|𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍| 09

51K 5.3K 2K
                                    

Emilie

Mi esposo desaparece, Roth intenta contactarlo donde sea posible, pero incluso el piloto del jet no dice una palabra. Confío en Don y sé que tiene sus razones, sé que no huyó por gusto, que si se ha movido a cualquier dirección tiene un plan detrás. Es impulsivo, por supuesto que sí, pero también es un hombre de propósitos, un estratega. Algo que me queda claro sin importar el tiempo, es que volverá a mí. Roth se queda a mi lado en cada momento, hablándome de sí mismo, de su trágico y tormentoso pasado, de Raze.

Creo que es su manera de calmarse, me duermo en la oficina y despierto en mi habitación en medio de la madrugada cuando las náuseas atacan. Extrañar a mi esposo es decir poco, lo añoro al no tener esa mano en mi espalda dándome suaves golpes o la otra deteniendo mi cabello. Ha sido aquel el ritual que hemos pasado en el último tiempo y hoy me lastima no tenerlo a mi lado.

Me limpio la cara y cepillo mis dientes teniendo esa necesidad de comer algo dulce, espero poder disfrutar un helado o algún jugo en la cocina. Abro la puerta de mi habitación encontrando extraño que la puerta al frente, donde Emma duerme, esté abierta y con la luz encendida. Antes de ir por mi helado me dirijo a verificar a mi pequeña. Primero me asusto, el miedo de imaginar a cualquier persona entrando a causarle daño es mayor y es mi pensamiento inicial al encontrar a un hombre sentado en la mecedora con el cuerpo pequeño de mi hija en su pecho, luego quiero llorar de alegría, gritar saltando sobre mis pies.

Dominic está sentado con nuestra niña en sus brazos, él está despierto cantándole esa nana que ahora reconozco, la consuela como suele hacer conmigo de vez en cuando. Ella por el contrario está en un sueño profundo, en cuanto mi marido me siente se detiene y me observa, sus ojos están rojos y su mirada es furibunda.

—Volviste —susurro a punto de llorar.

Mi esposo no dice nada, solo se levanta cargando a nuestra hija y pasándome al lado para salir de la habitación, lo sigo en silencio a la nuestra, donde deja a Emma en la cama y la cubre. Haciendo el gesto más tierno al apartarle algunos mechones de su frente e inclinarse a besarla.

Cuando se sienta en la cama no parece mi hombre fuerte y poderoso, sino un cascarón desolado. Camino hacia él, intentando estar lo más derecha posible. Sus brazos rodean mi cintura acercándome, mueve su nariz en mi vientre, presionando su cabeza en ese lugar.

—¿Cómo está nuestro guerrero? —cuestiona con voz ronca.

—Bien —susurro.

No he tenido ningún tipo de sangrado o dolor abdominal, solo un pequeño malestar en ese lugar debajo de mi costilla, donde la piel se encuentra amoratada. Roth se encargó de revisarme e instruirme algunos movimientos de respiración por si tenía alguna herida interna.

—Estás ardiendo en fiebre. —Noto al tocar su cabeza.

—Ya tengo medicamento... Solo necesito un baño y dormir —responde sin emoción. Me muevo preparando la tina, llenándola de agua templada como hicieron conmigo cuando llegué a esta casa. Don se quita toda la ropa quedando en bóxer, la herida en su hombro está abierta nuevamente y parece haber sangrado, sus puños están maltratados y no quiero preguntar la razón. Se sienta dentro de la tina, dejo caer un poco de jabón líquido en mis manos y empiezo a masajear su pecho y cuello. Odio el hecho de que evite mi mirada, de sentirme privada de algo tan nuestro, pero sé que está llevando mucha carga en su cabeza. Baño a mi esposo en silencio, dándole aquello que siento necesita en este momento, lavo su pelo y luego lo aclaro. La única parte que no me permite tocar es bajo su bóxer, niega ordenándome buscar una toalla.

Se seca el agua y cambia por un pantalón de chándal, para después entrar a la cama. Este silencio está matándome lentamente...

«¿Crees que él te quiera luego de esto?» Las malditas palabras de Kain llegan sin previo aviso ahogándome, porque quizás después de todo contengan un poco de realidad. Y eso me aterra.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora