Epílogo.

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Era una noche oscura y nublada. Lejos de Ciudad Pacífico, en una ruta sombría, un camión repleto de troncos pasó rugiendo por sobre un puente que salvaba un arroyo seco y olvidado. Bajo el puente, había una figura inmóvil, recortándose en las sombras, sentada en el suelo repleto de guijarros y barro. Todo era silencio, hasta que de pronto, una sombra cayó frente a ella desde el cielo. Era un murciélago de sombras gigante y de ojos rojizos que resaltaban en la oscuridad con su color sangre. De inmediato, la figura se levantó y resultó ser una mujer vestida de jeans y una blusa blanca:

―¿Alguien te siguió? ―preguntó temerosa.

La sombra de ojos rojos inició su transformación y se convirtió en un hombre ataviado con un traje negro y corbata azul:

―No, tuve mucho cuidado ―respondió el hombre y tras un largo suspiro, preguntó:―. ¿Y si no está en Pacífico, Matilde?

―Entonces, estamos perdidos. Ella es nuestra única esperanza. Solo que no lo sabe aún.

Y ambos se quedaron en silencio, bajo aquel puente, contemplando el cielo estrellado, aguardando por el resto del grupo de vampiros.

Aullidos, flama y un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora