14. Narra Darío

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Darío

Soy un sonso, no, no, no, lo que le sigue de sonso.

Muy bien, poniéndonos sinceros, no sé qué es lo que soy. Hasta hace dos días me sentía humillado por lo que a Elizabeth se le ocurrió hacerme, en otras circunstancias no me hubiera preocupado por unas míseras par de cachetadas sí las mereciera, pero no he hecho nada para merecerlas. Si me preguntaran que dolió más, diría que fueron las risas de Elizabeth y mi sobrina Anna.

Ahora estoy aquí, sentado frente a una mesa, esperando a que Laura entre por esa puerta e intente enmendar lo que hizo. Esto es nuevo, esa chica me ha pedido una cita y he aceptado como sonso y perdona TODO, se siente bien de hecho, la cita por supuesto, solo que en esta primera cita resulta que quien me invitó es impuntual, mientras yo estoy aquí sentado desde hace diecisiete minutos esperando.

¿Es que acaso todas las mujeres son impuntuales? ¿Y si me ha plantado? Conscientemente miro debajo de la mesa, no, no hay raíces ficticias debajo de mis zapatos. Estoy nervioso, me estoy arrepintiendo de haber venido a ese acogedor pero sencillo restaurante, dudo de mi juicio, no sé ni porque se me ha ocurrido aceptar pasar el rato con la mujer que me abofeteó.

Si subconsciente me recuerda que es una mujer muy atractiva, fuera de su pijama de jirafas lo es sin duda, la pasamos genial hace años, la morrilla tiene lo suyo y me hizo olvidar por un rato el desliz que he tenido desde la adolescencia.

—Suficiente, me voy… —cuando me he puesto de pie, veo entrar a Laura—. Para joderme, parece que me quedaré.

Pongo mi mejor sonrisa.

— ¡Hola, Darío! —parece que ha venido corriendo—, el tráfico de la carretera Chapala es un asco, he tenido que bajarme del taxi y correr las últimas seis cuadras. —entre la confusión del saludo, terminé por darle un beso en los labios.

A ella parece no incomodarle.

—Creí que me habías plantado, y déjame recordarte que no estoy acostumbrado a ello. —Tomamos asiento.

Comemos entre risas y pequeñas bromas un pollo asado, papas cocidas y ensalada. Me pido dos copas de cerveza corona y poco a poco los dos nos la empezamos a pasar genial.

Escuchamos a un hombre de aspecto alegre, anunciar el turno de un artista novato a presentarse en la tarima.

Para sorpresa mía y de Laura, es Víctor quien sale. Comienzo a creer que la gran cantidad de cerveza que he ingerido nos ha afectado y vemos a ese hombre donde no debemos.

—Estamos ebrios, cariñito. Necesitamos irnos —rio nervioso. Víctor tiene la vista en mí, me giña un ojo, mientras continua cantando Gulliver de Miguel Bose.

—Lo sé, pero no quiero irme. —Laura parece estar más afectada que yo.

Poco tiempo después, Víctor baja de la tarima y se acerca a nosotros, para entonces, me encuentro sentado al lado de Laura y ella acurrucada sobre mí, aferrando sus brazos a mi cuello.

— ¡Que sorpresa, muñeco! —busca una silla libre y la trae hacia nuestra mesa para después sentarse.

—Ese no es mi nombre. —No me gusta la idea de que esté cerca de mí, este tipo me pone nervioso, mucho más de lo que debería.
Me sonríe divertido.

—Darío, ¿cierto? —asiento. La loca de Laura no reacciona, gracias al cielo éste no es un restaurante de clase, sino ya estuviéramos fuera por el estado perdido de ella—. ¿Por qué estás sudando?

— ¿Será por la temperatura actual? 34°C te informo por si aún no has consultado en internet —eso le hace reír. No encuentro la gracia aquí.

— ¿Sabes cuál es mi teoría? —no quiero saberlo, por todas las ranas del mundo, no me interesa su tonta teoría. Niego—. Te lo diré. Creo que el motivo soy yo, hasta hace rato te notabas muy relajado y como dice un amigo “muy fresco”. También porque he descubierto algo que tratas de ocultar, pero sé reconocer a los míos.

Es hora de irse.

—Laura, amor, despierta —doy golpes suaves a su mejilla.

—Papacito rico, ¿Qué ocupas? —a Víctor se le escapa una carcajada.

—A ti en mi casa; desnuda en mi cama.

— ¿Deberás? —Eso la reanima enseguida, sonrío triunfal y la beso, dándole a entender que así es—. No se diga más, vámonos.

Nos ponemos de pie, por precaución pego a Laura conmigo.

— ¿Pasarás la noche con la tipa que te abofeteó y no con la persona que te defendió? —Juro estar mareándome ahora mismo.

—Mira carnal, que tú seas gay no significa que yo lo sea. Salgo con mujeres, ¿no lo ves? —no debo ponerme nervioso, Dios mío necesito salir de aquí—. Y lo del parque está solucionado.

—No estoy muy seguro de ello. —Intenta acercarse.

—Estás confundido, Víctor. —Le miro serio.

Arrastro a Laura fuera del restaurante, pregunto si vive sola informándome que su hermana menor vive con ella, tomo el celular de su bolso y marco al nombre que tiene de contacto “Hermana Beatriz”. Le aviso que mandaré a Laura a casa, sabiendo que su hermana la recibirá. 

Detengo el primer taxi que veo libre y le doy la dirección, pago lo que pide y salgo corriendo lo más lejos que puedo del restaurante.

—No puede ser cierto, como pudo darse cuenta que soy bisexual. Estoy fregado, muy fregado. —No me conviene volver a verlo, algún conocido mío podría enterarse de lo que sabe.

———
¿Qué les parece la trama hasta ahora?

Agradezco su apoyo en cada capítulo.
Cualquier duda o información pueden encontrarme en facebook como: Lisbeth Enríquez Sheeran
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Estoy disponible para aclaración de dudas y actualizaciones.
De igual forma, en mi cuenta personal anuncio los avances de las obras.
Saludos.

Querida, no soy infantil 1 Y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora