Capítulo 18: El Muro Impenetrable. Caro.

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<<Esta ciudad es tan enorme... ¿dónde estarás, mamá?>>, se preguntó.

La joven estaba feliz de tener la oportunidad de conocer a su madre; claro que también desesperada y ansiosa.

Se hallaba en la calle luego de haber dejado su currículo en un mercado oriental. La gente, como siempre, iba y venía, se atropellaban y no parecían conocer la palabra "permiso". Había pájaros posados en los cables de luz y los árboles y niños que les tiraban piedras.

<<Como extraño mi pueblo...>>, suspiró.

Al rato, acudió a su cibercafé. Renegando con el mouse que le había tocado, se metió en la página de varios periódicos, como "El jornal pacificeño" o "Crónicas vespertinas"; y en cada uno, con entusiasmo, buscó entre los periodistas el nombre de su madre. Fue uno por uno, pero nada. Al rato, ya con la vista cansada, tuvo que dejar por que se le había terminado el tiempo.

<<No he avanzado en nada>>, pensó.

Pero no debía frustrarse, no podía pretender hallar a su madre de forma tan sencilla.

Rumbo a su departamento, caminaba a paso lento y mientras escuchaba "Hand in my pocket" de Alanis Morissette en sus auriculares.

Pasó por una librería. Se detuvo ante el escaparte y advirtió, con anhelo, que ya estaban a punto de descubrir el título de la próxima novela de la saga de AJY, "Laberinto de nubes". Los libros estaban cubiertos con unos lienzos negros. La joven ansiaba leer esa novela y lamentó no tener dinero. Tendría que esperar alguna reventa del libro usado, no quería tener que bajarlo de internet.

<<Ojalá algún día yo esté en este escaparate>>, pensó.

El sol ya estaba hundiéndose en el horizonte y las sombras reptaban en busca de la noche. Caro cruzó un puente peatonal que dibujaba un arco. Bajo sus pies, veía pasar a los autos a toda velocidad.

De pronto, sintió pasos detrás de ella. Se sobresaltó y, sin voltearse, abrió los ojos atemorizada. El corazón comenzó a latirle con mucha fuerza. Al prestar atención a los pasos, dedujo que eran al menos dos personas. Pero decidió que esta vez, no iba a huir como siempre. Quería terminar con eso de una vez. Por esto, a pesar del miedo, se dio vuelta todo lo rápido posible; pero advirtió que sólo se trataba de una pareja de ancianos que caminaban con bastón. Suspiró entre alivio y fastidio. Alguien parecía querer volverla loca.

Al rato, viajaba en un tren del subterráneo línea S, apartada en un rincón, atenta a que no le robaran su celular, estaba escribiendo un mensaje de texto para Elena:

<<No me pareció muy creíble que fuera un héroe anónimo que desbarate mafias como en las películas, pero fingí que le creía. En verdad, tengo que reconocer que él era muy apuesto. Creo que te gustaría. Tiene una de esas narices griegas que te gustan. Además la cara en forma de corazón y con una pequeña elevación en el mentón. Y es muy valiente. Todavía me acuerdo cómo peleó a pesar de la desventaja con esos mafiosos. Y bueno, ahí me entró miedo. Mejor no tener problemas con esos delincuentes. Así que me quise alejar de ese tal Yuri. Además, Ele, después de todo, era un completo extraño. No sabía nada de él, ni si tenía familia, trabajo, ni siquiera de dónde venía, porque por el acento, podía adivinar fácilmente que no es oriundo de este país. Quizás el mafioso era él. Suficientes problemas tengo como para que encima me roben o algo peor. Cuando llegó el tren, fue como si acabara de llegar un superhéroe a rescatarme. Sin embargo, Yuri insistió en darme su teléfono. Ele, me puse muy nerviosa y hasta tuve miedo. No quería perderme el tren. No porque fuese a llegar tarde, sino porque no quería quedarme en la plataforma con ese chico extraño. Pero me rogó tanto, que acepté su número. No sé por qué. Capaz vi algo en su mirada. Quizás bondad. Así que me subí al tren y por suerte, él no subió conmigo. Obvio que me hice la tonta y no le di mi número. Un alivio, Ele...>>

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora