Capítulo 24: La Habitación Blanca. Yuri.

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<<Pronto ya no tendré que preocuparme de la humana ―se alegró―. Solo debo hallar a su madre.>>

Yuri estaba en la guarida de los licántropos, apoyado junto a la ventana. Vio en el cielo que ya estaba anocheciendo. Afuera, las sirenas policíacas sonaban, a veces lejos, y otras, peligrosamente más cerca. Había llegado el momento. Los licántropos irían al cementerio a buscar la siguiente pista. Yuri sabía que tendría que estar emocionado y ansioso por ello, sin embargo, estaba preocupado: la búsqueda sería al anochecer y temía por su cicatriz. Miedo no por su vida, sino por la misión.

Y mientras esperaba a que llegara la hora, Yuri se entretuvo escribiendo en su diario:

Fui al viejo depósito a investigar. No parecía peligroso y además, tenía muchas formas de escapar. No parecía ser una trampa...

Seguía escribiendo a gran velocidad:

Cuando la humana apareció en el lugar de esas comidas, traté de sonreír, pero me costó mucho. Esta misión es un fastidio. Encima, me preguntó sobre mis padres. Fui a salvarle la vida, no a contarle sobre mis asuntos privados...Si supiera lo reales que son las brujas. Es mejor que siga creyendo que son solo leyendas...

Tachó unas palabras y prosiguió:

Cuando ya estábamos cerca, con paciencia, traté de tranquilizarla. No porque me interesara demasiado ella, sino que sus nervios son un estorbo. La muy tonta lo arruinaría todo...

Nos topamos con unos guardias. Fue raro. No había encontrado humanos cuando estuve allí antes...

Crucé de un salto la ventana. Entonces, no pude evitar recordar al Viejo Bob y su trampa. Respiré con furia al recordar las puertas trabadas, la desesperación, la noche cayendo, los pajarracos aproximándose... Más tenso me puse cuando vi que la humana dudaba en entrar. Tuve mucho miedo. Es que ese sería el momento ideal para ser traicionado. Podría haberla matado y olvidarme del asunto. O simplemente irme y tirar por ahí ese celular. Sin embargo, al verla, me dio pena, así que decidí seguir adelante...

Se detuvo y trató de hacer memoria:

Ante esas oficinas percibí el hedor a pajarracos. Me puse alerta. Era mejor que huyéramos de inmediato. Sin embargo, ella abrió las puertas. No sabía qué estaba tramando. El olor en la puerta 6 era inconfundible. Pajarracos. Habían estado allí hacia poco. Encima sonaron las alarmas. Desde afuera, vi esas paredes blancas. No entendía qué eran esas fotos ni qué tenían que ver los pajarracos en todo ese asunto, pero no quería enterarme tampoco. A lo lejos, pude oír las sirenas policíacas. Así que decidí huir. Dejaría a la humana que se arreglara sola, pero recordé que había jurado protegerla. Suspiré y la saqué de allí...

Se rascó la frente y prosiguió escribiendo:

Este misterio se está volviendo cada vez más complicado. Pero ella en verdad sufre por no conocer a su madre...

Yuri apartó la vista de su diario y, con la mirada perdida, recordó como la joven le tocó el hombro y le agradeció su ayuda. Y él, por un breve instante, con repulsión, estuvo a punto de apartarse. Sin embargo, dejó que la humana lo tocara. Y no le pereció tan desagradable ese gesto después de todo. Y más se impactó aún cuando ella se despidió con un beso. También al comprender que él lo había permitido. Concluyó que la humana le caía bien un poco. Le seguía pareciendo muy ansiosa y precipitada, también algo nerviosa; pero valiente al mismo tiempo.

<<Pero jamás volveré a leer esa mierda de los anillos>>, pensó rencoroso.

Pasó de página y anotó la fecha de ese día. Se apoyó de costado en la pared y continuó con sus crónicas:

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora