|𝑳𝑨 𝑹𝑬𝑰𝑵𝑨| 18

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La sangre escurre por mis manos, mientras golpeo al hombre número seis, esperando tener una pista del francotirador que disparó a Holden Greystone

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La sangre escurre por mis manos, mientras golpeo al hombre número seis, esperando tener una pista del francotirador que disparó a Holden Greystone. Roth, a mi espalda, está sacándole los molares a su cuarta víctima, disfrutando lentamente de su sufrimiento.

Yo por mi parte he destrozado al hombre, solo le queda uno de sus diez dedos, tiene marcas de mi cuchillo en gran parte del cuerpo y no posee ninguna información relevante. Escorpión, como se hace llamar en el bajo mundo de las armas, cuelga del techo y cuando dejo de pegarle su cabeza solo rebota, probablemente con el cuello roto. Escupo en el piso, desilusionado. Las pistas me llevan de uno a otro, pero sin el responsable directo. Gruño, frustrado con esta cacería absurda.

—Esto no funciona —sisea Roth, quien ya ha rebasado su límite y solo termina la vida del pobre infeliz con su cuchillo de caza favorito, abriéndole la garganta. La habitación es un matadero, cuerpos desmembrados, sangre esparcida por todo lugar. Sé que es una pérdida de tiempo, pero no puedo evitar querer encontrar al maldito y poder llevarlo a la muerte con mis propias manos. Algunos de mis hombres se miran enfermos y no puedo llegar a imaginar mi aspecto, probablemente estoy cubierto de sangre.

—Estos hombres no tenían idea de nada —dice tirando la llave industrial a la mesa. Sé que ninguno de ellos tenía información, pero sirvieron para sacar mi coraje y disipar mi mente. Matar es lo único que controla mis ganas de correr hacia ella, trabajar los negocios de la famiglia ocupan mi mente, pero no lo suficiente. Es hora de dar el siguiente paso. Byron debe ir a Italia y conseguirme lo que necesito, es hora de controlar a Piazza, y dejar que Vladimir se encargue de Kain no está funcionando.

—Iré a Italia —murmuro.

—Dominic...

—No digas una palabra, Nikov —siseo saliendo y señalando a mis hombres que se hagan cargo del desastre.

—¿Qué sucedió con Emilie cuando me fui? ¿Por qué estás dispuesto a matar a todo el que se te pone enfrente?

—Entonces apártate —reviro a cambio.

Abandoné el departamento y vine directo a Jersey, a nuestra nevera personal de traidores. Tenemos varios locales destinados para torturas, pero este es uno de mis favoritos, está lejos de la civilización y tiene una vista increíble de la ciudad, mi puta ciudad.

Una donde mi mujer probablemente está durmiendo plácidamente y feliz de no tenerme a su lado en la cama. Entro a las duchas comunes dejándolo detrás, mientras voy quitándome la ropa hecha un desastre y quedando solo en un bóxer negro.

Abro la lluvia de agua caliente y dejo a esta llevarse la sangre. Si cierro mis ojos solo tengo la imagen de mi esposa en mis brazos la mañana donde decoramos su árbol, sus ojos mirándome, la entrega de su cuerpo... ¿Cómo nos llevó a ese punto? ¿Cómo le hago entender que podríamos ser simplemente perfectos juntos, sin peleas y culpa? ¿Sin el pasado de Gabriel sobre nosotros? ¿Por qué debemos condenarnos gracias a él? Eso lo hace tener poder sobre todos nosotros incluso luego de años muertos.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora