-¿Qué tengo que hacer para que me dés una oportunidad?- insistió poniéndo su chaqueta de cuero sobre mi cabeza.- ¿No has traído paraguas?
Tensé la mandíbula y continué andando con la chaqueta de Samuel en la cabeza; físicamente era lo único que reposaba en ella pero mentalmente... miles de cosas se golpeaban entre si para abrirse paso en mi mente. La mayoría respecto al dueño de la chaqueta.
-No necesito muchas cosas.
-Yo soy una de ellas.
¿Cómo demonios hace para conseguir que me sienta aún más culpable? Culpable... ¿Por qué? ¿Por ser sincera y decirle claramente que no quiero nada con él?
Me detuve frente a un paso de cebra situado en una calle absolutamente vacía. Giré disimuladamente la cabeza para ver a Samuel. El sujeto en cuestión estaba empapado, las gotas se le escurrían por el pelo creando finas corrientes de agua que atravesaban su cara. ¿Hasta dónde era capaz de arrastrar el saco vacío que conforma su orgullo propio?
-Te quiero, ¿sabes?
-¿Cuánto?
Alex, Alex, Alex... ¿se puede saber en qué demonios piensas? No le eches leña al fuego si quieres apagarlo.
-Todo lo que me permitas demostrarte.
-En el caso hipotético de dejarte... tienes novia e hijo.- Murmuré cruzando la calle.
Con suerte no me habría oído. Lo que es mi mente... en aquel momento no funcionaba correctamente.
-Si me das una oportunidad... tan sólo una, soy capaz de lo imposible para que no te arrepientas.
-¿Lo dejarías todo por mí?
-Todo y más.
-¿Me necesitas?- pregunté deteniéndome en medio de la calle para mirarlo.
-Sí, más que al aire.
Su cara reflejaba seriedad. ¿Una persona podía ser capaz de importarle tanto a alguien?
-Débil.
-¿Qué?
-Necesitar a alguien te hace débil. Mírate perdiendo el orgullo propio por la primera que se te cruza por delante. Me das asco. Odio la debilidad en las personas.- Escupí quitándome su chaqueta de la cabeza.- Adiós, Samuel.
Acabé de cruzar la calle y me coloqué la capucha mientras ignoraba como Samuel me llamaba a gritos. Aumenté el ritmo del paso y en nada llegué a la estación de trenes. Tras sentarme en los incómodos asientos frente a las vías descubrí que temblaba. Y no precisamente de frío.
-Lo odio...-susurré cerrano el puño volviendo los nudillos blancos.- Te odio... y no sabes cuanto.
Ese día que apareció por el apartamento estando yo aun encerrada con Dereck, recuerdo mis pensamientos al detalle.
"Era Samuel.. ¡Samuel! ¿Venía a sacarme de aquí? ¿Podía confiar en él? ¿Estaba bien... si sólo esperaba que me sacase de alli?"
Débil. Indefensa. Cobarde.
Esos pensamientos dependentes... jamás cruzarían mi mente de nuevo. Y eso implicaba cortar lazos con todo lo antiguo. Samuel incluído.
El tren no tardó en llegar y siguiendo el pronóstico subí a él. Finalmente... se habia acabado todo. Con suerte llegaría un día en el cual no echaría de menos a Hana y mamá pero en este momento tales pensamientos quedaban lejanos.
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Quiero un beso bajo la lluvia
De TodoQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...