-Álex, tienes que comer algo...- murmura Unai en mi oído.- Venga te prepararé algo.
Asiento, apartándolo para levantarme. Me encuentro algo mejor. No sé que demonios me ha pasado, pero no quiero que se vuelva a repetir.
-¿Estás mejor, no?
Creo que si abro la boca la voz no me saldrá asi que vuelvo a asentir. Sus ojos marrones verdosos parecen preocupados, por un instante me recuerdan a los azules de Samuel apenas nos conocimos. Tengo que dejar de compararles. No son iguales.
Asiento, mientras tomo su mano para ponerme en pie.
-¿Quieres tomar una ducha mientras preparo algo?
-Gra... cias.- Consigo decir con la voz rota.
Unai sonrie antes de abrazarme de nuevo tras lo cual se separa y abandona la terraza. Le sigo despacio, apoyándome en la pared y luego en los muebles. Me cuesta andar... quizás sea porque en lo que llevo de día solo tomé aquel café con el donut.
¿Por qué estaba siempre encontrándome con gente peligrosa para que al final un "alma caritativa" apareciese y me salvara? ¿Qué demonios soy, la princesa que necesita ayuda hasta para limpiarse el culo? Por Dios... tengo que irme de aquí lo antes posible.
Unai trae una toalla negra y una bolsa en lo que parece estar un pijama nuevo. Demasiadas molestias en mi forma de verlo.
-Úsalo mientras pongo a lavar tu ropa.
Lo acepto con una mueca, y entro en el baño, cerrando la puerta después. Lentamente me voy desnudando, dejando que surjan algunos recuerdos como siempre.
Aquella vez que no tenía toalla en casa de Samuel, la vez que trabajé en su cafetería, esa canción que tanto cantaba...
Soy un monstruo. Pienso en Samuel cuando debería pensar en Luca. Tengo que recordar siempre lo que le hice. Yo acabé con su vida. Lo arrebaté de su familia. Jamás podrán llenar ese vacío. Usé a una persona para ocultar mis sentimientos... Asco. Eso es lo que siento por mi misma.
Quizás si sigo a Luca... su familia podrá perdonarme. ¿Suicidarme? ¿Desde cuándo tengo estos pensamientos sobre la muerte? Parecen haber pasado siglos desde que mi opinión sobre ella era un acto de cobardía.
Acabo de desvestirme y entro en la ducha. Enciendo el grifo eligiendo el agua caliente al máximo. No tardo en sentir mi piel siendo abrasada. Reprimo el impulso de apartarme, y me muerdo el labio inferior.
Mi pequeña lluvia privada se ha convertido en dolor líquido que me castiga.
-¿Álex?
Oigo la voz de Unai seguida con suaves golpes en la puerta. Le ignoro y cambio el agua abrasadora por la gélida. Me estremezco al sentir tal contraste pero poco a poco voy perdiendo la sensibilidad cuando mi cuerpo baja su temperatura.
Cierro el grifo de inmediato.
¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Qué me pasa? Yo no soy así. ¿Autocastigarme? No fué culpa mía que Luca muriese. No fué culpa mía... él ya estaba mal de antes... de verdad...
Acabo de ducharme y me enfundo en el pijama azul oscuro de Unai. Dejo la ropa en el cesto sin mucha ceremonia seguido de abrir la puerta con demasiada fuerza.
Un Unai más preocupado que nunca está de pie en el pasillo. Me mira con los ojos abiertos como si pensara que no volvería a verme tras entrar en el baño. ¿Todos los hombres serán tan sensibles? Emilio no, es lo más insensible que hay en el mundo. Quizás con la edad... se endurecen demasiado.
-Me queda enorme- comento rompiendo el silencio.- Pero gracias.
-Eres como un pájaro...
-¿Perdona?
-Siento que si te dejo libre no te volveré a ver.
Veo como una lágrima se abre paso por su mejilla pero inmediatamente se la seca y sonrie.
-Lo siento, no debí haber dicho nada. Esto... he pedido pizza. No sé tú pero a mi me encanta.
-Te estás tomando demasiadas molestias por mí... no las merezco. En serio.- Comento bajando la cabeza.- No me conoces, ni eres consciente de lo que he hecho. Has visto como golpeé a mi padre... Nadie ayudaría a alguien como yo.
Unai sonrie de nuevo y pone su mano en mi hombro. Por un segundo creo que soy pequeñita pero inmediatamente después se pasa cuando me coloca el pelo tras la oreja.
-¿Te crees que yo soy mejor? Todos cometemos errores. No soy quién para juzgarte si soy incapaz de contarte los mios. Solo te pido una semana, luego podrás irte... te pagaré.
-No es por el dine...
-Te han echado de casa.- Me interrumpe- Creéme, he estado en tu situación. Lo vas a necesitar.
Abro la boca para decir algo pero se me olvida. Simplemente le miro a los ojos y callo. Podría aceptar su ayuda, es hora de que me trague mi orgullo. Siento curiosidad por su vida, es como... si no fuera distinto a mí. En el fondo... eso me asusta un poco.
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Quiero un beso bajo la lluvia
De TodoQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...