Sentada en una mesa de la esquina, observaba mi café sin deseo alguno. No tenía hambre, ni sed. El estómago se me encogía al pensar lo que haría Hucha-Collins para vengarse.
Nada bueno. Tendría que acostumbrarse a que ya no me quedaría calladita y dejara que me abusara.
Miré mis muñecas cubiertas por unas vendas blancas cortesía de Samuel. Oí una taza sobre la mesa y luego una voz masculina sentada enfrente mía. Alzé la vista y nuevamente estaba ahí. Aquel maldito ignorante.
-Alexandra. Puedes confiar en mí.-Insistió Dereck, el nuevo.
Suspiré. Aquellos que querían saber que me pasaba eran peores que los causantes. No toleraba la facilidad humana de fingir interés, empatía o incluso cariño. Era realmente repugnante.
Y aquel chico, estaba condenandose por fingir algo que no sentía sin motivo aparente. Además que conocerme, no era motivo suficiente para preocuparse por mi. Menudo imbécil.
-Deja de ignorarme. Me molesta que lo hagas.-Prosiguió, mirándome fijamente.- No le diré nada a tu padre. No soy tan hijo de..
-Ya te lo he dicho. Cuentale lo que te apetezca. Y no es mi padre, es Emilio. - Finalicé mirándolo a los ojos, también.- Déjame en paz. No tienes ni idea, ni tampoco quiero contarte nada. Vete de aquí, pesado.
Apartó la mirada. ¿Aquello le había dolido o sabia fingir realmente bien? O.. simplemente. haberse acercado a mí para comprobar si era una presa fácil.
Alargué las mangas del gerséi. Y al observarlo me dí cuenta de algo. Aquel gerséi no era mio.
-Nos conocemos de niños..- susurró, volviendome a mirar.- Tu madre era la mejor amiga de la mia. Y nosotros..
-No hay un nosotros.- Le interrumpí.- Mi madre esta muerta. Y el pasado me importa menos que el color de tus calcetines.
Aquel chico.. Dereck, estaba realmente molestándome a tal punto que de un momento a otro tendría una ducha de café frío.
En mi mente se gravó una imagen. Una sonrisa infantil, carente de dientes; que poseía un niño de pelo castaño y ojos marrones, algo rechoncho.
Aquel era mi unico recuerdo de Dereck. Ese y el de la caja de recuerdos que enterramos junto a mi antigua casa. Aquella caja contenía una foto y carta de mi madre. Recuerdo que insistió mucho en que no la abriera.
-¿Alexandra..?-llamó mi atención Dereck.-¿Me estás oyendo?
-La caja.
Ví la sorpresa en sus ojos, y una sonrisa nacer en su boca. Algo cambiada a mi recuerdo pero podría afirmar que era él.
-¡Alex!- oí que alguien me llamó.
Me giré y era Samuel. Desde la entrada del comedor, con mi gerséi en su mano y papeles en la otra mano. Ante la ausencia de una respuesta se acercó a mi mesa. Justo cuando Samantha entraba en escena.
Genial. Otra razón por la que llamarme puta. Que día mas agradable me espera.
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Quiero un beso bajo la lluvia
SonstigesQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...