había dado un mal servicio como tal, y dañado mi orgullo. Además de ser el guía de mi viaje al Apocalipsis.
Porque si dependía de mi. Nadie saldría bien parado de estos dos días.
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Quiero un beso bajo la lluvia
RandomQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...