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En la familia Tianchester nunca hubo gemelos, ninguno tuvo la suerte de compartir el vientre de su madre con otro hermano al mismo tiempo. Su cuñada sin embargo sí, su madre tiene una hermana gemela; era natural que los niños fuesen gemelos y al parecer la suegra de Mike estuvo encantada de ello.

La mujer lo observó, esperando su respuesta.

—Es… de la madre. —Asintió, agradecida por el dato.

—Pero la niña, ¿es una sola, no tiene una gemela también? —Anna se volvió el centro de atención del par de adultos al volver a la mesa y sentarse junto a su tío, con su vaso de cristal de licuado de plátano con chispas de colores.

—Afortunadamente —sonrió, soltando un teatral suspiro— no es así, con dos clones uno tiene suficiente, con uno más, no sé qué haría.

La conversación se extendió, la mujer dijo llamarse Andrea, estar soltera y trabajar dos cuadras hacia el oeste de la ciudad en un pequeño despacho de abogados como secretaria. Darío observó cómo veía a sus sobrinos y el interés por saber cómo podrían esas dos hermosuras ser gemelos, en otro momento, hubiese pensado que se trataba de una mujer que secuestraba a niños, pero la mujer parecía ser agradable e inspiraba confianza.

— ¿Y su esposa? —Bebió el último sorbo de su café, dejándolo en la mesa.

—Se lo dije antes: soy soltero.

—Padre soltero querrá decir entonces. —Desvió la mirada de Darío para centrarse en Bastián que había tirado helado en la alfombra del suelo.

—Buen punto. —Andrea le señaló la travesura del niño.

Solo falta que me hagan pagar por esa alfombra vieja, se dijo al ver el desastre que hizo el niño.
Llamó a una de las camareras y le mostró la alfombra cubierta de helado, la joven de nombre Martha, según su identificador de colgaba cerca de los tirantes de su delantal, le sonrió con amabilidad y prometió limpiarlo en unos minutos.

Anna no creía lo que ocurría, su tío llamaba hijo a sus hermanos y a ella, los trataba con amabilidad frente a esa desconocida y actuaba realmente como si fuese su padre. Quería interrumpirle y preguntarle porque la llamaba hija si claramente no lo son.

—Tío —susurró. El par de adultos reían ante una broma que ella no era capaz de entender—, tío, tío —nada, su tío no la escuchaba—. ¡Darío!

Su tío logró escucharla.

— ¿Qué ocurre hija? —Boquiabierta por escucharlo de nuevo llamarle hija, llevó las manos a su boca, sin percatarse que en ese movimiento empujó el licuado de plátano al suelo, partiendo el cristal en pequeños trozos brillantes.

— ¡Oh rayos! —Gritó Andrea, al ver sus tacones y pies cubiertos de licuado.

—Como lo siento. —Se disculpó, dándole un par de servilletas que tomó de la mesa.

—No… no pasa nada. —Mintió.

Andrea trató de limpiarse sin conseguirlo, pidió la cuenta y como pudo salió del lugar.

—Esto es perfecto Anna, súper perfecto —la niña se sintió regañada—, tu hermano hace una de sus travesuras y tú no te quedas atrás.

—Lo siento —susurró.

— ¿Pero porque te disculpas Anna? —Darío no estaba molesto, de hecho, la situación bochornosa que estaba pasando le divertía.

—Por tirar mi licuado y ensuciar a la señora sus zapatillas. —Jugueteó con sus dedos.

—No fue grave pequeña, sólo debemos pagar el vaso; ya oíste al encargado —Anna asintió. Darío comenzó a reírse—. Andrea corrió despavorida, esto fue épico. ¿Salir con ustedes siempre será así?

— ¿Ya no nos llevaras de paseo? —Preguntó con tristeza.

— ¿Pero qué dices? Si esto apenas está comenzando. Eso sólo…

La canción de Moves Like Jagger de Maroon 5 que tiene como tono de notificación de un nuevo mensaje, lo interrumpió. Sacó el celular del bolsillo y leyó el mensaje de su hermano con el ceño fruncido.

Mike Tianchester 11:46 P.M.
¿Cómo te atreviste a salir con mi descendencia? ¿Cuidar algo vivo, en serio? Pero si jamás has podido mantener con vida a un solo canario de los nueve que has comprado, no me vengas con burradas. ¿Dónde tienes a mis hijos? He revisado tres locales y en ninguno están, más vale estén en una sola pieza.

—Papá está muy enojado. —Le informó a su sobrina.

—Y más cuando sepa que me llamas hija. Yo sólo soy la hija de papi; él lo dijo. —Sabía que se lo contaría, no tenía duda.

— ¿Te parece si negociamos eso? —Antes de darle la dirección a su hermano, debía arreglar las cosas con su sobrina—. ¿No quieres salir a jugar al parque después del Jardín de niños, comprar helado e ir de paseo por las calles conmigo?

Mike Tianchester 11:47 P.M.
¡Respóndeme Albín! Que creo estar volviéndome loco, devuélveme a mis hijos.

Querida, no soy infantil 1 Y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora