Capítulo 110

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-Álex... te quiero- susurré en su oído, trazando círculos en su hombro.- Eres maravillosa.

Seguía sin creerme lo que acababa de hacer con Álex. Le he demostrado todo mi amor... y ella no se ha mantenido indiferente. ¿Es una señal? ¿Puedo confiar en que todo será diferente apartir de ahora?

-Ha sido increíble- susurró, girándose y aplastando su rostro contra mi pecho. La abracé con fuerza, disfrutando esta nueva sensación de tener su cuerpo completamente pegado al mío.- Siento que no hayas sido el primero...

Mantuve el silencio. No quería volver a hablar de ese tema. Álex y el tipo, ese tal Luca, acostados como yo estoy ahora con ella... Lo que mas me enfadaba era.. ¿por qué él? ¿Acaso no había visto Álex que solo quería dañarla? ¡Por Dios que ahora tiene los brazos como una de esas personas deprimidas!

-De verdad.- Insistió, alzando la cabeza para mirarme a los ojos.

Me habría gustado ser la única persona que conocía todos los secretos de su piel. Pero no pudo ser así, soy egoista. Muy egoísta. Ella no ha sido la única para mí. Además... aún no le he dicho lo de Alia.

Ví como Álex palidecía antes de volver a abrazarme. Estaba temblando.

-¿Te pasa algo?- susurré besando su frente.- Puedes confiar en mí, cactus.

-No me llames así.- Su voz sonó demasiado autoritaria.- Lo siento, estoy cansada, es solo eso.- Se disculpó.-Ha sido precioso..

Minutos mas tarde, Álex se libró de mi abrazo y corrió en dirección al baño. Demoré bastante en oír sus arcadas mezcladas con sollozos. Abandoné el calor del edredón, andando hacia ella. Sujeté su pelo de oro delicadamente procurando pasarle una mano por la espalda. Este gesto no solo no detuvo su llanto si no que lo aumentó.

Se me rompía el alma al verla así. ¿Qué le pasaba?

-Samuel, vete. Quiero que te vayas ya.

Aquellas palabras me ardieron como un latigazo.

-Pero... tu y yo...

-Ni tu y yo ni hostias. ¡Vete!- Gritó tosiendo.- Coge tus malditas cosas y pírate.

-No quiero.- Me negué soltando su pelo.- Volverás a desaparecer. Tengo esa sensación. No quiero perderte. Ahora menos que nunca. No después de lo que acabamos de hacer.

-Ha sido un error.- Giró su cabeza para mirarme a los ojos. Estaban húmedos y tristes. Quise abrazarla pero no era el momento.- Todo esto ha sido un maldito error. Relacionarme contigo siempre es un error. Tengo que dejar de hacerlo.

-¿"Relacionarme contigo siempre es un error"? ¿Perdona? ¿Y ese tipo, Luca, él no fué un error?

-No hables de Luca.- Susurró, sujetándose del lavabo para ponerse en pié tras vomitar en el retrete.- Él es la mejor persona que he conocido en mi vida.

Y los celos reaparecen. Esa sensación de estar compitiendo con alguien a quién no superaré nunca. ¿No iba a ser todo diferente ahora? ¿Soy el único al que le importa lo que acabamos de hacer? ¿Es un acto tan mundano para ella el acostarse con alguien?

Solo entonces lo entiendo.

Ella no ha dicho que me quiera... solo ha dicho que sabe que la quiero.

-A él- susurré bajando la cabeza, incapaz de mirarla-, sí le quisiste ¿verdad?

No respondió. Los instantes de incertidumbre se clavaron en mí como cuchillos. Salí del baño y me vestí. Reparé en que Álex habia cerrado la puerta del baño, débiles sollozos procedían de la estancia pero ya no podían afectarme.

Ella ha empeorado. Esta no es la Álex que yo conozco, y ahora me ha quedado claro, dolorosamente claro.

《Me quedaré con la condición de que no me toques.》

No le había molestado que la tocase e incluso que mas. Maldito Luca, maldito Emilio...

Abrí la puerta para abandonar la residencia de Unai y me encontré a su dueño de pié con bolsas en la mano, atraviado con su traje de policía.

-¿Qué haces tú aquí?- gritó, interponiendose en mi paso.- ¿Qué has hecho?

-¿Prefieres hablar conmigo o ir a socorrer a tu novia que se ha encerrado en el baño?

-¿Álex?- gritó nuevamente, entrando en su casa.

Asi que esa expresión era la que invadía mi cara todo el tiempo cuando estaba con ella. Es bueno saber...

Bajé las escaleras de dos en dos. Sinceramente... mi deseo de alejarme de Álex era grande... casi tanto como el sentimiento de dolor por el nuevo rechazo. Tarde o temprano volvería a verla, a fin de cuentas ella era la hermanastra de mi hija y merecía saberlo.

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora