No fue necesario preguntar lo que ocurría dentro, todo se encontraba frente a él sin necesidad de pedir explicación, manteniéndose sorprendido y a su vez descolocado por lo que veía.
¿Ese era juan? Sin duda si, su mirada era del meritito susto, mirando aterrado como Mike le amenazaba con una escopeta. Se preguntó dónde lo consiguió y antes que de pensase siquiera formular la pregunta, el gritó de Juan resonó por toda la casa seguida por la de Diana, quien cubría su desnudez con un par de cojines que tomó del sofá tinto más cercano.
— ¡No, por lo que más quieras no me mates! —suplicó.
Estaba desnudo, envuelto en una sábana beige, sosteniendo en una de sus manos parte de sus pertenencias, bañado en sudor de lo que dedujo Darío no era por estar en ese momento siendo amenazado con un arma por su hermano, sino de la dosis de sexo que tuvo con su cuñada. Deseó intervenir, sin embargo prefirió mantenerse al margen, aquello era problemas de un matrimonio y no estaba él incluido, a menos que su hermano estuviese seguro de querer asesinar a Juan.
—Cariño, esto es un error… —estaba acabada, ella lo sabía.
— ¡Cállate, calla ese pico...Diana! —Reajustó su agarre y apuntó decidido a Juan—. ¡Voy a matar a este wey!
Darío se acercaba a él con la intención de detenerlo y después retrocedía temeroso, ¿Exactamente que debía hacer? Miró a sus lados buscando a sus sobrinos, no había rastro de ellos, seguramente las nanas los tenían. Así que, para no correr riesgo de ser él el señalado con la escopeta, recargó el hombro en la pared y presenció la escena unos metros, alejado. Definitivamente debía asesinarlo, ahora ya no deseaba oponerse.
—No puedo creer que tu fueras la amante de Juan, es que… no… —deseó llorar por tal traición, se resistió, se repuso y encaró a Diana sin dejar de apuntarle a Juan—. No me interesa saber el tiempo que me estuviste viendo la cara. Ahora entiendo cómo es que te presentaste de sorpresa en el departamento, después de arreglar la liberación de Elizabeth, ese… ese infiel debió avisarte.
—Mike, amor mío, tienes que escuchar mi versión —pidió, sentándose en los escalones—. Esto ha sido solo una vez, Juan y yo…
— ¡Y un carajo! No soy un tonto, sucia mujer. Nuestros hijos estaban literalmente desaparecidos, hoy los gemelos cumplían dos años y a ti se te ocurre que este es el mejor momento para sorprenderme así —la miró asqueado, ¿Dónde quedó la mujer con la que se casó? —. ¡Te odio!
Detrás de Darío, entró deprisa Víctor creyendo que estaba en peligro. Se relajó al verlo recargado en la pared, observando con atención como si mirara un capítulo de su novela favorita. Se acercó procurando no asustarlo.
—Me hago una idea de lo que sucede —se detuvo a su lado, cruzándose de brazos y mirando hacia donde Darío.
— ¿Muy triste, no? —su hermano no lo merecía, siempre fue un esposo ejemplar, mantenía a su esposa feliz y creía que este último año se encontraba su matrimonio mejor que nunca—. Ese de la sábana es Juan, es el todavía esposo de Elizabeth, Diana mi cuñada era la mujer por la cual el matrimonio de Elizabeth acabo y ahora será este matrimonio —informó, pensativo—. Debería ir llamando a Lourdes, la abogada, necesita irse preparando para una pelea legal y ganarse la custodia de los niños. ¿Verdad que sí?
Pensaba a futuro, eso a Víctor le agradó y concordó con él.
—Ciertamente, Mike no permitirá que sus hijos sean criados por una infiel —recordó como su emocionado amigó daba la gran noticia en Facebook que se casaría, cerca de seis años de matrimonio hoy eran tirados a la borda—. No lo vi venir, Darío.
—Yo tampoco.
Y en ese momento un disparó se oyó.
— ¡Me lleva, por al amor de Dios, Mike! —Se abrazó a Víctor, escondiendo el rostro en su pecho, asustado por el disparo—. No me lo digas, ya se descontó a Juan. —los gritos de Diana no se detenían.
—Tranquilo, solo ha disparado al techo y ese Juan salió corriendo por la puerta principal. —lo rodeó con sus brazos.
— ¡¿Qué esperas para seguirle también?! —Gritó colérico Mike, volviendo a disparar al techo, tirando escombros—. ¡FUERA! —recargó la escopeta e hizo un tercer disparo.
Diana no lo pensó dos veces y salió de la casa a toda prisa.
— ¡Ya te emocionaste, deja de disparar! —pidió Darío.
—Me lo estas asustando más, Mike.
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Querida, no soy infantil 1 Y 2
HumorPrimera obra y segunda de la trilogía infantil ....... Aviso: •Obra completa •Adultos comportándose como niños. •Los lugares y épocas de los sucesos no coinciden; fueron escritas intencionalmente. •Final y trama diferente. •Escena...