**Narra: Jane**
Es domingo por la mañana y yo apenas estoy despertando de una larga noche de sueño, me levanto y tomando mi toalla del armario, me dirijo hasta el baño. Ya adentro me miro en el espejo.
Lo mismo de siempre veo en él.
Mi cabello castaño largo a la cadera, mi pequeña cintura en comparación con mis pechos y caderas y mis piernas, que no son nada tonificadas, sin embargo son lo bastante largas para mi metro sesenta y ocho, mi piel tintada de un tono casi moreno, pero que no llega al bronceado, mi cara adornada por una recta nariz y unos ojos oscuros, casi negros, con labios en forma de corazón bastante rosados. No tengo un cuerpo escultural, pero eso verdaderamente es algo que poco me importa. Meto mi mano bajo el chorro de la regadera, pegando un respingo por lo frío del agua. La regulo, para que se ponga caliente. Mientras que la temperatura del agua suba, me desvisto dejando a la vista mi desnudo cuerpo.
Algunos minutos después la puerta transparente, está casi cubierta de pequeñas gotas, producto de la condensación, esa es mi señal para entrar a la ducha. Dejo mi toalla colgada en la pequeña percha y entro.
Agua caliente borrando todo rastro de cansancio y tristeza de mi piel. Las personas dicen que una ducha caliente relaja el cuerpo, yo pienso que el agua es un calmante mágico, mientras que la ducha es un pequeño lugar para alejarse del mundo por un rato, solo con el sonido del agua repiqueteando en el piso de azulejos. Poco tiempo dura la calma, cuando el agua fría hace acto de presencia, calmando el ardor del agua caliente. Empujando la puerta del cubículo, tomo mi toalla para secarme y envolverla en mi cuerpo, para salir de nuevo a mi cuarto.
Voy hacia la cómoda, dándome el tiempo para elegir algo cómodo pero no tan informal, a última hora me decido por unos shorts de mezclilla y un jersey verde aguamarina, y mis infaltables zapatillas converses. Tomándome mi tiempo para peinar y aplicarle crema a mi cabello.
Salgo de mi habitación hacia la cocina, con ánimos renovados. En la cocina me encuentro con Cassie, que prepara el desayuno cantando en voz baja, el coro de Numb de linkin Park, mientras esta se reproduce en el mp3 a su lado. Creo que debo hablar con ella, acerca del hecho de que prepare la comida todo el día, mientras yo no hago nada. No me gusta sentirme inútil y eso era lo que estaba sintiendo justo ahora.
‘’Hey Cassie, ¡Buenos días!’’ digo sentándome en uno de los taburetes de la cocina.
‘’Buenos Días, Jane ¿Qué tal dormiste anoche?’’ preguntó.
‘’Muy bien’’ dije a pesar de que Cassie todo el día anterior lo había pasado llorando ante los viejos recuerdos, tuve una hermosa noche de sueño ‘’ ¿Saliste anoche? No te vi cuando pasé por aquí’’
‘’Si, de hecho salí con Niall un rato. ¿Estas segura de que no tuviste ningún problema anoche?’’ Inquirió, volteándose.
‘’No, ¿porque lo preguntas?’’ algo me decía que sabía algo de ayer.
‘’No es que te esté espiando ni nada, eh’’ rió ‘’Pero ayer escuché unos sollozos en tu cuarto, pero cuando fui a ver qué ocurría, tu habitación estaba cerrada y no quería ser grosera’’ dijo entre apenada y preocupada.
‘’No fue nada en serio, solo estuve recordando el pasado’’ le dije.
‘’Sabes que puedes contarme si quieres ¿Cierto?’’ me ofreció, colocando un plato con el desayuno en la mesa.
No sé si fue el tono de decepción en su voz, o el brillo en los ojos de Cassie que me impidió quedarme callada sobre la situación. Probablemente la segunda,es la razón, al cabo que terminé contándole la historia completa a Cassie, incluyendo la parte del noviazgo con Liam. En cierta forma eso me hizo sentir sumamente bien, me alegraba de habérselo contado a ella.