|𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍| 03

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Dominic

Tener a mi esposa embarazada llorando en el piso de nuestra cocina, es algo que vuela mi cabeza. No quiero interrumpirla, aunque muero por consolarla, creo que ella necesita sacar ese dolor interior. Ha pasado por tanto en tampoco tiempo. En contra de mi primer impulso, solo retrocedo y camino hacia la sala. Roth está durmiendo en el sofá. Giro mis ojos, tengo habitaciones disponibles de sobra en el lugar y elige dormir incómodo, como si alguien entrara a este ático.

—Despierta —digo pegándole en una pierna. Mi hombro arde con el solo movimiento. Mi hermano se sienta recto de inmediato—. ¿Podrías ir con Emilie? ¿Hacer un poco de tu magia en la cocina?, está llorando.

—No es para menos, encontró a su esposo sin sentido en la ducha.

—No se miraba tan mal...

—¿Quién te hizo esto? —gruñe. Suspiro, realmente no quería involucrarlo—. Rastrearé tu GPS.

—Fui a Fades anoche, un chico de Raze está en problemas...

Los Fades controlan el box clandestino, las peleas y carreras de autos. Estaba bien con dejarlos trabajar en mi ciudad, algo que tuve que erradicar anoche gracias al chico.

—¿Recibiste una bala por él?

—La recibí por Raze —aclaro—. No puede enterarse de esto, sabes que perdería la cabeza.

—¿Está vivo?

—Sí, solo lo noquearon.

—¿Quieres disolver las peleas?

—No —niego sentándome en el brazo del sofá—. Por ahora ve con Emilie... Me encargaré del resto.

Cumple mi orden. Son tantas cosas que analizar, en las cuales pensar. El Fades se encarga de estas peleas, no es una persona en sí, sino un grupo. Anoche eliminé a su líder por salvar a uno de los chicos de Raze. No podía permitir que lo mataran en el ring, sé que es bueno e iba a resistir, pero cuando entras al Fades solo sales dentro de una caja, si tienes suerte. Volviendo a mi esposa, mis pensamientos recaen siempre en ella. Es cierto lo que dije anoche... Estoy cansado. Quiero ser solo nosotros, tenerla para mí unas horas, dejar atrás esta guerra. Quizás no sea el mejor momento para escapar, pero ¿cuándo lo será? Siempre tendremos a alguien detrás.

En mi despacho realizo algunas llamadas, Hannah es excelente en conseguir un lugar para relajarse, también llamo a Sebastián e investigo sobre Rawson, por ahora está suspendido y Kain ha regresado a su escondite en la selva. No tengo ninguna pista para buscar. Estoy inspeccionando mi herida cuando Emilie empuja la puerta y se detiene en el umbral. Sus ojos rojos al igual que sus mejillas, ¿soy un hijo de puta pervertido por ponerme duro de verla así? Preocupada por mí. Su hombre.

—No me importa qué tan poderoso eres, pero irás a la cama ahora, ¡estás herido! —regaña cruzándose de brazos.

—De acuerdo —concedo caminando hacia ella—, como ordene la señora.

Y la abrazo, no importa qué tan doloroso sea. Anoche cuando fui herido, solo podía pensar en ella y nuestros hijos, ¿qué harían sin mí? Emilie sufriría, ahora lo sé. El pensamiento de perderla siempre ha sido angustiante y nunca me detuve a analizar sus sentimientos, ¿Emma? Ella necesita a su padre para guiarla y enseñarle a alejarse de las pollas. Y nuestro bebé, ese que crece en su vientre... Ellos me necesitan.

—Tengo un trato para ti, mia regina —murmuro en la cima de su cabeza—. Iré a la cama todo el día y tú con Hannah. Vas a relajarte, dejarás que laven tu pelo y te den algún masaje... Me aseguré de que sea una chica, así que no te ilusiones.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora