Capitulo 26

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Realmente no queria abrir aquella puerta pero deberia regresar ya a casa. Llevaba aproximadamente cuatro horas paseando por el centro sin rumbo fijo y observando a la gente. No habria vuelto a mi casa de no ser por el irritante hilo musical que habian instalado, donde te taladraban los oídos con sus insufribles villancicos de letras ilógicas. La consumidora que habia dentro de mi, queria comprarse unos cascos para enchufarlos al móvil y que desapareciera aquella tortura de alaridos infantiles.

Las navidades se acercaban inevitablemente. Y como era costumbre, almenos para mi, debia buscar un destino apartado donde viajar y perderme del espiritu navideño. Me gustaria viajar todas y cada una de las vacaciones, pero con el dinero de Emilio no puedo. Podría trabajar.

¿Trabajar? Imposible. Tendria que llevarme bien con la gente. Interactuar con ella. Ya tengo suficiente con Samuel y Dereck.

Suficiente, no, de sobra.

-¿Que haces aqui sentada?- preguntó una voz grave, marcada por los años.

Suspiré, intentando suavizar todo lo que pude la expresión de asco que se me ponia en la cara al verlo. Intentaria ser agradable para que abandonara mi entorno lo mas rápido posible. Si. Era un buen plan.

-Estoy en mi portal. Vivo aquí.- Murmuré, levantándome de las escaleras.- La pregunta es.. ¿que haces tu aquí?

-Pago el alquiler. ¿No tengo derecho?- insistió, sacándose las llaves del bolsillo para abrir la puerta.

¿Acaso todo el jodido mundo tenia llaves de mi casa o que? Joder, para eso quitaba la puerta y ponia una puta sabana. Si, y creo que entraria menos gente.

-¿De donde has sacado las llaves?- pregunté, siguiendolo al interior.

-Tu casera me las dió.-Respondió, cerrando la puerta y caminando a la cocina.- Soy tu padre, deberias tratarme con mas respeto.

Reprimí una risa irónica, e intenté que el asco no se viera en mi cara al verlo allí en un patético intento del padre del año. Todo apuntaba a que queria hacerme la cena. ¿Y después que? ¿Ver una peli con palomitas? ¿Sentarme en su rodilla a contarle mi vida? Si piensa eso, va tibio.

-Me voy a casar de nuevo.- Comentó, abriendo la nevera.

-Muy bien. Felicidades.- Dije sin ninguna emoción.-Ya has dicho lo que querias, asique puedes irte. ¿Viniste para eso no?

Vale. Lo admito. Estoy realmente molesta. Odio que invadan mi espacio, y mucho más, que no pueda echarlos. Pero se lleva la palma si es Emilio el que la invade. Esto nunca ha pasado, y realmente la experiencia no me está gustando en absoluto.

-Vine a decirte que te mudaras con nosotros.- Añadió, girándose para observar mi reacción.- Melisa tiene dos hijos pequeños, y no puedo mantenerte a ti por separado y a ella con sus dos hijos.

-Me importa una mierda.

Las cosas mientras mas claras mejor, ¿no?

-Yo no pienso vivir contigo, ni mucho menos con otra gente.- Añadí, mirándolo a los ojos.- Haber si te enteras de una vez. Si algo indica que tu eres mi "padre" -escupí con sarcasmo aquella ultima palabra-, son los papeles legales. Porque a mis ojos no eres mas que un jodido imbécil al que..

No ví venir aquello. Emilio dejó un bote sobre la mesa y de dos zancadas llegó a mi lado. Tras lo cual, me dió una bofetada que resonó en la silenciosa cocina.

-¿Desde cuando te has convertido en una engreída?-gritó enfurecido.-Tú harás lo que yo te digo porque soy tu padre.

-¿Mi padre?-dije con sarcasmo.-Prefiero que lo sea antes un grupo de pirañas hambrientas.

Emilio, me levantó la mano otra vez. De nuevo sentí el impacto de su mano contra mi mejilla. Aunque esta vez no me dolió. Ya estaba acostumbrada a ser golpeada por todos. A fin de cuentas, el mundo me odiaba una pequeña parte de lo que yo lo odiaba.

-Preferiría que hubieras muerto tú a tu madre.-Añadió mientras caminaba hacia la puerta.

-Yo también lo preferiría..-susurré, posando mi mano en mi mejilla.

A fin de cuentas era el maldito saco de boxeo de todo el mundo, fuera mi actitud como fuese.

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora