Capítulo 35: Los Xonors. Caro.

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<<¿Quién es ese ángel enmascarado?... Vecino Ryan... Yuri, háblame...>>, cavilaba.

Sentía que sus pensamientos daban vueltas y vueltas como prendas en un lavarropas.

Ya era de noche, estaba sentada a la mesa, lápiz en mano, resolviendo ecuaciones. Una tras otra.

En ese momento, tocaron a la puerta. Caro se apresuró a recibir a Maga. Estaba ansiosa por contarle todo. Por esto, al rato ya estaban charlando sentadas en el sofá.

―Oh, cuando lo vi saliendo del mercado lamenté tanto no habe' llegado un rato antes. Pero resulta que no había comprado nada aún ―contó Caro sonriente.

―De no creer ―comentó Maga atenta al relato.

―Sonreí tanto que me dolieron las mejillas. Y sabes, Maga, él también lo hizo. Y nada, me encanta ve' su rostro alegre y radiante. Oh, pero eso no fue nada. ¡Me saludó con un beso!

―Eso es genial, Caro ―festejó Maga.

―No sabes cómo tenía el corazón. A punto de estalla'. Fue la primera vez que lo tuve tan cerca. Hasta descubrí sus granitos en la cara. Oh, me pareció tan tierno. Además, olía tan bien.

―Fíjate, Caro, todo se está dando de a poco ―agregó Maga y tomó un sorbo de su té.

―Fue genial hace' las compras con él. Y descubrí muchas cosas más del vecino. Pues como lo sospechábamos, vive en el último piso del bloque del frente.

―¿Qué departamento?

―En el quinto también... ¡Oh, y al fin lo sé, Maga! ―comentó Caro y suspiró emocionada.

―¿Su nombre?

―¡Sí! Se llama Ryan. Es un nombre hermoso, ¿no crees?

―Al fin, Caro. Me imagino que le habrás dicho el tuyo.

―Pues sí, fue como si nos presentáramos. Fue divertido. No quería que ese paseo terminara nunca. Y nada, si fuera po' mí, lo hubiese llevado a recorre' todo el mercado.

―¿Y de qué hablaron?

―De muchos temas. Otra vez de cine. Oh, Maga. Me gustaría tanto que me invitara.

En ese instante, Maga fue por el recipiente del azúcar. Caro recordó cuando en el mercado, de reojo, vio que dos chicas de unos treinta de edad, miraban a Ryan furtivamente y charlaban sonrientes entre ellas. La verdad, Caro pensó que eran dos chicas sensuales con sus piernas largas.

<<Una es tan desubicada por venir a un mercado con tacos>>, pensó.

No obstante, Caro tuvo que reconocer que le quedaban muy bien. Ambas se vestían muy atractivas, como si estuvieran por irse a una discoteca. Y ella, insegura y acomplejada, se vio con su facha: jeans, remera y zapatillas; así podría vestirse un chico. Sintió que Ryan se merecería una chica elegante y atractiva como aquellas. Caro comprendió que tendría que resignarse a ser la amiga simpática de Ryan. Nada más. Así que arqueó las cejas y bajó la mirada.

<<Mejor dejar de soñar>>, se dijo.

Pero entonces, frunció el seño, levantó la vista y miró con osadía y desafió a las chicas de las minifaldas.

<<Ryan está haciendo las compras, riendo y charlando conmigo, no con ustedes ―se dijo―. Así que mátense.>>

Fue tan furibunda su mirada, que hizo que las mujeres fingieran tomar envases de café instantáneos, empujaran sus carritos y se marcharan en dirección opuesta.

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora