|𝑳𝑨 𝑹𝑬𝑰𝑵𝑨| 14

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Necesito volver a mi rutina, a esa que me hace permanecer estable

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Necesito volver a mi rutina, a esa que me hace permanecer estable. Roth y Dominic se han recluido en el despacho a discutir luego de su numerito en la cocina, yo, por mi parte, me he cambiado para salir mientras espero a que Raze llegue, ya que será mi guardaespaldas casi permanente por órdenes de mi esposo. Estoy en la sala observando el árbol, ese que con tanta ilusión y cariño ayer decoraba, ese en el cual observé partes de mi esposo.

La esfera de plástico trasparente en la cual dibujó mi nombre, está ubicada en la mesita central. Me agacho a evaluarla tomándola en la palma de mi mano, la letra cursiva de mi nombre y esa dulce mariposa a un lado, que no comprendo que tenga que ver con la Navidad, aunque sospecho sí tiene que ver conmigo. Siento su presencia en mi espalda, es extraño, como si de algún modo estuviéramos unidos por algo más poderoso a este mundo. Sonriendo triste, me giro encontrándolo en solo pantalones de deportes, al parecer tiene planeado entrenar.

—Estás cambiada, quiero decir, como antes.

—Iré al orfanato y luego al restaurante con las chicas. Raze está de camino.

—Es domingo... Creí que te quedarías en casa.

—Necesito volver a la normalidad o intentarlo.

—Lleva a Nick con ustedes y, Dios, Emilie, no cometas otra tontería. No me obligues a mantenerte atada.

—Bien —claudico caminando hacia él y estirándome para besar su mejilla—. Ayer querías formar tradiciones y estaba muy ilusionada con ello, pero luego nuestro mundo nos golpeó nuevamente y me pregunto, ¿será así siempre? ¿Vas a abandonar tu familia por la mafia? ¿Tendré que ver a mi esposo partir de una reunión familiar por que algo sucedió en la organización y no puede ser delegado a nadie más?

Entiendo que este es nuestro mundo, pero lo que ha pasado ayer, es imperdonable. Sí, es Holden y ha sido un imbécil en toda la regla, pero Dominic no puede actuar así por una impulsividad... No soy la persona más idónea para decirlo, porque he cometido muchos errores en poco tiempo, personas han pagado por ello, incluso la vida de mi propio bebé.

—Lo hice por ti —confiesa observándome lleno de coraje—. ¿Crees que uno de mis hombres se habría contenido? ¿Crees que Holden estaría vivo si no fuera tu hermano? Lo hice por ti, pero nunca lo ves, ¿no es así? Solo te haces la víctima. Omití quien era, sí, pero desde el minuto uno donde supiste mi verdadera cara, fui sincero. No podría amarte, lo dije; iba a protegerte, lo hago cada día. En Italia lo hablamos, tendría que fingir que no me importas para que mis enemigos entiendan que no eres mi debilidad, para que no seas un blanco en mi contra. Estás tan cerrada y ciega en tu supuesta infidelidad que no ves más allá de ello. Asesino personas, Emilie.

—Cállate... —Jadeo retrocediendo.

—Disfruto hacerlo... —prosigue, acortando la distancia, cierro los ojos cuando su mano rodea mi cuello. Y no puedo evitar reaccionar a su cercanía, las palmas de mis manos contra su pecho desnudo, sus músculos tensándose. Dioses—. Estas manos que causan placer en ti, también se manchan de sangre, castigan a más de un hombre. Deberías tenerlo claro, incluso tú has sufrido bajo ellas.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora