Temp III / cap XXXI

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[NARRADOR]

Sebastian y Brad seguían atendiendo a los chicos que habían venido con Kyle. O,  más bien, Brad observaba mientras Sebastián curaba las heridas del tal Eli, el cual parecía muy embelesado mirando al chico de lentes.

Intentando ignorar a aquél desconocido que intentaba ligarse a Sebastian, se puso a hablar con los demás, cuyas heridas ya habían sido atendidas. La chica, Kaira, le hablaba acerca de su nombre, puesto que él le había preguntado.

— Mi madre era japonesa y mi padre de Chile –Explicaba la chica.

— Vaya diversidad cultural tiene tu familia –Decía Brad, obviamente en broma.

— Si, son una pareja muy dispareja –Kaira reía.— Pero son adorables juntos, tanto que empalagan.

— Me lo imagino.

La conversación había sido interrumpida por una carcajada de Sebastian, a quien Eli había hecho reír. Brad entrecerró los ojos y tuvo que reprimir las ganas de gruñir.

La niña, Lya, pareció notar que estaba a punto de ir hacia los dos lobos que sin prestarles atención charlaban animadamente, puesto que le cogió del brazo y le miró con reproche.

— ¿Qué? –Preguntó al ver la cara de la niña.— No me mires así, ahora suelta, voy a matar a tu amigo.

Lya, en lugar de obedecer, entrecerró los ojos y le siguió mirando con intensidad. Brad nunca iba a decirle a nadie que una niña que apenas entraba a la pubertad le había intimidado un poco mirándole de esa forma. Pero finalmente aceptó quedarse donde estaba y no matar a Eli.

Roy había entrado un rato después, curioso por conocer a los nuevos y les había despachado para poder hablar con ellos. Por lo que Sebastian y Brad tuvieron pase libre para irse de allí, y así lo hicieron.

Brad fue hacia su habitación y se sorprendió porque fuera Sebastian quien le siguiera, ya que normalmete era él quien seguía al menor a todos lados como si fuera su sombra. Pero, esta vez, había sido al revés.

Mientras se desabotonaba la camisa para ponerse una limpia, observaba discretamente a Sebastian, el cual se encontraba sentado en la silla que tenía frente a un escritorio donde descansaba su Laptop. Le estudió de arriba a abajo mientras se decidía si hacer o no la pregunta a la que llevaba tiempo dándole vueltas.

Sebastian notó la mirada de Brad sobre él, por lo que alzando una ceja le miró.

— ¿Tengo algo en la cara? –Preguntó, desconcertado porque el otro le miraba tan intensamente.

— Si, lentes –Respondió el mayor con una sonrisa.— ¿Por qué sigues usándolos?

— Me siento raro sin ellos –Respondió, encogiéndose de hombros.— ¿Te molesta que los use?

— Para nada, me gusta como te quedan –Se apresuró a decir.— Aunque me gustaría verte sin ellos.

— No es como si fuera la gran cosa –Se menospreció.

— Pero así no se van a empañar cuando te bese.

El menor sintió sus mejillas arder.

— ¿Q-qué dices? –Preguntó desviando la mirada.— ¿Quieres besarme?

— Si no quieres, no lo haré –Sebastian se mantuvo en silencio, sin decir ninguna palabra pero su corazón comenzando a traicionarlo.

Apartó la mirada, era la primera vez que Brad lo miraba de esa forma, no había podido soportar aquellos ojos oscuros  que en ese momento le hacían sentirse vulnerable.

— ¿Tú quieres Besarme? –Preguntó en un susurró, queriendo dudar que todo solo era un simple juego pero era esa mirada,que volvió a esquivar, que le decía que no era así.

— Si no quisiera hacerlo no hubiera dicho que algún día lo haría.

Brad avanzó un paso, estudiando la reaciones del menor, viendo que no se levantaba de la silla para intentar retroceder, se volvió a acercar.

Sebastian, que había tenido la mirada en cualquier lugar, al levantarla, se encontró con el rostro del mayor a sólo unos centímetros, sintiendo como una fuerte mano se apoyaba en su cintura.

-Solo uno...- Susurró Brad, acercando su rostro, sus nariz rozando la del menor, sintiendo el calor del cuerpo del mayor rodearle y hacerle sentir deseo de acercarse más.— Solo uno, y no te molestare más...

Sebastian cerró los ojos, sus lobo totalmente inquieto al aroma del moreno, pero no estaba incómodo, si no inseguro, sin saber por qué lo estaba si aquello era muy confortante. Brad le sintió temblar y hundirse un poco más en la silla, sus mirada clavada en los labios que saltaban un suspiro tremulo.

Las manos del menor se apoyaron en su pecho pero no le empujaba, solo estaba ahí, indecisas si acercarle más.

— No tengas miedo - Le Murmuró apenado, escuchando como el corazón de Sebastian latía con rapidez y un cúmulo se sensaciones apestaban su dulce aroma.

— No tengo miedo...–Murmuró abriendo los ojos, sus manos aferrandose a la ropa del mayor, su cuerpo estremeciendose ante el tacto.— Tampoco molestas...

— ¿Entonces?

Brad se sentía un poco aliviado pero la inseguridad del menor le mataba, no quería arruinar todo lo que había avanzado ahora, no quería que se aportará cuando sentía a su lobo aullar por los labios que estaba solo a centímetros de los suyos.

— Es que...–Empezó a hablar el menor sin saber si decirle, no quería que se burlara de él. Pero Brad no era así, lo sabía. Puede que fuera medio idiota y un bromista pesado pero nunca haría nada que pudiera herirle.— Es mi primer beso.

Su ojos se encontraron una bella sonrisa, la mano en la cintura aferrándose con un poco más de fuerza.

— Perfecto –Dijo Brad para luego unir sus labios con suavidad, solo uno roce que no le parecía suficiente pero que era el primer paso para algo más.

(...)

En la sala de la casa, Alejandra buscaba por todos lados al ex-cazador, al cual no encontraba por ningún lado. Joseph estaba en las mismas, buscando a su amigo son éxito a la hora de encontrarle.

Aspros se vio embaucado por ambos al mismo tiempo, lo cual le extrañó.

— ¿Qué ocurre? –Preguntó el beta del alfa ruso al verse entre los dos menores.

— ¿Dónde está Kyle? –Preguntaron ambos, la loba y el humano, al mismo tiempo.

NOTA DE LA AUTORA:

¡Un aplauso para Brad y Sebastian! *aplausos de fondo*, después de tanto tiempo finalmente tenemos un avance. Que hermoso es ver cuando los babus encuentran el amor y avanzan en su relación.

¿Dónde estará Kyle? Mucho amor, mucho sexo, pero muy pocos se avivaron de que falta el nene. Muy mal.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

La Manada StilisnkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora