Capítulo 125

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-Soy un drogadicto...- murmuro con incredulidad. - Lo que me faltaba.

Salgo del hospital sintiendo la brisa fría golpeándome la cara. Ha oscurecido. Será mejor que me apresure en buscar a Marga y compañía antes de que desaparezcan en la noche. Les dije que la cosa no se quedaría así. Uno no intenta golpearme y violar a alguien ante mis ojos para luego irse de rositas.

-¡Tú!

Me giro cuando Papá Oso me estira de la capucha haciendo que me trague mi último chicle. Parece cabreado pero realmente... me da igual. Quién debería estarlo soy yo. Esa rubia me ha creído drogadicto porque... me latía fuerte el corazón.  Si es que es tonta. Es TONTA.

-¿Qué quieres? 

Los ojos del tipo se fijan en mí, siento deseos de dar media vuelta y seguir mi camino. La situación... en fin, me da que será una conversación Damián-aléjate-de-ella-bla-bla-bla, el tipo no parece tener otro repertorio. Peor que disco estropeado.

¡Como si a mi me interesase la tonta esa! ¡Me ha llamado drogadicto por querer.. nada. Yo no quise nada. El golpe debió volverla mas tonta de lo que ya era. ¿Quién en su sano juicio alquila la Guarida? La rubia, no está bien de la azotea desde antes del accidente. Yo no tengo la culpa.

-Que desaparezcas.- El poli se mete las manos en los bolsillos, y sonríe.- Alexandra tiene mucho pasado de por sí. No os convenís.

-¿Quién te dio el título de experto en saber sobre los demás? Quizá me interese sacarme uno. Parece int...

Unai me alza por el cuello de la sudadera y me estampa contra la pared mas cercana, alzándome varios centímetros del suelo. Su aliento me golpea la cara... Tantas veces había estado en esa posición,  con diversas personas por culpa de una antigua desición. Ya ni me sorprendía el picor de tener la tela clavada en mi nuca.

-Mira tapón, ya te he dicho que no me toques los cojones...- no necesita elevar su tono de susurro para que le oiga sobre los latidos de mi corazón cuyo sonido me martillea en el oído.- Déjala en paz. ¿Te queda claro? Haz como si no existiese. Fin. Complicado no es.

El poli se aparta y mis pies tocan el suelo. Me acomodo la sudadera en un intento de simular que no me ha alterado nuestro encuentro. Cuando alzo la vista, el poli está regresando al interior del hospital.

-¡Feliz Navidad precioso! ¡Ya te llamaré y nos tomamos un café!- le grito burlón, antes de ponerme la capucha y continuar andando hacia la parada del autobús.

Me rugen las tripas, pero no es la primera vez. Puedo aguantar dos días así,  solo por haber discutido con la terca de mi madre y empeñarne en no ir a casa. "No es bueno para tu salúd, Damián"; dice siempre y me prepara una gran comida sustanciosa. Yo creo que disfruta cocinando todo aquello para luego sentarse sin comer nada mientras me mira engullir como si no hubiera mañana.


Llego a la guarida provisional y me encuentro con la multitud centrada en torno a Marga, sumida en absoluto silencio. Frunzo el ceño, extrañado. Esta gente no conoce el significado de estar en silencio ni dejándolos sordos.

Y para cuando veo la melena castaña, ya es demasiado tarde. Están todos girados hacia mí, expectantes. No hace falta volver a mirar para reconocer a la perfección quién es la que se encuentra arrinconada contra la pared, temblando como una hoja. El miedo se refleja en sus ojos verdes abiertos de par en par.

-Como íbamos diciendo, antes de que tu novio... exnovio, nos interrumpiese- dice marga, cogiendo a Sara por el pelo para que ella la mirase.- Tu perfecto Damián tenía un acuerdo con nosotros,  mientras acate mis ordenes y no traicione, no te tocamos un pelo. Peeeero...- Marga ahora fija la mirada en mí.- Aquí alguien ha incumplido su palabra, ¿verdad?

Los amigotes de la banda profieren gritos que me parecen ajenos. Todo lo que no es la mirada suplicante de Sara me parece carente de importancia. Ella no debería estar aquí. No tiene la culpa. Desde que la dejé ya lo ha pasado suficientemente mal, no merece esto.

-Dammy...-susurra mientras una lágrima resvala por su mejilla.

-Marga déj...

La voz muere en mi boca al verla sacar la navaja. El brillo de la cuchilla nunca me  había acojonado tanto. La dejé para evitar esto. Solo quería protegerla.

-Gatito, gatito... mira- hace una línea por el cuello de Sara sin llegar a cortarle, en ese instante mi corazón deja de latir-. Tú me traes a la rubia y yo suelto a tu novia. ¿Ok?

-¿Cuándo?- susurro.

-Ahora mismo. O estos se la meriendan.

Asiento. No tengo voz para afirmar nada.

No sé como he llegado a esto...

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Ey, aquí alexiel! Siento no haber subido nada.. problemas personales y esas cosas. Este cap se lo dedico a esas lectoras activas tan geniales que tengo! Muchas gracias por molestaros en leer esto taaaaan largo ♥ besos ♥

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora