Temp III / Cap XXIII

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[NARRADOR]

Deucalion y Theo se habían ido por la misma puerta por la que habían entrado, pero no iban a dejarles escapar.

Cuando intentaron pasar al Wendigo, este les rugió y se lanzó contra ellos. Lograron esquivarle y acabar de espaldas a la puerta por la que tenían que ir para alcanzar a los villanos.

— Vayan a por ellos –Les dijo Nikolai.

— ¿Qué vas a hacer? –Le preguntó Stiles, intercalando la vista entre el alfa ruso y el Wendigo.

— No lo sé –Admitió el alfa mayor.— Pero vayan, estaré bien.

Brad, Stiles, Kyle y Derek corrieron hacia la puerta y la atravesaron. Pero Aspros se quedó junto a su alfa.

— Ve con ellos –Le ordenó mientras observaba los movimientos del Wendigo.

— No vas a poder contra él.

— Lo sé –Aceptó empujándole hacia la puerta.— Pero tú tampoco puedes, así que vete con ellos. Serás de más utilidad evitando que los maten.

— Está bien –Aspros se fue hacia la puerta.— Nikolai...

El mencionado miró a su beta de reojo, no queriendo darle la espalda al Wendigo.

— No dejes que te mate.

El alfa ruso asintió y observó mientras su beta se iba.

El Wendigo intentó seguir a Aspros y a los demás, pero Nikolai se puso frente a la puerta y la criatura se detuvo un metro antes de llegar a él.

Desde esa cercanía, el alfa podía apreciar mejor el tamaño del Wendigo. Llevaba tiempo sin verle transformado y, a pesar de estar informado de que los Wendigos aumentaban su tamaño a medida que envejecían, seguía siendo impresionante.

— Alec –Le nombró, queriendo ver si le afectaba en algo.— No quiero lastimarte.

El mencionado rugió y se lanzó contra él. Nikolai consiguió esquivarle, pero el Wendigo era mucho más ágil y rápido. La criatura giró sobre si misma antes de chocar contra el muro y utilizó el mismo para impulsarse y lanzarse contra Nikolai. Esa vez el alfa no fue tan rápido y recibió un zarpaso en su brazo izquierdo. Apretó los dientes y se sujetó la herida, ya tenía sabido que las heridas de Wendigo sanaban más lento.

El Wendigo se relamió sus enormes colmillos mientras olía la sangre y gruñó con deleite. Comenzando a acercarse al alfa con una lentitúd digna de un depredador.

Se contoneaba a cuatro patas con la cabeza gacha y el cuello recto, como alguna especie de felino de gran tamaño acechando a su indefensa presa. Porque si, contra un Wendigo, Nikolai no tenía ni un 5% de oportunidad. No a menos que encontrara un lanza-llamas, pero eso mataría a Alec, y él lo que menos quería era matarlo.

— Alec, soy yo –Volvió a hablarle.— Soy yo, soy Nikolai, tu alfa.

Lo único que hizo el Wendigo fue ladear la cabeza y quedarse quieto por un segundo, para luego moverse rápidamente hacia Nikolai. Quedándo a pocos centímetros de él.

El alfa quiso echarse hacia atrás, pero el Wendigo le cogió por el cuello y le levantó en el aire, haciendo que sus pies quedaran a más o menos medio metro del suelo.

— Al...ec –Intentó volver a llamarle, pero el Wendigo hizo presión en su garganta.

La criatura le arrancó la camisa que llevaba, haciéndola jirones con sus garras y dejando el abdomen del alfa descubierto.

El Wendigo estaba por darle una gran mordida y abrirle el estomago cuando un pequeño objeto brillante que colgaba de una pequeña cadena en el cuello del alfa ruso captó su atención.

Un collar con adorno de luna se reflejó en los blancos ojos del Wendigo, haciendo que estos se ampliaran en asombro ante aquél objeto.

Nikolai fue liberado del asfixiante y por poco mortal agarre, pero su collar quedó entre las afiladas garras del Wendigo, el cual observaba aquél objeto como si fuera la cosa más interesante del mundo.

— ¡Eso es mío! –Gruñó el alfa ruso poniéndose de pie.

Alec le rugió con furia, haciendo que se quedase en el lugar, y regresó la vista a aquél collar.

— Pero te lo presto si quieres –Se apresuró a decir, alejándose unos pasos.

Nikolai se quedó mirando al Wendigo mientras este parecía analizar el collar con una atención demasiado centrada, casi humana.

— Alec –Le llamó.

Esta vez Alec si le miró, y fue una mirada que por un segundo fue suplicante, desconcertada. Como si no entendiera por qué estaba allí o qué era lo que estaba haciendo.

Observó mientras el Wendigo se llevaba el adorno de la media luna hacia la nuca y, al apoyarlo allí, se lo clavaba.

— ¿¡Qué haces!?

El alfa ruso intentó detenerle, pero el Wendigo le empujó lejos y continuó haciendo aquello que parecía realmente doloroso. Era una suerte que Alec no pudiera sentir dolor.

Cuando acabó con ese espectáculo de automutilación, Nikolai finalmente entendió cuál era el propósito de aquello.

Un pequeño objeto de metál cuadrado cayó al suelo frente a él. Mirándolo más de cerca, ese pequeño objeto era un chip.

El alfa ruso estaba en shock mientras observaba como la figura del Wendigo se hacía más pequeña, más humana. Hasta que frente a él ya no se encontraba aquella criatura, sino un desnudo y jadeante Alec.

Nikolai se obligó a salir de su shock y se acercó a Alec, cogiéndole por los hombros y abrazándole.

— Hola –Le saludó el italogermano.

Nikolai se separó y se quitó la gabardina que llevaba puesta, la cual había sobrevivido a las garras del Wendigo, y se la puso encima.

— Esta no es mi idea de tenerte desnudo y jadeando –Admitió mientras le ayudaba a cubrirse.— Te extrañé.

— Y yo a ti, amargado –Le sonrió.— ¿Y los demás?

— ¡Oh diablos! –Nikolai se puso de pie casi de un salto.— Tengo que ir a ayudarles.

— Voy contigo.

— No –Negó súbitamente.— Quédate aquí, no quiero que ese maldito te haga nada más.

Alec iba a repetir que iría con él, pero al ver como los nervios provocaban que las facciones de su alfa se fruncieran, aceptó quedarse allí.

— Más te vale tener cuidado –Le advirtió.

— Lo tendré –Asintió el alfa ruso.

El Wendigo observó mientras el otro se marchaba y se puso de pie.

— Debe haber ropa en algún lado.

NOTA DE LA AUTORA:

Lo subo hoy, miercoles, porque me lo pidió una lectora que cumple años. Feliz cumpleaños FernandaFanWi, ojala la pases muy lindo hoy y te regalen muchas cosas.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

La Manada StilisnkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora