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Sus ojos evidenciaban la marca temporal de una mala noche, bolsas de tonos morados habitaban un lugar bajo sus ojos, la cara pálida sin un gramo de maquillaje. Nada parecía estar bien. Ni siquiera parecía estar cerca de estarlo. Él, Harry Styles era el principal motivo, hubiera podido esperar cualquier cosa de él, menos aquello y lo peor era que él lo negaba. Comenzaba a pensar que las drogas nunca pararían de causar estragos en su vida. en ese momento,se enfrentaba a un pequeño-gran dilema:
¿Y ahora qué?
Dejaría las cosas por las buenas y se alejaría de Harry. Sus buenas razones tenía. O insistir y luchar junto a las mariposas asesinas, dejando entrar a Harry en su vida ¿Cómo algo más? ¿O solo como amigos? Aún existía esa posibilidad. Todavía no era demasiado tarde. Por otra parte, le prometió que nunca le dejaría solo…
¿Sería capaz de romper una promesa?
No, jamás lo haría.
Pero el problema era que de la manera que fuera, dejar entrar a Harry Styles en su vida, traería consigo vicios como las drogas y otros problemas.
¿Estaría dispuesta a enfrentarse al peligro?
Tal vez. Pero si realmente quería ser valiente, superaría con coraje cada uno de las dificultades.
-No por miedo a perder, debes dejar de jugar- recordó.
Valía la pena intentarlo, ¿Qué sería lo peor que podría pasar? ¿Un corazón roto?
El futuro es incierto, lo sabía, pero ese era un riesgo que estaba dispuesta a tomar.
Sin embargo, la inseguridad siempre estaba allí como un fantasma en acecho que dejaba un hueco profundo en su corazón.
‘’Ya, déjalo Jane’’ se reclamó a sí misma en voz alta. Si seguía dándole tantas vueltas al asunto terminaría con dolor de cabeza.
Sus pies, ahora caminaban a pasos rápidos por la calle mientras su brazo sostenía la correa de su bolso pegada a su hombro. Autos iban y venía en sentidos contrarios a otros, mientras ella perdida en la música de sus audífonos trataba de llegar temprano a sus clases. Ya casi llegaba, solo unas cuantas calles más y llegaría, cansada y sudorosa, pero era toda culpa de ella por querer caminar tanto, al fin y al cabo no le importó porque había reflexionado un poco, y eso era lo importante.
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La clase de literatura jamás le pareció más pesada, a pesar de que le habían asignado a un buen compañero en clase, la dinámica entre ellos dos no había sido muy buena. A Ed, su pareja en clase, le resultaba fácil redactar textos con un gusto poético sencillo, bastante interesante. Mientras que ella, no siquiera podía concentrarse en escribir palabras, parecía que el canal donde transita la creatividad comúnmente, se había tapado. Tal vez estaba en mantenimiento, pensó.
Y así lo siguió intentando las próximas horas de clase, pero la inspiración nunca llegó, lo que ocasionó que se molestara.
Odiaba que eso sucediera.
Porque no era la primera vez, cada que algo le preocupaba o simplemente le nadaba en la cabeza, su lado artístico, por llamarlo de alguna manera, se apagaba. Frustrante, era la mejor manera de describir esa sensación.
Y por eso, cuando las horas de literatura terminaron, salió arrastrando los pies por los pasillos con desgana, molesta consigo misma, pero también con Harry y con el chico de pelo naranja que tenía por compañero. Sabía que enfadarse con ellos era tonto e irracional, así que inmediatamente se arrepintió. A continuación, se encaminó por los pasillos, el tercer piso la esperaba con la profesora de psicología general.