-He traído la cena- anuncié dejando las bolsas sobre la encimera.
-¿Pizza de nuevo?
-Probablemente- susurré con una sonrisa.
-Menos mal que te dije algo saludable.
Me encogí de hombros y aparté la silla de ruedas para poder pasar. Algún día me acostumbraría a ver aquel chisme por la casa además de vivir con mi progenitor.
-La pizza es saludable. Es pan, con tomate lo cual es verdura, con queso que aporta calcio y hmm... lo dicho. Saludable.
Entré en la sala de estar y observé al hombre que me habia dado la vida sentado mientras leía el periódico. Aún llevaba vendas en la mejilla y la frente. El accidente le había dejado en un estado deprorable.
Emilio intentó levantarse del sofá acabando por caer al suelo frente al mueble. Ví la impotencia grabada en sus ojos y la lástima se apoderó de mí de nuevo. ¿Cuántas veces tendría que observar la misma escena para que entendiera que no era capaz de hacer nada por sí mismo?
Salí de la sala para inmediatamente volver con su silla de ruedas y ayudarle a sentarse. Siempre que realizaba aquella acción la atmósfera se volvía tan tensa que podría cortarla con un cuchillo.
-¿Quieres tomar un baño?- pregunté evitando mirarle.
-Siento todos los problemas que te estoy causando... cualquiera en tu lugar...
-Yo no soy cualquiera.
-Tienes razón.- Estirò de la manga de mi sudadera para que le mirase.- Nunca podré llegar a pagarte que hayas vuelto.
Asentí y sin mediar palabra cogí el paraguas de la entrada antes de abandonar la casa, donde él soñó jugar a la "familia feliz", para ir a buscar a mis dos hermanastros a casa de su abuela. Ya era hora de que volvieran a casa. Su madre había muerto... pero nosotros éramos su familia.
"-He tenido un accidente...
-¿Qué ha pasado?
-Comenzamos a discutir en el coche... yo no ví el camión... te lo juro..."
Emilio había destrozado otra familia. ¿Qué pensarían esos niños del hombre que le había arrebatado la vida a su madre? Nada bueno, eso seguro. Cuando murio mi madre yo debía tener su edad... me hago una idea de como deben sentirse. Y eso no me alegra en absoluto. Ese dolor... no se lo recomiendo a nadie.
Seis meses en la residencia me pasaron factura. Fué como si otra persona se apoderara de mí. Quizás fué lo mejor, con mi antigua forma de ser no habría llegado a ningún lado. Una persona con serios problemas de carácter es incapaz de vivir en sociedad.
Crucé la calle y abrí el paraguas comenzando a oír el murmullo de las gotas caer sobre él. Varias personas chocaron contra mí pero no detuve mi avance. Fuese como fuese tenía que ir a ver a esos niños antes de que el odio les volviese algo similar a mi yo pasado.
ESTÁS LEYENDO
Quiero un beso bajo la lluvia
RandomQuiero un beso bajo la lluvia es la vida de Alexandra Grahams, una chica de pelo rubio ondulado, a la cual rodea un aura de soledad. Su apellido le ha ocasionado un cierto numero de motes hirientes a los que ella ha respondido con la indiferencia, d...