|𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐏𝐎| 24

97.4K 8.8K 4.4K
                                    

La nonna de Dominic, Marcela, es mi mano amiga a la hora de arreglarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La nonna de Dominic, Marcela, es mi mano amiga a la hora de arreglarme. La mañana pasa demasiado rápido, en cuanto llegamos a la villa Don vuelve a su actitud fría y distante, almorzamos junto a los chicos quienes evitan mi mirada, algunas palabras son dichas en ruso a lo cual Dominic adopta su máscara, intento buscar su mano debajo de la mesa... un acercamiento y nada. Cansada de sentirme rechazada me retiro al segundo nivel, eligiendo vestidos y tirándolos a la cama, no estoy lista para una fiesta, mi idea de viajar a Italia eran bikinis y algún vestido de coctel. Nonna entra a la habitación cuando barajo la idea de salir en busca de alguna boutique en Italia capaz de tener un vestido elegante de mi talla y medianamente decente. Marcela y dos ayudantes me sonríen, una de ellas probablemente de mi edad será mi traductora, porque obviamente, Dominic ha pensado en todo.

—¿Cómo te llamas?

—Amalia, señora, y ella es mi compañera, Serafina, el señor nos ha enviado como sus asistentes.

—Gracias —susurro mirando la ropa, nonna extrae tres de ocho de los trajes antes de que el cuarto me enamore, es perfecto. Don necesita un adorno, le daré uno. Sonriendo elijo ese, Amalia se encarga de alisar mi pelo y luego crear ondas sueltas, no soy una mujer de peinados extravagantes, me gusta tener un marco en mi rostro y mi cabello causa un efecto alargado en forma de diamante, ella también pinta mis uñas de un delicado color crema y maquilla mis ojos con efecto ahumado negro, resalta el esmeralda y mis pestañas con unas postizas, mis labios opto por solo un suave rosa mate. Tres horas más tarde, la mujer en el espejo es una desconocida, nunca me he maquillado de ese modo y mucho menos elegido un vestido parecido. Amalia y nonna aplauden de felicidad y la señora Serafina me regala una sonrisa discreta.

Pronosticando una noche de pasión mi ropa interior es solo una diminuta braga negra de encaje. Mi vestido es púrpura, corte imperio, escote profundo en V, una abertura en mi pierna derecha y la espalda descubierta. Morirá de un infarto al percatarse de mi atrevimiento. Las mujeres abandonan mi recámara cuando aún estoy dudosa frente al espejo eligiendo mis accesorios, unos aretes pequeños y elegantes en combinación con mi anillo de compromiso, no me deshago de mi nuevo collar de corazón, fue muy específico al pedir que nunca me lo quite. Salgo descalza al pasillo atravesando este hasta la habitación de Isabella Cavalli, en ella voy al clóset donde ayer recuerdo haber visto unas zapatillas hermosas, doradas, cuyas tiras formaban una serpiente intrincada. No me las coloco, solo las sostengo en mi mano junto al bolso igual de dorado donde solo llevo conmigo mi celular –el cual no ha sonado ni una sola vez en todo el viaje– y mi identificación además de una tarjeta de Dominic.

—¡Emilie! —grita desde la planta baja mi prometido. Por su voz parece molesto—. ¡¿Qué tan difícil es ponerse un vestido!? ¡Vamos tarde! —insiste. Giro mi ojos empezando a bajar la escalera, Raze es el primero en verme desde una esquina, sus labios se curvan en una sonrisa burlona. Está, para mi sorpresa, vistiendo de etiqueta, niega y le guiño uno de mis ojos pasando a su lado. Dominic, de espalda a mí, mantiene un acalorado intercambio de palabras con Roth, el último trata de tranquilizarlo mientras el primero maldice y hace gestos con sus manos.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora