No recuerdo cuanto tiempo llevaba sonando Impossible de James Arthur. Tampoco recordaba que hacía en mi lista de reproducción. Simplemente oía la letra y a cada eco impossible que mencionaba, sentia algo de pena.
No es que yo no me hubiera enamorado nunca. Claramente lo hice, pero aquello era pasado. No necesitaba aquellas sensiblelerias del amor que dura para siempre y tal. El único amor que existe y durará es el mio.
Por el chocolate y la música.
-Parece un hombre con el pelo así.- Comentó una mujer sentada a mi lado en el autobús.- Las mujeres deberían llevar..
Subí el volumen de la música, ignorando el atajo de tonterías que escupía aquella mujer. No era la primera vez que lo oía, de alguna u otra forma mi cambio habia despertado el desagrado de todos aquellos que no me odiaban ya de antes.
Esta mañana Emilio no llamó. Esperé tumbada a que llamara como todas las mañanas y no lo hizo. Supongo que se habrá enterado de que estube enferma y decidió llamar a Hana. O tal vez no, y se olvidó.
No me importa. ¿A fin de cuentas que era Emilio para mí? Nada. Un tutor legal, una figura de referente paterno. Mi progenitor. Nada importante.
Mamá solia decirme que debia quererlo mucho. Que si no fuera por él yo no estaria viva. Me habia salvado al menos dos veces la vida. ¿Por que lo habria hecho? Por mamá. Incluso yo me sorprendia, lo que era capaz de hacer por una de sus sonrisas.
Sin duda quise mucho a mi madre. Ella era.. increíble. Si tan solo.. aquella mañana le hubiera dicho que estaba bien. Que no necesitaba aquella medicina. Ella habría seguido en casa descansando. A fin de cuentas era su día libre.
Llegué a mi parada, frente al instituto. El patio delantero estaba vacío. Algo inusual. Miré de nuevo la hora. Genial. Estaba llegando tarde el día de mi reincorporación tras faltar toda una semana.
Corrí hacia la puerta y entré. Claramente llamé la atención del conserje que se permitió regalarme una mueca de asco, antes de continuar su camino a irse a tomar por culo. Avancé por el pasillo hasta llegar a la puerta de mi clase. Matemáticas. Una de mis clases preferidas. Permitiéndoseme ser sarcástica.
En aquella hora lo único que hacía era observar por la ventana todo aquello que se moviera. Hucha-Collins ademas de ser la niña putilla de todos, resultaba ser muy buena en mates. Quién lo diría con la cara de no saber sumar dos mas dos, de la que goza la pobre.
Apagué mi reproductor pero dejé los cascos sobre mi cabeza. Claramente esperarìa a finalizar la clase para unirme a mi amados compañeros.
Dereck no habia asomado su cabeza por mi piso. Y Samuel no volvió a su rutina de acoso. Por lo cual me alegro mucho. Deberia dedicarse mas a su novia..
-Alexandra Grahams la enfermita..- comentó Hucha-Collins, caminando hacia mi. Movía exageradamente las caderas, pero quién era yo para decirle que dejara de mover su culo.- ¿Estás mejor?
-No te daría el gusto de estar tanto tiempo enferma.- Respondí con una sonrisa sarcástica.-¿Algún follamigo nuevo, o solo los treinta habituales?
-No es malo practicar sexo, Cerealito. Que tú seas una estrecha no significa que todas lo seamos.
-Aish, verás "maja"-la imité dando un paso hacia ella- a tu lado cualquiera parece estrecha. Lo tuyo de tanto uso lleva abre fácil.. y dentro de poco hasta celo le tienes que poner.
-Como si tú no te lo hubieras hecho en aquel campo con el borracho.- Comentó Hucha-Collins sonriendo angelicalmente.
Asco me daba aquella mujer. Todo su entorno, como era e incluso su voz. Me repugnaba hasta tal punto que no sabría decir un adjetivo superlativo lo suficientemente descriptivo para su jodida existencia.
Decidí obligarme a respirar hondo antes de redecorarle la cada a hostias por lo que acababa de decir. Saber que ella era la culpable de todo... era lo que realmente me ponia furiosa.
Ella emborrachó a aquel tipo y lo llevó al campo aquel. Ella hizo que su jodido séquito de víboras me metieran algo en la bebida, porque sabia que no desconfiaria de ellas. Sus propias manos me llevaron hasta allí y desvistieron ante los ojos de aquel... hombre.
Me dejó ante él. Observando desde lejos con parte de aquellos que dijeron ser mis amigos. Recuerdo... que cuando lo intenté apartar, entre mis gemidos de que se alejara... oia sus risas.
Luego.. aquel estudiante de intercambio me tiró una piedra.. y con ella golpeé al hombre. Oí como me llamaban asesina, recuerdo.. los gritos de esta.. loquesea gritar que me atraparan porque aun no habia acabado conmigo.
El dolor de las piedras y ramas clavándose en mis pies. Las lágrimas que me humedecían el pelo alborotado. Solo corrí.
-¡Eres una puta!-.Grité furiosa, y la empujé contra la puerta.
Comencé a golpearla a bofetadas y puñetazos. Estaba descargando mi rabia, y odio hacia ella. Justo cuando noto que me alzan en brazos y me alejan de ella.
No sabia a quién golpeaba realmente. Simplemente golpeé a aquella persona que me transportaba lejos ds mi víctima.
-Tranqulízate, Alex.- Oí decir, despues de que me arrastrara fuera del instituto.
Comencé a notar el dolor. La muy fresca se habia defendido. Pero esto era solo el comienzo.
ESTÁS LEYENDO
Quiero un beso bajo la lluvia
De TodoQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...