Golpeé la puerta por tercera vez la puerta y nadie salía. ¿No había dicho Emilio que los niños nunca salían de casa? Yo en su estado no abandoné la cama en absoluto. Las fuerzas me abandonaron cuando el vacío se hizo aún mas grande... tras asumir que la puerta no se abriría de nuevo con un "hola princesita" acompañado con abrazos ahogadores.
-No están en casa, váyase por favor.- Me rogó un anciano desde el jardín de la casa contigua.
Seguí insistiendo pero nadie abrió. Continué acudiendo pero nadie llegó a abrirme nunca. Todos los días iba a golpear la puerta durante media hora, deseando que no fuese demasiado tarde. Había ocasiones en las que me preguntaba qué decirles o cómo presentarme.
Días después oí como dos ancianas hablaban de una notica macabra capaz de helarle la sangre a cualquiera. Recuerdo ese momento perfectamente porque llevaba una bolsa de manzanas... comida saludable, que al oírla cayó al suelo. Recuerdo que Anne-Marie, mi madre, solía insistir en anudar aquellas bolsas. Nunca pensé en aprenderlo de esta forma.
Una abuela había asesinado a sus nietos tras la muerte de su madre y había sido soltada en libertad.
Pagué las manzanas y corrí hacía la casa. De camino recuerdo que cayeron varias frutas. Gente me llamó para devolvérmelas pero no detuve mi carrera. La bolsa... solo tenía una manzana cuando llegué a su casa.
Golpeé la puerta tan fuerte que comenzaron a dolerme las manos. Los vecinos salieron pero ninguno expresó palabra alguna, simplemente me observaban. No sabría expresar con palabras todas las imágenes que rozaron mi mente, quizás porque con lágrimas en los ojos no podía verlas bien.
Esta vez... la puerta se abrió y una mujer pálida asomó la cabeza. Poseía ojeras muy marcadas bajo sus ojos además de aparentar fragilidad. Nada de eso me importó.
Cogí a la anciana por el cuello de su bata azul con flores, y la alzé. MIentras la oía rogar por su vida, mis ojos seguían borrosos. ¿ Por qué me molestaba tanto? Nunca llegué a cruzar más de una frase con esos niños.
-¿Cómo te has atrevido a matar a tus propios nietos?
Tal vez estaba fuera de mí pero ningún vecino me interrumpió, se limitaban a observar en silencio. Aquella anciana... me había arrebatado la única posibilidad de tener algo que proteger. Quizás... tan sólo... me estaba sintiendo sola de nuevo.
-Él... me arrebató a mi niña...-lloriqueó la mujer, sorbiéndose la nariz.- Lo justo es que yo le lleve a sus hijos con ella.
Empujé a la mujer contra la pared, alzándola aún mas. Mis manos tembablan de impaciencia. Sólo entonces fuí capaz de darme cuenta de que estaba pasándome. Mis manos... querían cernirse sobre su cuello para extinguir todo signo de vida.
Dí media vuelta y comencé a andar sin rumbo... tampoco importaba. Estaba sola, ¿no? A los monstruos... les toca cuidar de los maltratadores mientras la buena gente hace lo incapaz para que mis manos contaminadas no toquen su pureza.
De una forma u otra, acabé en el portal de Hana, como aquel día tras irme de la casa de Samuel.
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Quiero un beso bajo la lluvia
RandomQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...