Capitulo 68

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Dejé la maleta en el suelo mientras buscaba algo que decir. Las despedidas.. bueno, todo tipo de acción que implicaba socializar con otras personas no era lo mío. Y Tatiana no parecía ser una lumbreras en ese campo, ya que cada vez que la veia no podia evitar recordar sus "agradables"  y "femeninos" ronquiditos.

-Bueno...-murmuró girándose y tendiéndome un papel- este es mi número si necesitas algo avísame.

Observé a la chica roncadora que tenìa ante mi, asombrada. ¿Le había caído bien? Una persona no daria su número para quedar bien, ¿o si?

-No me se el mio...-murmuré revolviendome el pelo, tras tomar aquel papelito e introducirlo en mi bolsillo.

Sinceramente no me lo sabía y las ganas de entrar en contacto con aquel objeto brillaban por su ausencia. De todas formas, Tatiana solo era una persona amable, quizás.. aquel número fuera falso. ¿Quién le da su número a una desconocida? Nadie en su sano juicio.

-No pasa nada, espero que me llames.

¿Para comprobar lo patética que soy llamando a un número falso? Lo siento pero no.

Esbocé una sonrisa y Tatiana salió de la estación en dirección a una mujer con un niño. No tardó en llegar y el infante se lanzó a sus piernas gritando y riendo. La escena me revolvió el estómago, me dí la vuelta y comencé a buscar a una mujer de mediana edad, chaqueta marron, pelo canoso y una flor en las manos. Esa tarea fué algo complicada ya que el maldito cúmulo de gente procedente de mi mismo tren y que no abandonaba la estación era bastante denso. Acabé por rendida y sentada en un banco incómodo de utilidad desconocida.

Volví a sacar el papelito que Tatiana me habia dado y lo observé con curiosidad. Su caligrafía parecía limpia y cuidada. Remprimí una palabra malsonante y lo introducí de nuevo en mi bolsillo. No pensaba llamarla.

Nunca.

-¿Alexandra Grahams?- oí una voz, marcada por los años, a mi lado.

Por un segundo pensé que aquella voz le pertenecía a Hana, pero inmediatamente deseché la idea y busque la procedencia de aquel sonido topándome con el rostro una anciana.

-Sí.-Respondí levantándome.- ¿Claudia.. ?

-Summers- acabó ella, imitándome.- Bienvenida a la ciudad. Espero que tu viaje no haya sido muy cansado.

No. Que va. ¿Cansado? Soy una lechuza, amo estar despierta de noche y que me congelen la cara, donde va a parar.

-Algo..-susurré con una sonrisa falsa.- ¿La residencia está lejos de aquí?

-Un poco pero mi hijo Daniel nos llevará.

Aquella frase hizo que me recorriera un escalofrío por la espalda además de sentir un extraño déjá vú.

-Mira, es aquel.- Dijo Claudia, señalando a un hombre de unos treinta, caminando hacia nosotras.

Ojos oscuros, pelo oscuro, arrugas abriendose paso por su frente y,como no, algo rechoncho. En pocas palabras, feo o tenía un encanto que solo él entendía.

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora