Capitulo 75

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Genial. Mi espalda. Me iba a acordar de aquel tipo en lo que me quedaba de vida. ¿Cuanto tiempo llevaba sentada en aquel pasillo, con el culo congelado y dolor de espalda?

Suspiré tras decidir sacar el móvil del bolsillo y encender aquel trozo de tecnología infernal. Lo dejé sobre el suelo, junto a la puerta, y me levanté intentando recuperar la circulación de sangre por mi trasero. Tener el culo frío no es la sensación mas placentera del mundo.

El primer sonido que rompió el silencio del pasillo fue una cadena de incesantes pitidos agudos, que se repitieron siete veces.

Reprimí el impulso de pisar aquel objeto hasta que no se atreviera a volver a sonar tras lo cual me atreví a recogerlo del suelo.

Comencé a leer uno por uno aquellos siete mensajes procedentes de Emilio, y cuyo contenido se resumia en que si seguía escribiendo tanto mensaje acabaría en la ruina. ¿Que clase de persona con dos jodidos dedos de frente me pregunta si me parece cómoda la maldita cama de la habitación?

Tengo que calmarme, por mucho que me irrite su gilipollez no va a cambiar.

Volví a sentarme apoyada en la puerta, tras lo cual oi el chasquido de una cerradura al abrirse, y lo siguiente fue un golpe.. en la espalda. Si, vamos mejorando. Me mordí el labio inferior, reprimiendo un gemido de dolor. Justo en el hueso, ni aunque tuviese una maldita diana pintada en la espalda me habria dado tan de lleno.

-¿Estás bien?-oí una voz aguda y chillona, detrás de mi.

Suspiré intentando negar que el dolor de espalda se extendía. Me levanté, con el puño cerrado.

-Si.

-L-Lo siento.. yo no sabia que estabas aquí...-comenzó a hablar rápidamente, no conseguí entender ni la mitad de palabras que soltó a continuación.

-Tranquilízate.

Realmente lo habia dicho mas para mí que para aquella niña de pelo castaño largo y ojos marrones. Llevaba un... ¿vestido? No, era una de esas cosas raras que... mamá solía llevar para dormir.

-¿Eres mi nueva compañera?- preguntó, abriendo un poco más la puerta.

Alcanzé a ver un trozo de madera que conformaba el suelo, el resto estaba cubierto de ropa y papeles. Di un paso atrás con una sonrisa falsa al procesar la información que acababa de soltar aquella mujer.

-¿Compañera?-repetí.

-Sí. Claudia me dijo que vendría una chica nueva y...

Controlar un poco mi personalidad no debería ser un problema. Pero con esta mujer, el desastre que oculta, el golpe que me ha dado y... su voz chillona... no puedo.

Comencé a reirme a carcajadas, teniéndome que sujetar a la pared para no caer al suelo de la risa. Compartir habitación habia dicho.

-Mi.. eh.. El hombre que realizó todo el papeleo no mencionó nada de compartir habitación.

-Lo siento... aqui todos compartimos habitación. Es mas bueno de lo que parece...-comentó mas calmada.

-Tengo que hacer una llamada.-Me disculpé, aparentando amabilidad.

La chica asintió y entró en la habitación. Por el ruído, intuí que habia comenzado a recoger aquel desastre. Menos mal... que no estaría en aquel sitio por mas tiempo.

Desbloqueé el móvil y llamé al único número que poseía la agenda. "Papá".  A cada pitido de espera más insultos golpeaban mi mente.

Apenas oí que atendìan no esperé a que pronunciase palabra alguna, inmediatamente arremetí contra él.

-¿Se puede saber donde cojones me has traído? ¿Que es eso de compartir habitaciòn? No mencionaste eso en el trato. Ni tampoco me mandarías mensajes todo el jodido rato como perro en celo. Quiero que arregles  esto, yo no pienso compartir nada con nadie.

-¿Alexandra?- consiguió decir.

Aquella voz no era la de Emilio. ¿Quién demonios era?

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora