Capítulo 48: El Tercer Lugar Secreto. Yuri.

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Yuri estaba feliz. No dejaba de sonreír. Había hecho desaparecer a la cicatriz para siempre y por si fuera poco, había encontrado el mapa del Arat Tokrglor.

<<Al fin estamos por lograrlo, Di. Espérame>>, se dijo.

En la guarida, ambos emocionados y ansiosos, Yuri y David estaban alrededor de la mesa examinando el mapa. Dimitri estaba junto a ellos, pero con su semblante serio y concentrado. Gastón, por más que quería participar, estaba en la cama delirando de fiebre. Así que los demás le iban contando lo que descubrían en el mapa. Éste era un pergamino amarillo. Tenía dibujadas una luna en fase cuarto creciente y el espacio para otras cuatro en la parte superior derecha, y la firma del Arat Tokrglor abajo a la izquierda. Pero no más que eso. Es que en realidad, no era un mapa convencional, no tenía ningún dibujo de caminos, cruces ni líneas punteadas. Únicamente había un mensaje en el centro:

"Solos los licántropos podrán leer este mapa a la luz de cinco lunas."

―¡Más pruebas! ―se quejó David impaciente.

―No pensé que habría que seguir esperando ―agregó Yuri.

―Controlen su ansiedad ―les ordenó Dimitri―. Es obvio que el tesoro del rey Licaón tendría muchas medidas de seguridad. Nadie dijo que sería fácil encontrarrrlo. Pero ya estamos cada vez más cerrrca del final. Y cuando tengamos la Sanguijuela, empezará la batalla.

―Tiene razón, líder alfa ―agregó David.

―Es verrrdad, no puedo creerrrlo. Estamos muy cerrrca. Ahora hay esperanzas para salvar a toda nuestra especie. Estamos cerrrca de empezar una nueva vida, ¡libres! ―comentó Yuri emocionado. Miró el cofre y el pergamino, y tras una sonrisa, se sintió orgulloso de sí mismo. Pasó por tantos peligros y se merecía ese premio. Sin embargo, sabía que no todo había terminado todavía, ahora tenía más responsabilidades, para él y todo su grupo; pero lo aceptaba con orgullo y dispuesto a dar la vida si era necesario.

Un rato más tarde, al beber la poción, Yuri cerró los ojos y apretó los dientes con fastidio y resignación. Todavía le quedaba seguir soportando que le quemara las tripas. Sin embargo, decidió que eso no era nada si, al final de todo, lograban ser libres del yugo de los pajarracos.

<<Ya falta poco para que los licántropos dejemos de escondernos, enfrentaremos y derrotaremos al gran enemigo>>, se dijo.

Al rato, David estaba preparando la cena. Gastón estaba en la cama, con un trapo mojado en la frente y Dimitri había ido a hacer un reconocimiento a la terraza. Por su parte, Yuri con el torso desnudo a causa del calor del horno, se dispuso a cargar su celular. Al tomar el cargador de un cajón del destartalado placar, vio, debajo de sus medias y bóxers, el paquete que le había regalado la humana.

<<La traidora>>, pensó.

Gruñó y respiró con ira. Todo su buen humor desapareció. Iracundo quiso tirarlo de inmediato a la basura; pero, tras un suspiro, decidió que era mejor hacerlo afuera, para que sus compañeros no lo encontraran y se les ocurriera abrirlo. No querría tener que dar explicaciones. Guardó el paquete en su riñonera. Se vistió con una camisa blanca y negra, que no se preocupó en abrocharla hasta el cuello como de costumbre y, tras calarse su gorrito rojo, salió del departamento.

Ya en la calle, dobló a la derecha y siguió la vereda hasta a un callejón repleto de contenedores de basura. Allí había ratas por doquier, pero huyeron ante su presencia. Furioso, tomó el paquete de su bolsillo y se dispuso a tirarlo dentro de un contenedor. Sonrió con malicia al imaginarse a ese paquete entre cáscaras podridas. Pero al tenerlo en sus manos, no pudo de la curiosidad y lo abrió con impaciencia. Al fin, descubrió un libro: El señor de los Anillos: Las dos Torres. Se quedó atónito. El texto era usado, de hojas de bordes amarillentas y algunas descocidas. Además, había un pequeño mensaje enganchado en la solapa con un clip:

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora