13. Narra Mike

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Mike

Tiré de la puerta con delicadeza, procurando que no se percatasen de mi llegada. Me entusiasma al menos poder hacer felices a mis pequeños con una inesperada visita, sé que mi llegada sin su madre no les hace feliz del todo, pero si Diana no desea venir a verlos, no puedo obligarle.

Los gemelos parecen estar olvidándola, o eso es lo que asegura mi hermano, los niños miran a Elizabeth como si fuese su madre y ella los trata como si lo fuera. Estoy seguro que si le contara a Diana que Darío no ha estado cuidando solo a los niños y en especial con quien los cuida, vendría aquí y se los llevaría. Sin embargo, mi intención no es esa, necesito que mi esposa venga por su propia voluntad y me demuestre que los niños le importan, y no sólo se presente aquí por un arranque de celos.

Cierro la puerta tras mi espalda, me encamino a la sala sacando del bolsillo de mi pantalón dos pequeños pterodáctilos, estoy seguro les encantará a los gemelos.

Me detengo de golpe al ver a mi hermano con la mirada en la alfombra gris, cubriendo su cabeza con ambas manos. Los gemelos están sentados en el suelo, jugando con un bulto de juguetes frente a ellos, totalmente ajenos al estado de su tío, quien ni siquiera ha notado mi llegada.

     — ¿Albín? —Le anuncio que estoy ahí, y solo así levanta la cabeza, buscando con la mirada el lugar donde me encuentro.

Trata de sonreírme en vano.

     —No sabía que vendrías hoy. —Dice simplemente.

     —Tampoco yo —sinceramente, debería estar en una pequeña reunión, pero he dejado que mi cuñada se haga cargo de ello—. He pasado cerca de un puesto de baratijas y encontré unos juguetes en buen estado, quise traérselos a los niños.

     —Ya veo. —No me agrada el hermano cortante, no estoy acostumbrado a ello.

Me acerco a los niños, depositando en sus cabezas rubias un beso, Sebastián me reconoce al instante, sonríe y extiende sus manos al mostrarle los juguetes.

     —Mira bien, Sebastián. Este animal prehistórico tiene un botón que le hace rugir —le acerco el juguete y pulso el botón, un rugido sale del juguete, asombrando a ambos, formando en sus bocas una enorme “O” —. Vamos querido, pulsado. —En cuanto he dejado a los niños entretenidos, encaro a mi hermano después de arrastrarlo a su habitación—. ¿Qué jodidos te ocurre?

Se tumba a la cama y abraza una de sus tantas ranas.

     —Tu Elizabeth, eso ocurre. —Le miro descolocado.

     — ¿Disculpa? Esto…

Y como si la hubiese invocado, una acalorada Elizabeth entra a la habitación azotando la puerta.

     —Lo siento, lo siento, se me pasó la mano esta vez, Darío —detrás viene mi querida Anna que al verme corre hacia mí y se abraza a mis piernas—. No medí las cosas esta vez.

     — ¿Qué le hiciste a mi hermano, bruja desalmada? —Me mira con sorpresa, parece que no había notado mi presencia, hasta que me he dirigido a ella—. He de correrte de este departamento si le has hecho algo malo. —le amenazo.

     — ¡Anda, dile que me hiciste esta vez! —Elizabeth no parece querer hablar y Darío lo hace en su lugar—. Me he encontrado a la florista, Mike. Laura me acusó de infiel y cuando le he pedido a Elizabeth que le aclare que no es así, no la desmintió. ¡Por su culpa me abofeteó, y si no fuera por mi defensor, a lo mejor me hubiera matado, yo que sé!  

La loca se ha quedado callada.

     —Te he pasado que en mis tiempos de juventud me agredieras, pero con mi hermano no te lo paso loca, nadie puede humillar a mi hermano, excepto los Tianchester. —Es tradición, y ningún apellido con nombre de planta lo cambiará.

     —No estas ayudando mucho —se queja Albín.

     —Es que es la verdad.

     —Ya lo sé, pero no tenías por qué contarlo —buen punto.

     — ¡Para! Aquí en este momento soy tu hermano mayor, así que como tal te defenderé de esta mujer y la quiero lejos de ti por humillarte. —me he escuchado bien malote, oh a Claudia le sorprenderá esto.

     —Nunca has podido defenderte de ella, ni siquiera cuando abuso de ti. —habló por lo bajo.

     —En pocas palabras: no puedes echarme de este departamento porque es de tu hermano y no tuyo. —Ahora resulta que el malo aquí soy yo.
No quería llegar a esto, pero si así lo quiere…

     —Los últimos meses he estado pagando este departamento, pago la comida, el agua caliente, gas y debo deducir que no trabajas, así que la ropa nueva con la últimamente te he visto debieron ser tomados del dinero que le he estado dando a Darío. Querida, tengo todo el derecho de correrte, con todo lo que he dicho. —Le ofrecí una mirada maléfica, ¿ahora quien tiene el poder de sacarla de este departamento?

     — ¿Lo ves? A Mike si le queda decir “Querida” —Pero que… Acabo de amenazarle y solo se preocupa por esa palabra.

     —Supongo que sí —besa las mejillas de la rana, distraído.

     —Deja de hacer eso Darío, es muy gay —e infantil para mí. No tarda mucho para que se convierta en un treintón y aún se comporta como un chico de quince años.

     — ¡No soy gay!, soy una persona cariñosa con los peluches simplemente. —se defiende molesto.

Escucho risitas afuera en la sala y me ponen incomodo, hay alguien con los niños.

     —Papá, ¿Qué es gay? —vuelvo mi vista a mi hija.

     —Cariño, quise decir “pay” tal cual se escucha; es papá en náhuatl, pero de cariño —busco ayuda de Darío para que corrobore lo que digo.

     —Ah, sí Anna, eso quiso decir.

     — ¿Llamaste al tío papá? —Mi niña me mira confundida.

     —Algo así —si continúo hablando de más, meteré más ideas en la cabeza a mi hija—. Fuera del departamento, Elizabeth. Esta vez es en serio.      

Poco le importó mis palabras, simplemente se acercó a Darío.

     —Laura está afuera, viene a pedir disculpas junto conmigo. Espero que eso convenza que quiero hacer las paces contigo de nuevo. —achico los ojos, si como no, las paces, eso es lo último que sabe hacer.

     —Hermano yo pienso que…

     —Ve a la cocina con tus hijos Mike, yo hablaré con ellas.

Eso me gano por intentar defenderlo.

     —Muy bien, quédate con esas mujeres.

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Cualquier duda o información pueden encontrarme en facebook como: Lisbeth Enríquez Sheeran
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Estoy disponible para aclaración de dudas y actualizaciones.
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Saludos.

Querida, no soy infantil 1 Y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora