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—Despierta, estoy aburrido.— me decía Brendon moviéndome el brazo.— Llevas durmiendo un largo rato y ya hasta desenvolví tus regalos por vos.

Lo miré confundido mientras me sentaba en la cama. Me frote los ojos y bostecé tapándome la boca porque seguro tenía aliento a como si me hubiera comido un cadáver o algo demasiado descompuesto.

—¿Y por qué hiciste eso?— le pregunté mientras lo abrazaba.

—Me gusta desenvolver regalos, desde que soy muy chiquito me despertaba muy temprano en navidad solo para desenvolver regalos.— dijo riéndose como un niño.

Le besé la cabeza mientras veía que tomaba algo de su mesita de luz. Extendió su brazo por encima de nosotros y me guiñó un ojo. Levanté mi cabeza y vi que estaba sosteniendo un muérdago.

—Esto es típico cliché gay ¿Lo sabes?— le dije frunciendo el ceño.—Además, no me he lavado los dientes y realmente va a ser asqueroso

—No te hagas rogar bebé.— dijo levantando tus cejas.— Quiero mi beso de buenos días ahora.

Rodee los ojos y lo tomé de las mejillas para plantarle un pico, pero Brendon me tomó del cuello y me besó desesperadamente. No trate de alejar, porque aunque no fuese lo más delicioso en este momento, amaba besarme con él por el simple hecho de que era él y nadie más.

Me sonrió feliz de conseguir lo que quería mientras escuchábamos unos golpes en la puerta.

—¿Quieren desayunar?— preguntó la madre de Brendon sin entrar a su cuarto.— Es algo temprano y puedo prepararles tostadas.

Mi novio me miró, como esperando aprobación por mi parte, por lo que asentí.

—Ahí vamos mamá.— le respondió para levantarse de la cama.

Me prestó un pijama como para no ir con la ropa del día anterior ni para salir en boxers. Si estuviéramos solos, hasta juraría que me hubiera escondido la ropa como para que me quedara desnudo todo el día.

—¿No era que tenías las llaves de tu mama?— le pregunté.

—Siempre tiene una suelta de repuesto en su bolso, por las dudas de que yo pierda la mía.

Nos sentamos en la mesa y su mamá nos trajo un café junto con unas tostadas y cosas para untarles.

—Les agradezco que no hayan hecho ruido anoche, me preocupaba eso.— bromeó la madre de Brendon.

Mi cara se tornó roja y mi novio rió solo un poco por mi sonrojo.

—No lo molestes mamá, por favor.—le dijo antes de besarme la mejilla.

Seguimos hablando tranquilos mientras desayunábamos con su mamá. Era muy simpática, supongo que su carisma Brendon lo heredó de ella.

Me volví a mi casa luego de eso para pasar el resto de navidad con mis papás y hablando con familiares por teléfono para el típico mensaje de "¡Feliz navidad! Nos vemos en unos días" mientras que yo fingía estar emocionado cuando no, no quería volver a pisar ese lugar nunca.

De igual forma, no podía evitarlo porque toda mi familia estaba allí, por lo que para ellos sería ridículo que yo les pidiera que vengan todos para acá así yo no tenía que volver. Cosa que obviamente, no iba a pasar.


Los días pasaron y ya había llegado el día en que tomaba el vuelo por la noche. Decir que sentía náuseas, y no precisamente por el hecho de tomar un avión, era minimizar la situación.

Tenía ganas de encerrarme en el cuarto de Bren y quedarme ahí hasta que mis papás hayan embarcados.

—No quiero, Bren, no quiero ir.

Estaba acostado en mi cama, con mi cabeza apoyada en sus piernas mientras él me acariciaba el pelo para reconfortarme.

—Se pasara rápido, Ryro, lo prometo. Además, puedes llamarme a cualquier hora así puedo ayudarte a despejarte, no me importa que sean las cinco de la mañana.

—Pero tu sueño es demasiado pesado, estoy seguro de que si te llamó a esa hora no me vas a atender. Más fácil sería ganarme la lotería.

—Es verdad que tengo sueño pesado, pero tenerte con el tono de llamada de John Cena puede cambiar el hecho de que no escuche tus llamadas.— bromeó.

Reímos a la par, mientras yo me daba vuelta para mirarle la cabeza... o mejor dicho solo la pera, porque esa era la única visión que tenía desde el ángulo en el que estaba.

—Te amo.— le dije sin más.

Bajo su cabeza para mirarme, con una sonrisa muy amplia al punto de que se le achicaran un poquito los ojos.

—Yo también, y sé que vas a poder superar lo qué pasó allí al punto de solo verlo como un recuerdo lejano de tu adolescencia.

—¿Y vas a estar allí para compartir mi logro?

Nuestras manos se entrelazaron y él pensó un poco su respuesta.

—No importa de que forma, allí voy a estar. Contá conmigo, Ry.

—Esta promesa algo fuerte, pero me importa una mierda porque confío en que ahora lo dijiste enserio.

Me levante un poco para llegar a la altura de su boca y poder besarlo. Pero no duró mucho cuando la puerta de mi cuarto se abrió.

Me alejé de él para ver quien nos había interrumpido no solo con entrar a la pieza, si no para sacarnos una foto que salió con flash. Era mi mamá, mirándonos un poco apenada.

—Lamento interrumpir su precioso momento, pero venía a decirle a mi hijo que teníamos que ir yendo hacia el aeropuerto... pero es que se veían tan tiernos que no pude evitar sacarles una foto.

—Después mándamela.— le dijo Brendon.

Mi mamá salió del cuarto y yo me pare para acompañarlo hasta la puerta aunque en realidad no hacía falta porque era mi vecino, pero quería despedirme bien de él.

—¿Vas a extrañarme?— me preguntó Brendon.

—Obvio, pero por favor no empieces con lo de "pero yo te voy a extrañar más". Ya es demasiado.

—Perdoname, yo no soy el que regalo flores.— dijo cruzándose de brazos.

Le susurré un "cierra la boca" para luego tomarlo de la cintura y besarlo por última vez, al menos por unos días.

Lullaby ✧ ryden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora