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Ahora me encontraba en la clase de gimnasia, jugando al softball.

Todavía por suerte no me había tocado batear a mí, porque yo soy malísimo para esas cosas y seguro no logro ni tocar la pelota. Y para mí suerte, Ryan se había quedado en las gradas para burlarse de mi sufrimiento, por lo que me vería y se burlaría de mí todo el día... Los mil y un beneficios de una relación.

Estaba en la fila, pisando repetidas veces de lo nervioso que estaba. Uno de mis compañeros me pidió bastante irritado que parara, y yo simple empecé a pisar más rápido para molestar.

Mi turno llegó y para aumentar mi buena suerte, quien me iba a lanzar la pelota era Josh... Estoy siendo irónico, estoy rezando para que no me pegue con fuerza en la cara y me deje inconsciente.

Tomé el bate entre mis manos y me pare de una forma que creía que estaba bien, hasta que el profesor me silbó que lo estaba haciendo mal. Josh me miraba divertido y yo solo lo mire mal.

El silbato sonó indicando que podíamos empezar, y por suerte la había lanzado mal. La segunda estaba bien lanzada, pero la erré como un campeón. Y la tercera, para sorpresa de cualquiera que me había visto en educación física, le pegué.

Tire el bate a la mierda y empecé a correr hasta aunque sea la segunda base para que no me gritarán que era una nena. Al llegar, me di cuenta que todavía no la habían agarrado aún y corrí hacia la tercera.

Ya satisfecho con mi posición, me quede esperando a que el próximo bateara y así pudiera terminar el punto.

Una vez que bateo bien, marque mi punto al igual que los dos siguientes que venían después de mí.

Hicimos cambio y a mí me pusieron a cuidar el medio campo, porque el profesor me odia tanto que me puso a correr más a mí... O al menos eso quizo que hiciera.

No pasaron ni dos minutos estando ahí que justo cuando le toca a Josh la pelota que batea me da justo en la cara. Sorprendido, me caigo de espaldas mientras suena el silbato y todos se acercan a mí. Logro ver como Ryan se abre paso entre todos mis compañeros y se arrodilla a mi lado. El profesor, al ver que no es de la clase y que no tiene nada que hacer, le pide que me lleve a la enfermería.

Acomodó mi brazo en sus hombros, tomándome de esa mano mientras que me rodeaba la cintura, como si fuese completamente incapaz de moverme.

—Ay Brendon... ¿Tanta mala suerte tenías que tener como para que te diera justo en la cara?— preguntó riéndose un poco.

—Deberías estar preocupado por tu novio, malo.— bromeé para que me besara la mejilla.

—Casi me caigo de las gradas por correr hacia donde estabas, reina del drama.— dijo besándome de nuevo la mejilla.

En enfermería, me dieron para que me tomara una pastilla un vaso con agua y también una bolsa con hielo para el moretón que seguramente ya tenía, además de un justificativo para que pudiera quedarme sentado por el resto de la clase.

Me senté con Ryan en las gradas tomados de la mano, mientras hablábamos de los que jugaban, criticando lo malos que eran algunos. Evitamos besarnos para no tener que ir a detención, porque ya iba a ser la ¿Cuarta vez, quizás? por el mismo motivo.

Al finalizar la clase, pude ir a ducharme con los demás mientras Ryan me esperaba en la puerta del colegio.

—Dios lo siento tanto, Bren.— me dijo Josh.

—No pasa nada, lo único por lo que siento compasión es porque, si tenes esta fuerza en una estúpida clase de deportes, no me imagino la fuerza con la que le das a Tyler.— le dije, fingiendo seriedad.

Enrolló una toalla para luego pegarme mientras yo reía.

—Sos un cerdo, estoy seguro que no te dan hace un largo tiempo.— dijo persiguiéndome por el vestuario.

—Puede que tengas razón, pero no por mucho, mi querido amigo.

Terminé de cambiarme para ir hacia donde estaba mi querido novio para poder irnos a su casa a "estudiar".

Una vez allí, dejamos las cosas en el piso, cercano al sofá, donde nos sentamos. Yo me senté encima de él para luego devorar su boca en una posición mucho más cómoda para los dos.

No tardó en corresponderme, tomando mi cintura apegándome más a él. Pase una de mis piernas para el otro lado, así quedábamos perfectamente enfrentados y pegados. Mis manos pasaban por todo su cuello y nuca, hasta que me separé solo unos segundos para meterlas debajo de su remera, acariciando cada parte de su torso y espalda. Al contrario de mí, sus manos seguían completamente quietas, algo que no me agradaba del todo y que esperaba que no se mantuviera así.

Me moví un poco "accidentalmente" para adelante y para atrás para crear cierta fricción que lo alentará a seguirme el juego. Ante esto, él solo pudo susurrar algunas maldiciones, haciéndome querer seguir haciendo esto.

Me separé de él para mirarlo un poco, estaba con cierto tono rojo suave en su cara y algunas gotas de sudor. Al no ver ninguna señal de "alto" por parte de él, empecé a besar su mandíbula para bajar mis besos a su cuello.

Él suspiraba, erizandome un poco la piel por el aire que Ryan soltaba chocando justo con mi piel.

Un sonido de timbre nos pincho la burbuja, como muchas veces anteriores.

Bufe y me hice a un lado para que él fuera a abrir, mientras se arreglaba un poco el pelo que le había desarreglado.

—¡Papá!— escuché que grito feliz.

Me asomé un poco mientras tragaba saliva al ver un hombre de una edad bastante aceptable, abrazando a Ryan mientras hacía su bolso y maleta a un costado para no interferir con el abrazo. Si antes estaba duro, puedo decirles que todo pensamiento de ese tipo se había ido de mi cabeza. Sentí mis manos sudar y supuse que estaba pálido. Me removí en el sillón incómodo, esperando que mi erección no fuera tan grande y visible.

En este momento, solo tenía un solo pensamiento en mi cabeza:

Tierra apiádate de y tragame ya.

Lullaby ✧ ryden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora