Capítulo 8

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———Pasado Tianchester———

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Pasado Tianchester
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Mike Tianchester siempre fue alguien comprometido con lo que realmente quería,  y aunque Elizabeth creyera que nunca tomó su relación en serio, estaba en un error. Por alguna razón estuvo feliz de encontrarse a una joven de una manera muy original, y mentiría, si dijera que no se sorprendía de haber cumplido cuatro años a su lado.

Le parecía increíble que ninguno de los dos terminara huyendo del otro al primer conflicto o desacuerdo, a excepción de ahora. ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿En qué momento la desconfianza pudo más? Son preguntas que se hacía y a las que no encontraba una respuesta.
Cuando Mike volvió a caerse pidió a Diana un descanso y se permitió volver a jugar en el lodo.

     — ¿Puedo contarte algo ridículo? —Preguntó Mike, haciendo bolas de lodo.

Diana lo observó por un momento; su rostro reflejaba seriedad, sus ojos azules parecían reclamar lágrimas. Eso mortificó a Diana, y entendiendo que Mike necesitaba hablar.

     —Soy toda oídos, Mike. —Aceptó.

Él agradeció que aceptase y confesó en ese instante:

     —Cuando conocí a Elizabeth, creí que jamás me relacionaría con una loca —rio, rascando con torpeza su brazo enlodado y cubriéndola más con una bola de lodo—. No sé qué me ocurrió, pero esa noche me quedé a su lado. Esa mujer prácticamente cometió secuestro conmigo, me obligó a llevarla a casa… Como un caballero y sin duda con tremendo miedo, acepté. Con el tiempo fuimos amigos… y finalmente, ella me propuso que seamos pareja. Y me pregunté: ¿Una chica dando el primer paso? No respondí en ese instante —conocía la historia Diana, la misma Elizabeth se lo contó—. De hecho, hui de su departamento, fui a casa de mis padres y tomé unas revistas de mi hermana; comencé a leer artículos de noviazgos, notas de cómo llevar una relación. Y después de días, confirme en un mensaje de texto que aceptaba. 

     — ¿Acudiste a revistas de chisme, sólo para saber cómo es que un par de adultos deben llevar una relación? —Increíble, ni ella misma se le habría ocurrido.

     — ¡Qué puedo decir, me aterré! —Llevó las manos a la cabeza, enlodándose el cabello—. Mis relaciones no duraban más de un mes porque a la tercera cita ya llevaba un anillo de compromiso —Diana abrió demasiado los ojos asombrada, no dudaba de ello. Su querido Mike antes cedía ante miradas lascivas y aseguraba que era amor, aunque estuviese con Elizabeth, por supuesto con un par de cachetadas de parte de su antigua prometida reaccionó y ahora entendía que en su pasado era un completo facilote—. Después de leer todas esas notas, entendí por qué fracasaba. Diana, ¡yo las asustaba!

     —Si me la hubieses dado a mí, yo si aceptaba —murmuró, poniendo mala cara al ver sus uñas sucias—, y con mucho gusto.

Intentando calmarse, continuó:

Querida, no soy infantil 1 Y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora