En su departamento, algo preocupado, Ryan estaba de brazos cruzados, apoyado en la pared. Tenía las orejas húmedas ya que un rato antes las había enjuagado. No podía dejar de pensar en la bruja y en los nuevos ingredientes que debía conseguir.
Recordó que cuando despertó bajo aquel puente, Ryan, viajó a toda prisa al edificio Las Colinas con el autobús número 589. Quería averiguar de inmediato cómo sortear el muro embrujado. Y la forma de saberlo estaba bajo su cama.
Descendió del sofocante autobús y se dirigió caminando hasta su edificio. Iba marchando cuando, de pronto, sufrió una punzada en las sienes. Gimió dolorido. Supuso que continuaba el malestar por culpa de la bruja. Mientras proseguía su camino, se limpió los rastros de sustancia azul de los lóbulos con las mangas de su buzo negro. El sol ya estaba dando batalla a las sombras que retrocedían derrotadas hasta la próxima noche. Ya la ruidosa Ciudad Pacífico había despertado.
Caminaba con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Los perros callejeros le ladraban furiosos, pero sin coraje para acercársele demasiado. El demonio venía cavilando absorto cuando, de pronto, se topó con un olor muy conocido para él, el cual le dio en el rostro como una caricia: mezcla de champú, desodorante y cremas de mujer.
<<¡Es ella!>>, se dijo.
Por un breve instante, sus ojos café se iluminaron de la alegría, es que, desde la última vez que se vieron, había pasado mucho tiempo. Pero rápidamente, ese sentimiento fue sepultado por una carga de fastidio. Contrajo su frente y chasqueó tedioso la lengua. No tenía tiempo para tratar con humanos metiches. Pero ya estaba ante la puerta principal de su edificio.
Lamentablemente, ya no podía volver y escalar por las paredes hasta su ventana. Era pleno día y había gente transitando por las veredas. Así que gruñó furioso pero tuvo que resignarse. Le costó hallar las llaves en su mochila y con manos torpes, abrió la puerta y entró cuidando de no golpearse la cabeza con el dintel de chapa.
<<Me la sacaré de encima rápido antes de que empiece a preguntar y preguntar>>, se dijo.
Como lo sospechaba, ahí estaba ella. Al verla, el demonio sintió que su corazón se revelaba. Le sonrió y aunque luego se reprochó haberlo hecho. Comenzó la charla hablando del clima. Al tenerla cerca, movió apenas su nariz y aspiró, con deleite, el olor que brotaba de la piel lechosa de la joven. Placer para sus fosas nasales. Y le encantaría poder soltarle esa coleta, que sus rulos se liberaran y lograr hundir su rostro en ellos.
<<Me comería a todos los pacientes―pensó divertido cuando la joven le propuso ser médico―. ¿Y cuál es tu nombre, vecina preguntona?>>
Tampoco sabía su edad, pero suponía que debía tener unos veinte años aproximados. También le gustaría mucho saber si era virgen, pero tenía que tocarla para saberlo con certeza. Y al observar su busto (desde su estatura era difícil no reparar en ellos), se quedó perdido en el abismo entre ambas montañas, dónde colgaba una medallita que no le gustaba demasiado; pero lo que le importaba eran esos formidables pechos de piel lechosa y con algunas pecas aquí y allá. Se imaginó tomar ambos y juntarlos hasta formar un túnel ardiente...
Pero también pensó que era agradable verla sonreír con esos dientes blancos como el papel. La alegría de su vecina era sumamente contagiosa. Él también se encontró sonriendo una y otra vez.
De pronto, cuando ella mencionó lo de ser abogado, Ryan se sintió azorado por la culpa, un veneno letal que sintió roer sus entrañas.
Al mismo tiempo, con un sobresalto, Ryan se puso alerta al oír al vecino motociclista. Comprendió que se había expuesto demasiado. No podía quedarse en el pasillo conversando con los humanos. Incluso advirtió que durante esa charla, había olvidado lo apresurado que estaba por descifrar la forma de derribar el muro de la bruja. Por esto, se colmó ahora de fastidio y furia consigo mismo por haber sido tan irresponsable.
Al rato, Ryan entró a su vivienda y cerró la puerta con el talón derecho. Dejó su mochila con la vasija sobre el colchón y, de inmediato, se agachó debajo de su cama.
<<Charlando con humanos mientras la bruja sigue protegida por su maldito muro>>, pensó molesto.
Metió la mano, apartó una media olorosa que arrojó al montón de ropa sucia y, al fin, encontró el libro de hojas sin palabras. Le quitó el polvo y las pelusas de encima. La portada de negro cartón duro no tenía título, pero se trataba de una copia de la enciclopedia del profeta Denis. Era la fuente de conocimiento de todos los demonios. Y solo para ellos. Había prácticamente respuesta para todo en ese volumen diabólico y para conseguirlo, Ryan había tenido que...
Abrió la enciclopedia en la primera página, tomó una navaja, se hizo un corte en la palma izquierda y dejó caer su sangre en la hoja amarillenta:
―Gran enciclopedia del profeta Deni'. Invoco tu poder. ¿Cómo debo derribar el muro protector creado por una bruja?
De pronto, el libro se sacudió y, siguiendo líneas rectas y prolijas, comenzó a escribir palabras con una pluma invisible, pero no era tinta lo que utilizaba, sino la sangre vertida por el joven:
"El profeta Denis responde, demonio. Es necesario un contra hechizo. Para quebrar un muro protector creado por una bruja se necesitan los siguientes ingredientes, y todos en el siguiente orden: el agua bendita de una iglesia a medianoche, el veneno de una serpiente al amanecer, la sangre de un lobo a la luz de la luna, las cenizas de un mago y por último, la sangre propia. Y la poción tendrá que reposar doce horas hasta que termine de arder. Esta poción abrirá un hueco en el muro pero no para siempre, el muro se cerrará al cabo de un día. Los hechizos protectores de las brujas son los más poderosos. Ellas son expertas en ese arte. Solo otra bruja puede derribar esos muros de forma permanente."
Cuando Ryan terminó de leer, las palabras comenzaron a borrarse por arte de una goma invisible. Al fin, la página quedó en blanco otra vez. Ryan cerró el libro y lo guardó nuevamente debajo de su cama.
<<Últimamente, estoy usando mi sangre para todo... ―pensó―. Pero no importa.>>
Se sentó en el colchón y se dispuso a meditar sobre toda esa nueva información. Lo bueno era que tenía la forma de derribar el muro, lo malo, era que llevaría días preparar ese hechizo. Había un mago solitario que vivía en la estación de trenes, era viejo y débil, y sería un ingrediente fácil. Los demás tampoco se veían complicados de lograr.
<<Pero llevan tiempo... ¿Y si no logro vengar a Jodie?>>, se preguntó.
No obstante, contrajo el entrecejo y se juró conseguirlo como fuera.
De pronto, volvió a experimentar un dolor traspasando su cabeza de sien a sien. Cerró los ojos y gruñó dolorido, fue al baño, abrió el grifo de agua fría y se lavó de los oídos el fluido de color azul. Estaba desconcertado. No sabía que los SED provocaran semejante migraña además de las secreciones en los oídos. Creyó que lo ayudaría su condición de mito. De todas formas, no se preocupó demasiado. Un dolor de cabeza no era nada comparado con toda su misión.
Con las orejas húmedas, salió del baño, se cruzó de brazos y se apoyó de espaldas a la pared.
<<Le sonreíste>>, recordó.
Y jamás lo había vuelto a hacer desde la muerte de Jodie.
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Aullidos, flama y un corazón.
WerewolfSOLO +18!!!! Algunas escenas son EXPLICITAS y contienen LENGUAJE ADULTO. #Primer lugar Mostlettersawards. #Segundo lugar Premios Arcoiris. Sinopsis: Caro deberá buscar pistas para encontrar a su madre a la que creyó muerta toda su vida. Esta aventu...