Capítulo 52: El Final. Yuri.

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A una cuadra de distancia para no ser descubierto, Yuri iba detrás del xonor más joven. El lobo estaba preocupado por Caro, pero tenía esperanzas de que hubiese abandonado su búsqueda al atardecer. Y con entusiasmo, confiaba que si encontraba ese tercer lugar secreto, sería una compensación por su pésima actitud. El xonor caminaba con lentitud y encorvado. De pronto, como en varias ocasiones, se detuvo para apoyarse en una pared y recuperar al aliento. Yuri se escondió. El lobo comprendió que los xonors no habían llevado bien su contrato y era eso lo que los debilitaba; pero eso los hacía más impredecibles y peligrosos.

<<Debo averiguar qué traman ―se dijo―. ¿Quién será ese pajarraco enmascarado...? No puedo dejar que Caro venga aquí y se enfrente a ellos.>>

De pronto, el xonor se derrumbó en la vereda. Intentó levantarse una vez, pero se quedó en el suelo. La calle estaba desolada así que nadie fue en auxilio del chico. Yuri entrecerró los ojos, salió de su escondite y, con pasos cautelosos, se acercó al mito. Cuando lo tuvo cerca, frunció los puños y se preparó para ser atacado. No obstante, el chico estaba inmóvil.

―Dime dónde está el terrrcer lugar secreto que custodian. ¡Ahora!, ¿estamos de acuerrrdo? ―lo interrogó Yuri con autoridad.

―No te lo diré ―respondió el xonor con esfuerzo y lo miró desafiante a pesar de que le costó levantar su rostro demacrado y ojeroso―.Ya hemos llamado a nuestro jefe ángel otra vez. Así que... que vendrán y te acabarán. Ellos saben cómo tratar a los licántropos. Esta... vez... no escaparás.

Yuri en lugar de preocuparse por la amenaza, casi sonrió de alegría ya que eso significaba que Caro había sido inocente aquella vez en la biblioteca.

<<Hice bien en confiar en ella>>, se dijo.

Su padre siempre tuvo la razón. Jamás volvería a dudar de su amiga. Pero luego, se llenó de culpa y temor por lo que pudiera sucederle. Así que, nervioso, continuó con el interrogatorio:

―¿Has visto a la humana rubia aquí? La que venía conmigo. ¡Habla!

―Está aquí y Lechuga la matará. Eso por... por... entrometida ―balbuceó el joven xonor.

<<¿Matarla? No. ¡Caro!>>, se angustió.

Yuri abrió los ojos aterrado y sin piedad, le dio una patada:

―Dime, ¿dónde? ¿DÓNDE?

El xonor esbozó una sonrisa maligna y luego, se derrumbó de bruces. Quedó inconsciente.

Yuri comprendió que el xonor ya no le diría más nada, de nada le serviría matarlo a patadas. Debía ocuparse de Caro. Por esto, bebió el antídoto para poder utilizar al máximo sus poderes de lobo. Así encontraría más rápido su olfato. Era un tremendo riesgo en medio de la noche.

<<Pero se lo debo>>, decidió.

Ella le había salvado la vida una vez y, lo más importante, era su amiga. Además, él ahora podía usar y regular su poder con precisión.

Se caló el gorro hasta la frente, frunció el seño, sus ojos se tornaron verdes, sus orejas crecieron en punta y su rostro se llenó de hebras doradas. Con eso decidió que era suficiente transformación. De inmediato, se puso a recorrer las calles, amparándose en la oscuridad. Usó su máxima velocidad y olfato para buscar en todos los edificios abandonados hasta que al fin encontró su olor en uno gris y oscuro como los demás, pero que se hallaba frente a una vieja fuente de agua. Abrió los ojos y boca esperanzado. Sin embargo, comprendió que todavía no había logrado salvarla. Así que sin dudarlo, entró por una ventana sin cristales y subió a toda prisa por las escaleras ya que notó que el olor venía de arriba. Todavía estaba con vida. Pero antes de llegar a ella, revertió su transformación.

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora