Capítulo 32: El Capullo del Polen Muerto.

139 44 21
                                    

Era una habitación de paredes negras y suelo de madera. En un rincón había una mesa con tubos de ensayo, una gallina muerta sin desplumar y envases de vidrios repletos de hierbas y sustancias viscosas. Por la ventana de gruesas cortinas también negras, apenas se colaban algunos rayos de sol y los rugidos de los automóviles. Asustada, la dueña de casa, una mujer ataviada de un largo vestido, estaba de rodillas con las palmas en el suelo. Temblaba y los cabellos negros se le pegaban al rostro sudoroso. No se atrevía a levantar la vista. Tenía el labio partido y seguramente varias costillas rotas. Quién la había atacado estaba de pie frente a ella. Vestía un largo sobretodo y una capucha que dejaba vislumbrar una máscara:

―Tendría que cortarte el cuello ―amenazó el visitante con vos distorsionada.

―No me mate, no sabía qué era usted ―explicó la mujer entre sollozos.

―Entonces, no vuelvas a intentar escapar. Eres una malagradecida. En poder de otro de mi especie estarías muerta; sin embargo, yo te perdoné la vida.

―Lo sé, lo sé. Estoy a sus órdenes. Como siempre ―dijo la mujer procurando olvidar el dolor de sus costillas.

―Vengo a pedirte uno de tus hechizos.

La mujer levantó la vista y asintió con vehemencia.

―Necesito un hechizo protector. Ese de las raíces que ustedes llaman polen muerto.

―Sí, sí. Se llama capullo del polen muerto. Es muy poderoso y, sobre todo, efectivo ―prometió la mujer luego de limpiarse la sangre de la boca.

―Pero quiero que el nombre del protegido y el atacante queden en blanco hasta que yo decida los nombres.

―Como usted ordene. Dejaré el blanco los espacios en el mapa.

―Sí, hazlo, pero no intentes engañarme. Sé qué ingredientes debes usar. Voy a vigilarte. Tan solo toca un frasco que no debes y estarás muerta.

―No se preocupe. Jamás intentaría algo contra usted. Estoy a sus servicios ―dijo la mujer y bajó la mirada. Entonces, con el rostro oculto entre sus cabellos, sonrió y entrecerró los ojos con maldad:

<<Soy una bruja y me cobraré esta humillación ―pensó llena de rencor―. Una vez que aceptes ese mapa, no podrás deshacerte de él. Los lugares donde poner las semillas serán terribles y peligrosos hasta para ti. Y que ni se te ocurra cambiar los nombres una vez que los escribas, porque cada vez que lo hagas, los peligros serán todavía peor. Recordarás para siempre a la bruja Edith. No seré tu esclava.>>

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora