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Hoy era domingo y me tocaba ir a ver trajes para el casamiento ya que mi padre quería y además quería que comprara una corbata que combinará con el vestido de las damas de honor, a pedido de su novia.

Esa idea me revolvía el estómago, pero tener conmigo a Ryan aligeraba muchísimo las cosas, y más saber que estaría conmigo en la boda.

—¿Ya tienes algo que usar?— le pregunté.

—No te preocupes, mi mamá siempre me tiene un traje de emergencia junto con los de mi padre.— me dijo poniendo una mano en mi pierna.

Estábamos los dos sentados en el asiento de atrás mientras mi padre iba conduciendo hacia no sabía si era un sastre o una tienda en donde vendían trajes.

Entramos y creo que por lo que se puede ver, que era un sastre. Mi padre se acercó a un hombre bastante mayor y lo saludó como si lo conociese de toda la vida.

—Y seguro te acuerdas del pequeño Brendon.— dijo presentándome.

Levanté la mano en forma de saludo pero se acercó a abrazarme.

—¡Como me voy a olvidar del pequeño que veía correr por todo el lugar!— dijo riéndose.— Y parece que trajo buena compañía. No te preocupes, no soy homofóbico y menos con a quien considero como mi nieto.

No entendía porque ese comentario pero luego recordé que mi mano estaba tomada de la Ryan.

—Veras, Robert, quería un traje con saco blanco para mi hijo porque voy a casarme.— dijo mi padre.

—Entonces ven, veamos si algún modelo te parece.— dijo haciendo un ademán con la mano para que todos los siguiéramos.

Será que en cuestión de trajes era un asco, pero enserio consideraba que todos se veían exactamente iguales. No iba a decirlo en voz alta, puesto que no quería herir los sentimientos de aquel hombre que estaba siendo tan amigable.

—Me gusta ese.— dije señalando uno al azar.

—Así que el dicho de "todo puto tiene buen gusto" es cierto.— bromeó.

Él y mi padre rieron exageradamente, mientras que yo miraba a Ryan que se veía algo incómodo mientras yo fingía una risa, al igual que él luego. A ver, si fuese Ryan o alguno de mis amigos quien lo dijera no tenía problema porque sabía que no hablaban enserio, pero por parte de alguien que vagamente no sé si lo piensa realmente o es una broma en toda la regla. Quizás detrás de una broma, hay una verdad oculta...

O quizás yo debería dejar de leer libros sobre psicología que no parecen ser buenos.

Sacó una cinta de medir y empezó a tomar medidas de mi torso, hombros, espalda, brazos... No sé, supongo que todas las que necesitaba para un saco. También tomó medidas de mis piernas para un pantalón, que para no morir de aburrimiento mientras mi padre y aquel hombre charlaban, le dije que algo en negro me iría bien, que lo dejaba a su elección.

Mi padre nos dejó en mi casa pero con Ryan decidimos ir a tomar un helado porque el día estaba bastante agradable como para estar afuera.

—Te dije que no podía ser tan malo...

—Ryan, nunca te había visto bostezar tanto.— dije riendo mientras él se sonrojaba.

—No dormí mucho anoche, cállate.

Besé sus labios aprovechando que ahora estábamos solos porque me resultaba incómodo con mi padre cerca.

Pedimos dos cucuruchos y nos sentamos en una mesa de afuera.

—Tienes algo de helado en tu cara. Justo...— le dije.

—¿Dónde?— me interrumpió.

Tomé mi helado y se lo estampe un poco en la zona de la boca y la nariz.

—Ahí.— dije ahora señalando mi desastre mientras reía como un loco.

Tomó mi cara para besarme y yo no me negué ni un poco. Sabía a vainilla, era exquisito.

Lo limpie con una servilleta mientras Ryan ahora me manchaba mi mejilla de helado a mí.

—Oops, igual puedo remediarlo.— dijo él inocente.

Me acercó a él y lamió toda mi mejilla como si fuese un perro, pero al ver mi cara de asco me dio un beso allí.

—Ugh, me llenaste de baba.— dije limpiándome con una servilleta mientras él reía.

—Vamos, seguro tuviste la cara con otros líquidos corporales y ahí sí que no te quejabas.

Mi cara se volvió roja pero igual reía con él.

—¡Ryan! Hay niños presentes, ten consideración.

Después de calmarnos, terminamos el helado y dimos unas vueltas por la plaza. También dimos algunas vueltas a la manzana de nuestro edificio para aprovechar que estábamos juntos un rato más antes de volver a casa mientras se hacía de noche.

Una vez en el ascensor de nuestro edificio, rodee con mis brazos la cintura de Ryan y él hizo lo mismo pero un poco más arriba.

—Gracias por hacerme sentir mucho mejor siempre, Ry.— dije besando su mejilla.

—No hace falta agradecerme Bren, sabes qué haría lo que sea por verte feliz.

Mi cara tomó un color carmesí y apoye mi cabeza en su pecho mientras miraba al suelo para que no lo notará.

Con una de sus manos, alzó mi cabeza para luego unir nuestros labios lentamente. Sin embargo, el beso tomó mucha más velocidad, tornándose en un beso sumamente hambriento y desesperado.

Mis piernas terminaron por enredarse en su cadera mientras que con sus manos me ayudaba a sostenerme. Me pegó a la pared para darme más estabilidad y así poder seguir besándome. Un gemido salió de mi boca cuando accidentamos se rozaron nuestros penes algo erectos.

El elevador se abrió seguido de una toz, sobresaltandonos por completo. El ascensor se había detenido unos pisos antes del nuestro donde una señora nos miraba de mala forma mientras le tapaba los ojos a una pequeña.

Me baje de encima de Ryan mientras le susurraba un "Nosotros subimos" para cerrar las puertas del elevador. Mire a Ryan que estaba con la cara completamente roja y reí. No era la primera vez que me pasaba, así que técnicamente ya no me ponía tan vergonzoso, pero se notaba que Ryan tenía mucho pudor.

Lullaby ✧ ryden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora